Capitulo 122: Como si fuera magia

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En el frío y desolado mundo de Aiur Prime, uno de los últimos bastiones de los Protos en el norte de la galaxia, una titánica batalla entre los Protos y los Zerg se desataba con furia inigualable. Este planeta, antaño un símbolo de la grandeza de los Protoss, se encontraba ahora en el epicentro de una guerra de desgaste brutal, mientras la horda zerg avanzaba con una implacable ferocidad.

El cielo, teñido de nubes negras y violentas tormentas, se estremecía con el rugido de las naves de guerra Protoss y el zumbido de las criaturas voladoras Zerg. Las fuerzas de ambos bandos se extendían a lo largo de un vasto campo de batalla cubierto por las cicatrices de los enfrentamientos pasados. En la distancia, la capital de Aiur Prime, Kal'Sharr, brillaba bajo los últimos rayos de luz que penetraban la atmósfera cargada. Esta ciudadela era el último baluarte de los Protoss en el sistema, y su caída significaría el fin de todo.

Las fuerzas Protoss, lideradas por el inmortal Ejecutor Zaratul, se posicionaban en formaciones perfectas, símbolo de la disciplina y el honor de su raza. Los guerreros Zealot, con sus espadas psiónicas activas, estaban en primera línea, listos para defender cada centímetro del sagrado suelo. Tras ellos, inmortales y colosos resplandecían con energía arcana, sus cañones cargados para demoler las masas enemigas. En el aire, una flota de cazas Phoenix y naves capitales Tempest se mantenían en formación, preparadas para enfrentar a las gigantescas criaturas voladoras de los Zerg.

Frente a ellos, una marea de Zerg se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Los hidraliscos se movían con su letal precisión, sus afilados proyectiles venenosos listos para despedazar a cualquier Protoss que se interpusiera en su camino. Los mutaliscos surcaban el cielo, cazando en grandes enjambres mientras los ulraliscos, imponentes criaturas blindadas, abrían camino con sus masivos colmillos a través de cualquier estructura o unidad que se interpusiera. El rugido de la Mente Enjambre resonaba en el aire, conduciendo a las oleadas interminables de Zerg hacia el enemigo.

La batalla comenzó con un rugido ensordecedor. Los colosos Protoss, con sus inmensos cañones térmicos, lanzaron ráfagas de energía pura, barriendo a docenas de zerglings que cargaban a la velocidad del rayo. Los inmortales, con su armadura impenetrable, lanzaron descargas que destrozaron los gigantescos cuerpos de los ulraliscos, pero por cada uno que caía, parecía que dos más lo reemplazaban.

El frente de batalla se convirtió rápidamente en un caos abrumador. Los Zealots, imbuidos con el poder de su fe en el Khala, cargaban contra las criaturas Zerg con sus espadas psiónicas brillando, desmembrando a los zerglings y hidraliscos. Sin embargo, las oleadas eran interminables. Por cada Zerg que caía, más y más surgían de las colmenas, atacando sin descanso, desgastando las defensas Protoss poco a poco.

-"¡Aguantad, hermanos!", -gritó Zaratul a través de los canales de comunicación, su voz calmada y serena resonaba en la mente de sus guerreros. -"No cederemos este mundo a la oscuridad. Cada uno de vosotros lucha por la gloria de nuestra raza, por la preservación de Aiur."

A pesar de su férrea resistencia, los Protoss comenzaban a ceder terreno ante la implacable superioridad numérica de los Zerg. Las líneas defensivas, que en un principio parecían impenetrables, se quebraban lentamente bajo el asalto incesante. Los cañones de las fortalezas Protoss en las colinas cercanas al frente comenzaron a sobrecalentarse debido al fuego constante. La energía psiónica de los templarios oscuros y altos templarios, que atacaban desde la retaguardia, empezaba a agotarse tras horas de uso intensivo.

