Capitulo 113: Planificación

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Un mes después de intensas preparaciones, el sistema Ryloth se había transformado en una fortaleza casi impenetrable. Las defensas planetarias estaban en su máxima capacidad, con cada punto estratégico fortificado hasta el último detalle. Las lunas circundantes habían sido convertidas en puestos de vigilancia y plataformas de armas, y los cinturones de asteroides habían sido repletos de minas y trampas ocultas, listas para emboscar a cualquier intruso. Con la llegada de una flota de Super-Tierra, la situación había cambiado drásticamente. Las naves recién llegadas transportaban decenas de divisiones de Helldivers, fuerzas de élite especialmente entrenadas para combates en ambientes hostiles y para operaciones de asalto directo.Su presencia en Ryloth no solo había elevado la moral de las tropas locales, sino que también había proporcionado el músculo necesario para cualquier contraofensiva.

La Primera Flota Lunar, comandada por Altalick, había llegado al sistema poco después, anclándose en órbita alta junto con la flota de Super-Tierra. En la superficie, los preparativos se llevaron a cabo de manera meticulosa, asegurándose de que todo estuviera en orden antes de la gran operación. A pesar del ambiente tenso, había una sensación de optimismo cauteloso entre las fuerzas. Sabían que se acercaba una batalla decisiva, y estaban decididos a estar preparados.

El Almirante Toni, había decidido dividir su flota. Dejó la mitad de sus naves en Nebelon para proteger las posiciones fortificadas allí, mientras que la otra mitad se unió a Altalick en Ryloth. Toni entendía la importancia de mantener la línea en Nebelon, pero también sabía que la clave para ganar la guerra estaba en derrotar al Covenant en una batalla decisiva, y esa batalla se avecinaba.

En la órbita de Ryloth, un enjambre de naves de guerra se posicionaba cuidadosamente. Los imponentes acorazados y cruceros de la Primera Flota Lunar dominaban el cielo, mientras que las rápidas y maniobrables naves de la flota de Toni se colocaban en formaciones estratégicas, listas para entrar en acción en cualquier momento. Varias naves clase Venator estaban en posición para el salto, sus sistemas de hiperpropulsión cargados y listos para activarse en cuanto se diera la orden. Las enormes naves Aclamator permanecían en la retaguardia, preparadas para proporcionar apoyo logístico y defensivo a las fuerzas que quedarían en el sistema.

Dentro de la nave insignia de Altalick, el puente de mando estaba repleto de actividad. Los oficiales revisaban los sistemas, ajustaban las rutas de salto y confirmaban las órdenes de batalla. Altalick, de pie frente a la pantalla táctica principal, revisaba una vez más las coordenadas enviadas por Dormund. El plan de emboscada había sido cuidadosamente elaborado, y cada detalle debía ejecutarse con precisión milimétrica.

"Estas son las coordenadas finales para el salto", anunció Altalick, su voz firme resonando en el puente. Con un gesto de su mano, proyectó un mapa estelar holográfico que mostraba la ruta que seguirían sus naves. "El punto de llegada será justo en el borde del Vórtice de Caliban. Recuerden, nuestra tarea es rodear al enemigo mientras la flota de Dormund los atrae hacia la trampa. Mantendremos nuestras posiciones hasta que recibamos la señal de ataque."

Los oficiales asintieron, confirmando la recepción de las coordenadas. Cada uno de ellos entendía la importancia de la misión que estaban a punto de emprender. No había margen para errores; cualquier desvío podría resultar desastroso.

Simultáneamente, en su propio puente de mando, el Almirante Toni revisaba las mismas coordenadas enviadas por Altalick. A pesar de ser un veterano experimentado, sentía la tensión en el aire. Sabía que esta batalla podría decidir el destino de muchos, no solo en Ryloth, sino en todo el frente sur. Mientras sus oficiales revisaban las órdenes, Toni se acercó a su segundo al mando.

"¿Todo listo?" preguntó Toni, sus ojos fijos en las pantallas que mostraban la formación de su flota.

"Sí, Almirante. Todas las naves han confirmado las coordenadas. Los sistemas de hiperpropulsión están listos, y los escudos están al máximo", respondió su segundo, un joven oficial de mirada decidida.

