Capitulo 118: Reunión de Emergencia

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En el Palacio Gubernamental de la Tierra, los ecos de la reciente victoria en el frente sur aún resonaban, pero la atmósfera en el salón de reuniones era cualquier cosa menos triunfante. La noticia de la muerte del Gobernador Altalick y la casi aniquilación de la 1ra Flota Lunar había sacudido los cimientos de la alianza entre las bases lunares y la Tierra. A pesar del respiro temporal que la victoria sobre el Covenant proporcionaba, la pérdida de Altalick no solo había impactado al Consejo de Defensa, sino que también había dejado una grieta en la estabilidad política.

Tadeus, de pie en la cabecera de la gran mesa ovalada, observaba con atención a los miembros presentes. A su izquierda estaban varios altos mandos militares y políticos terrícolas, mientras que a su derecha se encontraba el representante lunar, Ardanis Voss, un hombre de mirada dura y gesto rígido, que había sido designado para ocupar el lugar de Altalick como portavoz de la Luna en esta reunión.

El silencio inicial fue roto por la voz autoritaria de Tadeus, que no perdió tiempo en comenzar la discusión. Sabía que cualquier demora solo alimentaría las tensiones ya evidentes en el ambiente.

-Señores y señoras, estamos aquí hoy para abordar dos asuntos de vital importancia: la reciente victoria en el sur contra las fuerzas del Covenant y, por otro lado, la trágica pérdida del Gobernador Altalick -comenzó, su tono formal pero con una clara gravedad-. La batalla en el sistema Platón nos ha dado un respiro, pero no podemos permitirnos bajar la guardia. La muerte de Altalick, aunque devastadora, no puede distraernos de nuestra misión de asegurar la paz y la estabilidad en nuestras colonias y sistemas fronterizos.

Ardanis Voss, sentado con los brazos cruzados, observaba a Tadeus con una mezcla de desdén y desconfianza. Desde que llegó a la Tierra, había estado acumulando resentimientos por cómo se había manejado la batalla y, sobre todo, por la muerte de su líder. Para la Luna, Altalick no solo era un gobernador; era un símbolo de unidad y fortaleza.

-Presidente Tadeus -dijo Voss, interrumpiendo el discurso inicial de Tadeus, su voz cargada de veneno-. Antes de que sigamos con este tono de victoria, creo que hay algo que debemos aclarar. La muerte del Gobernador Altalick ha sido un golpe devastador para nuestra gente. Los habitantes de la Luna lo admiraban, lo respetaban profundamente. Y su muerte, bajo las circunstancias actuales, no puede simplemente ser pasada por alto como una baja más en la guerra.

Tadeus frunció el ceño, sabiendo que esta reunión no sería fácil, pero lo que no esperaba era la dirección que Voss tomaría.

-No estoy tratando de minimizar la muerte de Altalick, Voss -respondió Tadeus con firmeza, manteniendo la compostura-. Su sacrificio permitió la victoria que necesitamos desesperadamente. Sin su acto de valentía, la 1ra Flota Lunar y quizás todo el frente sur habrían sido aniquilados.

-¡Eso es lo que tú dices! -exclamó Voss, golpeando la mesa con una mano mientras los consejeros y altos mandos observaban con nerviosismo-. ¡Pero la verdad es que esto no es más que una conspiración política disfrazada de tragedia militar! Altalick tenía demasiada influencia, tanto en la Luna como en el Consejo. ¡Demasiado poder para su gusto!

El murmullo de los consejeros presentes creció de inmediato. Nadie se atrevía a interrumpir el enfrentamiento directo que se estaba gestando entre Tadeus y Voss. El representante lunar había dejado caer una bomba, insinuando que la muerte de Altalick no había sido un mero accidente de guerra, sino algo orquestado desde las altas esferas del poder terrestre.

Tadeus cerró los ojos brevemente, buscando en su interior la paciencia necesaria para manejar la situación con diplomacia.

-Cuidado con tus palabras, Voss -dijo con un tono gélido, levantando una mano para silenciar los murmullos-. Lo que estás insinuando es inaceptable. La muerte de Altalick fue una tragedia, pero sugerir que fue parte de alguna conspiración... eso es absurdo. Esta es una guerra, Voss. La gente muere. Incluso los mejores.