Los enjambres zerglings se infiltraban por los flancos, forzando a los Protoss a dividir sus fuerzas. Lurkers, criaturas capaces de excavar y lanzar espinas desde el suelo, acechaban bajo la tierra, esperando a emboscar a los guerreros Protoss desprevenidos. La tierra temblaba bajo los pasos de los ulraliscos, que con sus poderosos ataques devastaban las líneas Protoss, forzándolos a retroceder hacia posiciones más fortificadas.

El aire también se convirtió en un campo de batalla encarnizado. Los cazas Phoenix, ágiles y poderosos, mantenían a raya a los mutaliscos, derribando a docenas con sus rayos de energía, pero la cantidad de criaturas voladoras era abrumadora. De repente, un rugido aún más profundo resonó en el campo de batalla: los guardianes, monstruosos Zerg capaces de bombardear desde largas distancias, comenzaron a lanzar su carga letal sobre las posiciones Protoss, destruyendo defensas y silenciando cañones.

-"¡No podemos contenerlos!", -gritó uno de los templarios altos a Zaratul, mientras un enjambre de hidraliscos destruía un pelotón completo de inmortales. -"Necesitamos refuerzos o pronto no quedará nada para defender."

Zaratul sabía que la situación era desesperada, pero no podía permitirse el lujo de ceder. Si Aiur Prime caía, no habría barrera alguna entre los Zerg y el corazón de la civilización Protoss.

-"Concentrad vuestro fuego en los ulraliscos y guardianes. No podemos permitir que destruyan nuestras posiciones avanzadas", -ordenó Zaratul. -"Que los templarios oscuros se preparen para emboscar a los refuerzos del enjambre".

Mientras tanto, en el otro extremo del campo de batalla, los colosos luchaban por contener la marea zerg, lanzando ráfagas de energía que incineraban hordas de enemigos, pero las líneas Zerg nunca flaqueaban. Sus ataques parecían coordinados por una única mente implacable que no cesaba ni un segundo. La estrategia zerg estaba clara: abrumar a los Protoss con su número, agotarlos poco a poco hasta que no quedara nadie que resistiera.

El combate se volvió una guerra de desgaste. Durante días, las fuerzas Protoss resistieron, utilizando cada táctica a su disposición. Los templarios altos convocaron tormentas psiónicas devastadoras que arrasaban con los zerglings y los hidraliscos en segundos, pero incluso esas poderosas tormentas solo ralentizaban el avance enemigo.

La Mente Enjambre, consciente de su ventaja numérica, no tenía intención de frenar. Los Zerg, motivados por su impulso biológico de consumir y destruir, continuaban enviando oleada tras oleada, ignorando las pérdidas masivas. Sabían que eventualmente los Protoss se verían abrumados. Y con cada día que pasaba, más planetas caían bajo la garra devoradora del enjambre. Cada victoria de los Zerg les daba más biomasa para expandir sus colmenas y crear más y más unidades.

Finalmente, tras semanas de batalla, la situación en Aiur Prime alcanzó su punto crítico. Los Protoss habían sido empujados hacia las murallas exteriores de Kal'Sharr, y sus líneas de suministro estaban al borde del colapso. Zaratul, sabiendo que el sacrificio de Aiur Prime era inevitable, dio la orden de evacuar a los sobrevivientes. Mientras los transportes Protoss abandonaban el planeta bajo el fuego enemigo, los últimos guerreros restantes hicieron un último esfuerzo por retrasar el avance Zerg.

Con el rugido final de los cañones Protoss y el resplandor de las últimas tormentas psiónicas, Aiur Prime cayó. Los Zerg, habiendo ganado otro mundo en su avance hacia la capital de los Protoss, devoraron todo lo que quedó a su paso, transformando el planeta en una ruina.

Pero Zaratul sabía que esta no sería la última batalla. Mientras el enjambre Zerg avanzaba, los Protoss se preparaban para la próxima gran ofensiva, sabiendo que cada día era una lucha por la supervivencia de su raza.

 Mientras el enjambre Zerg avanzaba, los Protoss se preparaban para la próxima gran ofensiva, sabiendo que cada día era una lucha por la supervivencia de su raza

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