El Derribo de la Cañonera de Grimm:
El rugido de los motores resonaba en los oídos del comandante Grimm mientras la cañonera LAAT se deslizaba entre las nubes cargadas de lluvia. Tres cañoneras volaban en formación cerrada, tratando de maniobrar a través de la tormenta. Los vientos azotaban con violencia, sacudiendo las naves y dificultando la visibilidad. Abajo, el campo de batalla se extendía como un mar de caos, con las líneas de infantería humana luchando desesperadamente por mantener posiciones.
Grimm observaba el panel de mando desde su puesto en la cañonera. Sabía que la situación era crítica. Unidades de infantería estaban siendo presionadas por las fuerzas blindadas enemigas, y su misión era clara: flanquear a los tanques AAT enemigos y abrir un pasillo para que las tropas pudieran avanzar.
La tormenta hacía el vuelo aún más peligroso. Los sensores chirriaban, luchando por captar señales claras, pero el mayor problema estaba en el cielo. Entre los destellos de los relámpagos, los droides Buitre merodeaban, cazando como depredadores acechando desde la oscuridad.
Grimm se inclinó hacia uno de sus operadores.
—"Mantened los escudos al máximo. Si nos golpean aquí, estamos acabados."
Justo en ese momento, un alerta resonó en la cabina. Un droide Buitre había fijado a la cañonera en su mira. El sonido del misil perforando la tormenta llegó apenas un segundo antes de que impactara. La explosión sacudió el LAAT con una fuerza brutal. Grimm apenas tuvo tiempo de aferrarse a los soportes antes de que la nave comenzara a girar fuera de control.
—"¡Impacto en el motor principal! ¡Nos caemos!" gritó el piloto.
La cañonera, con una columna de humo negro saliendo de su cola, descendía rápidamente, arrastrada por los fuertes vientos. Grimm sintió cómo la nave se inclinaba hacia un lado, y en el caos, las luces parpadeaban mientras los sistemas internos se apagaban.
Con un estruendo ensordecedor, la cañonera se estrelló contra el suelo. El impacto fue devastador. Grimm fue lanzado contra la pared interior, perdiendo el aliento momentáneamente mientras el metal crujía a su alrededor. A su alrededor, algunos de sus hombres yacían inconscientes o peor. El interior del LAAT estaba en ruinas, con humo y chispas brotando de los paneles destrozados.
Lentamente, el comandante se puso en pie, el dolor pulsando en todo su cuerpo. Miró a su alrededor, haciendo un recuento rápido de los daños. Dos de sus hombres yacían sin vida, aplastados por los escombros. Otro tenía una pierna rota, pero estaba consciente. Las explosiones de afuera indicaban que el combate seguía.
—"Debemos salir de aquí," dijo Grimm mientras tomaba su comunicador. "Equipo de rescate, aquí Comandante Grimm. Hemos sido derribados, repito, necesitamos extracción inmediata."
Los hombres que quedaban se reagruparon lo mejor que pudieron. Con el enemigo cerca, sabían que no tenían mucho tiempo. Cuando salieron de los restos de la cañonera, lo que vieron fue desalentador: droides B1 y B2 se acercaban rápidamente, mientras que tres droidekas avanzaban desplegando sus escudos deflectores. No había escapatoria.
Grimm levantó su bláster y miró a los pocos soldados que quedaban de pie.
—"Si es el fin, que sea peleando," dijo, con un tono decidido pero sombrío.
Los disparos comenzaron a resonar en el aire, pero los droides eran demasiados. Uno por uno, sus hombres caían, y Grimm, rodeado, sabía que el fin estaba cerca. Estaba a punto de agradecerles su valentía cuando, desde lo alto, un escuadrón de Ala-X apareció, rompiendo las nubes. Los cazas se lanzaron sobre los droides con una precisión letal, destruyendo los droidekas y abriendo una vía de escape.
—"¡Rescate en camino!" gritó una voz en su comunicador.
Poco después, una nueva cañonera LAAT aterrizó cerca, y Grimm fue subido a bordo. Mientras se alejaban del campo de batalla, observó la lucha que seguía en el horizonte. El ritmo de la batalla era implacable, pero, al menos por ahora, seguía vivo.
Los Campesinos en el Mundo Frontera:
En el pequeño pueblo agrícola de Daruun, las vidas cotidianas de los campesinos estaban siendo trastocadas por algo que ninguno de ellos podía ignorar. Las naves de guerra Aclamator flotaban en la órbita baja del planeta, visibles incluso a simple vista. El zumbido de los transportes de suministros que iban y venían era constante, cargando los recursos que el frente necesitaba desesperadamente.
Desde lo alto de una colina, Jorus, un agricultor ya entrado en años, observaba con preocupación las idas y venidas de las tropas y los vehículos militares. A su lado, su hijo Kellin permanecía en silencio, compartiendo la misma inquietud.
—"Esto no me gusta, padre," dijo Kellin, cruzándose de brazos mientras miraba los cielos. "Nunca habíamos visto tanta actividad militar en este mundo. ¿Crees que estamos en peligro?"
Jorus suspiró profundamente, quitándose el sombrero y limpiándose el sudor de la frente.
—"Siempre hay peligro cuando las naves de guerra empiezan a merodear," respondió. "Están fortificando las posiciones en todo el planeta. Las colinas, los puentes, las ciudades principales… Temen una invasión."
Kellin asintió, mirando la línea de transporte que se extendía en el horizonte.
—"¿Crees que los droides llegarán hasta aquí?"
—"No lo sé, hijo," respondió Jorus, con un tono cansado. "Pero si llegan, no hay mucho que podamos hacer. No somos soldados, solo campesinos."
El Recuerdo de Grim Valtor:
Dentro del Baneblade, el capitán Grim Valtor permanecía sentado en su puesto de mando, observando en silencio una fotografía que estaba pegada en el interior de la cabina. La foto, aunque un poco desgastada, mostraba a una niña pequeña, su hija, sonriendo con inocencia, ajena a los horrores de la guerra.
Valtor la había pegado ahí el primer día que subió al tanque, un recordatorio constante de lo que había perdido. Cada vez que la veía, los recuerdos le inundaban, llevándole de vuelta al momento más oscuro de su vida.
Recordó claramente el día que encontró su hogar destruido. El bombardeo había sido implacable, y cuando llegó, lo único que encontró fueron escombros. Entre ellos, el cuerpo de su hija, aplastado y sin vida. El dolor que sintió en ese momento nunca lo abandonó, siempre acechando en las sombras de su mente.
Pero este no era el momento para recordar. Sacudiendo los pensamientos de su cabeza, Valtor se incorporó, endureciendo su expresión. El rugido de la batalla se oía a lo lejos, y sus hombres lo necesitaban. Guardó la fotografía en su bolsillo interior y tomó su casco, listo para liderar otra ofensiva.
El pasado siempre estaría con él, pero ahora, solo había lugar para la guerra.
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El Ascenso De La Humanidad
Ciencia FicciónDespués de que el mundo pasara por una terrible pandemia global la cual acabó con decenas de miles de vidas de todas las clases sociales y no solo eso si no que también el daño que dejó fue a a tal grado que dejó a decenas de países en quiebra. Las...