-¿Gente muere? -Voss replicó sarcásticamente, levantándose de su silla con una mirada de furia-. ¡Altalick no era "gente"! Era el Gobernador de la Luna, el líder de nuestro pueblo, y el único que tenía la fuerza suficiente para mantener la unidad de nuestras colonias froterizas. Ahora, con su muerte, me pregunto quién se beneficiará de este vacío de poder. Tal vez tú, Tadeus. Tal vez tus aliados aquí en la Tierra.

Las acusaciones se sentían como puñaladas en el aire, y varios de los presentes miraban nerviosamente a Tadeus, temerosos de una escalada. La mayoría de ellos sabían que, aunque Voss estaba claramente motivado por la ira y el dolor, sus insinuaciones eran peligrosas. Si la Luna comenzaba a desconfiar de la Tierra, la ya frágil alianza podría tambalearse.

Tadeus, por su parte, se levantó de su asiento, mirando fijamente a Voss. Aunque era un político consumado, había momentos en que la diplomacia debía ser firme y sin ambigüedades.

-No toleraré este tipo de acusaciones, Voss -dijo con una voz que resonaba en toda la sala-. No voy a permitir que conviertas esta reunión en un juicio de mentiras y calumnias. Altalick era un aliado valioso, y su muerte me duele tanto como a ti, pero la sugerencia de que su fallecimiento fue parte de una conspiración es completamente ridícula.

Voss no retrocedió, pero la intensidad del enfrentamiento verbal había dejado a muchos en la sala nerviosos.

-¿Ridículo? -respondió Voss, sus ojos entrecerrados-. Lo que es ridículo es que esperes que aceptemos la muerte de nuestro líder sin cuestionar las circunstancias. Sabemos que Altalick tenía una influencia enorme en el Consejo. Sabemos que sus ideas no siempre coincidían con las tuyas. ¿Y ahora resulta que muere justo cuando las flotas lunares estaban ganando terreno? ¿Justo cuando su popularidad alcanzaba su punto más alto?

La tensión en la sala se cortaba como un cuchillo. Varios consejeros comenzaron a hablar en voz baja entre ellos, sopesando las palabras de Voss, y algunos incluso mostraban signos de incomodidad ante la ferocidad del representante lunar.

Tadeus dio un paso hacia la mesa, sus ojos fijos en Voss, quien lo miraba desafiante. Pero antes de que la situación pudiera escalar más, uno de los consejeros más veteranos, un hombre llamado Yorin Krev, levantó una mano en señal de paz.

-Esto no nos llevará a ninguna parte -dijo Krev con voz calmada-. El Gobernador Altalick ha caído, y aunque todos lamentamos su muerte, no podemos perder de vista lo más importante. Necesitamos liderazgo, tanto en la Luna como en la Tierra. Insinuar conspiraciones en medio de una guerra es un camino peligroso, Voss. Debemos centrarnos en lo que podemos hacer ahora para garantizar que su sacrificio no sea en vano.

Voss respiró profundamente, consciente de que había llegado al límite de lo que podía decir sin cruzar una línea irreversible. Lentamente, volvió a sentarse, aunque su rostro seguía tenso.

Tadeus, notando que la situación había sido contenida por el momento, se dirigió nuevamente a todos los presentes.

-Estoy de acuerdo con el consejero Krev -dijo con voz autoritaria-. Esta guerra es mucho más grande que cualquiera de nosotros. Altalick dio su vida por la victoria en el sur, y es nuestra responsabilidad asegurarnos de que esa victoria signifique algo. Necesitamos estabilidad en la Luna, y por eso propongo que el representante Voss asuma el mando temporal como Gobernador hasta que la guerra termine o hasta que la población lunar pueda elegir a un nuevo líder.

Un murmullo de aprobación recorrió la sala. Era una solución práctica, y, sobre todo, evitaba una crisis de liderazgo en la Luna que podría desestabilizar aún más la situación.

Voss, aunque visiblemente aún molesto, asintió lentamente. Sabía que esto era lo máximo que podía obtener en ese momento.

-Acepto el mandato temporal -dijo finalmente-. Pero sepan que la muerte de Altalick no será olvidada. Y aseguraré que su legado sea honrado adecuadamente.

Tadeus asintió, satisfecho de que la situación no hubiera degenerado en algo peor. La reunión, aunque tensa, había concluido con una resolución. La guerra continuaría, y aunque el vacío dejado por Altalick era profundo, por el momento, la cadena de mando se mantenía intacta.

Con el peso de la decisión tomada, los líderes comenzaron a dispersarse, sabiendo que los desafíos por venir no serían menores. Pero, al menos por ahora, habían logrado evitar una crisis mayor.

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