Capitulo 139: Batalla por Ryloth

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La 2da Flota de Ryloth emergió del hiperespacio, sus motores silbando y vibrando mientras las enormes naves de guerra se posicionaban en la periferia de la órbita del planeta Treynak. Desde el puente del Venator, el Almirante Cale Rhaegis miraba las estrellas que titilaban en la inmensidad del espacio, su mente concentrada en la misión de recuperar Treynak. Sin embargo, una sensación de descontento ya se había asentado en su estómago; algo no estaba bien.

Rhaegis, un hombre curtido por décadas de batalla y una autoridad incuestionable en la flota, llevaba un aire de nerviosismo en sus gestos. Caminaba de un lado a otro sobre la plataforma de mando de su Venator, la Justicia de Ryloth, con los brazos cruzados y una expresión dura grabada en su rostro. Cada segundo que pasaba sin obtener noticias del planeta empeoraba su malestar. Había algo perturbador en el silencio del planeta.

—¿Alguna novedad? —preguntó, su voz grave resonando en la sala.

Uno de sus oficiales, el Capitán Levos, se acercó rápidamente desde la consola de comunicaciones, con una expresión seria que no auguraba buenas noticias.

—Señor, hemos intentado restablecer contacto con el planeta varias veces, pero todas las comunicaciones siguen muertas. No hay señales de vida, ni del puerto ni de las defensas de la capital. Es como si el planeta estuviera completamente silenciado —informó Levos, bajando la mirada momentáneamente.

El rostro de Rhaegis se endureció aún más. Esa confirmación solo añadía peso a sus temores. Treynak no había respondido a sus mensajes durante más de dos horas, algo absolutamente inusual para un puesto tan importante. El puerto espacial y las defensas orbitales eran clave para la resistencia, y ahora, sin comunicación, todo indicaba que algo había salido terriblemente mal.

El almirante respiró profundamente antes de hablar.

—Lanza sondas de reconocimiento. Necesito saber exactamente qué está pasando ahí abajo. —Ordenó sin demora, sus ojos fijos en la proyección holográfica del planeta.

Minutos después, las sondas fueron desplegadas, enviadas hacia la atmósfera de Treynak. Las naves de reconocimiento comenzaron a escanear las zonas críticas, capturando imágenes y datos del terreno. Rhaegis observaba desde su puente mientras las primeras imágenes empezaban a proyectarse en el holomapa de la sala de mando. Lo que vio lo dejó inquieto.

Las imágenes mostraban ruinas, columnas de humo ascendiendo desde la principal ciudad y un número inusualmente alto de vehículos terrestres en movimiento. Lo que fue aún más preocupante era que las fuerzas que controlaban ahora el planeta no eran las defensas aliadas. Droides, decenas de miles de droides, B1 y B2, avanzaban por las carreteras y plazas de la ciudad, claramente desplegados por la Confederación de Comercio.

El Capitán Levos se acercó de nuevo con una mirada sombría, mientras los informes de las sondas llegaban.

—Señor, hemos confirmado que el planeta ha sido completamente invadido por la Confederación. El puerto espacial ha caído, y todas nuestras posiciones defensivas han sido tomadas. No queda ninguna señal de nuestras fuerzas en la superficie.

Rhaegis se detuvo en seco. La derrota de Treynak era ahora un hecho innegable. El puerto espacial, un punto clave para la resistencia, había caído en manos enemigas. Su mente rápidamente trataba de formular una nueva estrategia, pero no pudo evitar sentir el peso de la tragedia que acababan de presenciar.

—¿Qué hay de la flota enemiga? —preguntó con frialdad, sin permitir que su voz revelara sus emociones.

El oficial encargado del reconocimiento orbital, un joven teniente con los ojos fijos en la consola de sensores, habló con preocupación en su voz.

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