Toni asintió, satisfecho. "Bien. En cuanto Altalick dé la señal, saltaremos."

De vuelta en la nave insignia de Altalick, los minutos previos al salto se sentían como una eternidad. La calma antes de la tormenta. Los tripulantes se preparaban en silencio, ajustando sus controles y realizando comprobaciones finales. El plan estaba en marcha, y no había vuelta atrás.

Altalick, con las manos firmemente apoyadas en la consola frente a él, tomó un profundo respiro. Había liderado innumerables batallas, pero esta se sentía diferente. La magnitud de lo que estaba en juego pesaba sobre sus hombros, pero al mismo tiempo, la posibilidad de una victoria decisiva le daba fuerzas.

"Almirante Toni", dijo Altalick a través del comunicador, estableciendo un canal directo con su aliado. La imagen de Toni apareció en la pantalla, mostrándolo igual de concentrado.

"Toni, todo está listo. Vamos a proceder con el salto en tu señal", informó Altalick.

Toni asintió, con una expresión de determinación en su rostro. "Entendido. Mis naves están listas. Procederemos juntos."

Altalick activó el canal general para dirigirse a toda su flota. "A todas las unidades, prepararse para el salto. Coordinen sus sistemas con la nave insignia. Saltaremos en diez segundos."

Los segundos pasaron lentamente mientras los oficiales y tripulantes en ambas flotas se preparaban para lo que estaba por venir. Las naves de clase Venator y los cruceros comenzaron a brillar con la energía de los motores de hiperpropulsión, mientras que las naves más pequeñas tomaban posiciones de escolta a su alrededor.

Altalick observó la cuenta regresiva en la pantalla. "Cinco, cuatro, tres, dos… Salto."

De un momento a otro, las naves desaparecieron de la órbita de Ryloth, entrando en el hiperespacio en una sincronización perfecta. Las estrellas se distorsionaron en largas líneas de luz mientras las flotas se lanzaban hacia el Vórtice de Caliban a una velocidad vertiginosa. La sensación de aceleración era palpable, pero cada tripulante sabía que el verdadero desafío estaba por comenzar cuando salieran del hiperespacio.

El salto duraría aproximadamente cuatro días, un tiempo que daría a Dormund y sus fuerzas en Platón la oportunidad de perfeccionar la emboscada. Altalick sabía que cada segundo contaba, y que su llegada debía ser perfecta. Durante esos cuatro días, las tripulaciones se mantendrían en un estado de alerta máxima, revisando una y otra vez las tácticas de combate, las rutas de escape y los posibles escenarios que podrían enfrentar.

Dentro del hiperespacio, las naves avanzaban como flechas disparadas en una trayectoria precisa, dirigidas hacia un punto donde el destino de la guerra en el sur sería decidido. La tensión era palpable, pero también lo era la determinación. Sabían que una vez que llegaran al Vórtice, no habría lugar para la duda ni para el error.

Mientras las flotas continuaban su viaje, Altalick y Toni se mantenían en constante comunicación, ajustando los detalles del plan y asegurándose de que cada nave estuviera preparada para lo que estaba por venir

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Mientras las flotas continuaban su viaje, Altalick y Toni se mantenían en constante comunicación, ajustando los detalles del plan y asegurándose de que cada nave estuviera preparada para lo que estaba por venir. Los días pasaron rápidamente, y antes de que se dieran cuenta, las señales de proximidad indicaban que estaban a punto de salir del hiperespacio.

Altalick, con el corazón latiendo con fuerza, dio la última orden antes de que las naves emergieran del hiperespacio. "Todos los sistemas al máximo. Prepárense para la batalla."

La realidad comenzó a distorsionarse mientras las naves se desaceleraban, y de un momento a otro, el Vórtice de Caliban se materializó frente a ellos. Era un espectáculo impresionante y aterrador, con las perturbaciones gravitacionales creando remolinos de energía y luz.

Altalick sabía que no había vuelta atrás. Con un último respiro, tomó el control y comenzó a desplegar sus fuerzas, preparando la trampa final que podría cambiar el curso de la guerra.

Ahora, solo quedaba esperar el movimiento del Covenant.

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