Relatos de guerra #7

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Reconstrucción y Preparativos en Nebelon:

En las ruinas de lo que una vez fue el centro neurálgico de Nebelon, los ecos del conflicto aún resonaban en las calles devastadas. El polvo de los escombros se levantaba al compás del viento mientras los ciudadanos, con el espíritu tenaz que los caracterizaba, se organizaban para la reconstrucción.

Lara Solis, una ingeniera civil que había vivido toda su vida en la ciudad de Erebus, se encontraba al mando de un grupo de voluntarios. Con sus manos sucias y su frente perlada de sudor, supervisaba la reconstrucción de las defensas de la ciudad. La prioridad era clara: reforzar las murallas y preparar trincheras alrededor del perímetro. Aunque los soldados de la guarnición estaban allí para ayudar, la responsabilidad recaía principalmente en los ciudadanos.

"¡Hay que levantar estas barreras antes del anochecer!" ordenó Lara, mientras se dirigía a un grupo de obreros que colocaban grandes planchas de metal en una nueva trinchera. Sus ojos, cansados pero decididos, observaban cómo los refuerzos llegaban a cuentagotas. Soldados y civiles trabajaban codo a codo, construyendo defensas improvisadas con los restos de los edificios destruidos.

El sonido de los martillos y las sierras mecánicas se mezclaba con las conversaciones apagadas por la tragedia reciente. Lara, quien había perdido a su esposo en el primer ataque tecnofanático, encontraba algo de consuelo en el trabajo, en la posibilidad de proteger lo que quedaba de su hogar.

"Al menos no estaremos tan expuestos como la última vez," murmuró uno de los soldados, un joven que apenas había cumplido veinte años. "Con estas trincheras, si vuelven, estaremos listos."

"Volverán," respondió Lara con una voz firme, sujeta a la realidad. "Pero esta vez no los dejaremos avanzar un centímetro."

Conversaciones en el Hangar del Venator:

El hangar del crucero Venator "Resolute" estaba más tranquilo de lo que cualquier miembro del Escuadrón Rayo podría recordar. El eco de las reparaciones resonaba en las paredes de metal, mientras los mecánicos revisaban los cazas Ala-X, todavía humeantes de la reciente batalla orbital sobre Nebelon.

El capitán Jax Calderón, líder del escuadrón, se encontraba junto a su caza, su casco bajo el brazo mientras observaba a sus compañeros con una sonrisa cansada pero satisfecho con el resultado de la batalla. "Vaya espectáculo el que dimos ahí afuera," comentó, rompiendo el silencio. Sus palabras hicieron que los demás pilotos, algunos sentados en el ala de sus naves, giraran la cabeza hacia él.

"¿Espectáculo? Yo lo llamaría más bien un infierno de fuegos cruzados," respondió Lena Dray, la piloto más joven del escuadrón. Aún tenía el pulso acelerado, recordando cómo había maniobrado entre los restos de las fragatas enemigas. "Esos bombarderos Ala-Y hicieron un trabajo increíble, pero no pensé que saldríamos vivos de esa lluvia de fuego."

Jax asintió, su mirada perdida momentáneamente en el vacío del espacio visible desde el hangar. "Los Ala-Y hicieron su parte, pero lo que realmente salvó el día fue nuestra maniobra de flanqueo. Mantuvimos ocupados a esos droides buitres el tiempo suficiente para que pudieran soltar sus bombas de protones."

Uno de los mecánicos, al pasar junto a ellos, levantó la mano en señal de reconocimiento. "Buen trabajo ahí fuera, muchachos. Esa formación de bombarderos estaba condenada sin ustedes."

Lena miró a su líder con una mezcla de admiración y preocupación. "¿Crees que tengamos tiempo para eso? La guerra apenas está comenzando."

Jax le devolvió la mirada, su expresión endurecida. "Lo que sea que venga, estaremos listos. Lo hemos demostrado hoy."

Defensa en la Fortaleza Nova, Sistema Haland:

En el corazón de la Fortaleza Nova, la noche había caído, trayendo consigo un manto de oscuridad que solo se rompía por los destellos de las explosiones y el fuego de blásteres. La estructura masiva, construida en una meseta natural, había resistido incontables asaltos en las últimas semanas. Ahora, las legiones de droides de batalla se abalanzaban nuevamente sobre las defensas humanas.

El Sargento Nathan Feroz estaba atrincherado con su equipo en uno de los puestos avanzados más expuestos. Desde su posición elevada, podía ver el avance implacable de las fuerzas enemigas. "Aquí vienen otra vez," anunció con voz grave, mirando a los soldados a su alrededor. "Carguen sus armas y manténganse firmes. No dejaremos que pasen por aquí."

Unas cuantas palabras de ánimo, pero la realidad era sombría. Los suministros escaseaban, y muchos de sus hombres estaban al borde del agotamiento. Dos ingenieros tecno-avanzados trabajaban sin descanso para mantener los escudos operativos, mientras que el resto de la unidad se preparaba para el inevitable enfrentamiento cuerpo a cuerpo.

El sonido de los blásteres resonó en la noche cuando los droides llegaron a la primera línea de defensa. Nathan disparó con precisión, derribando un par de ellos antes de que se acercaran demasiado. Sin embargo, sabía que no podría contenerlos por mucho tiempo. Las líneas comenzaban a desmoronarse bajo la presión de los números superiores.

"¡Recarguen!" gritó, su voz entrecortada por el ruido de la batalla. A su lado, uno de los ingenieros cayó, su cuerpo inerte golpeando el suelo. Nathan no tuvo tiempo para lamentar la pérdida; los droides estaban ya sobre ellos.

La noche se llenó de gritos y disparos. A medida que la batalla se intensificaba, los defensores luchaban con la ferocidad de hombres que no tenían nada más que perder. Nathan, su cara manchada de sudor y tierra, disparaba sin descanso, sabiendo que cada segundo ganado era crucial para la resistencia en otras partes de la fortaleza.

El amanecer comenzó a asomarse cuando la ofensiva finalmente se agotó. Los droides retrocedieron, dejando atrás un campo de batalla sembrado de cuerpos y metal retorcido. Nathan, herido y agotado, se desplomó contra una pared, su mirada perdida en el cielo que comenzaba a clarear. Habían resistido, pero apenas.

"Sobrevivimos a otra noche," murmuró, sin saber cuántas más podrían soportar.

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