Relatos de guerra #10

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Batalla del Vórtice de Caliban:

A bordo del Aquila Nova, una de las naves escoltas del Gobernador Altalick, la tripulación observaba con una mezcla de asombro y orgullo cómo la jugada maestra del gobernador en la Batalla del Vórtice de Caliban se desarrollaba ante sus ojos. Los cañones de las grandes naves de la flota lunar abrían fuego con precisión mortal, golpeando los cruceros del Covenant uno tras otro. Las naves enemigas, que hasta hace poco parecían una amenaza invencible, ahora explotaban en enormes bolas de fuego en el vacío del espacio, incapaces de resistir la ofensiva coordinada y devastadora que Dormund había planeado con tanto cuidado.

El capitán del Aquila Nova, Elrick Thorne, se mantuvo firme en el puente, con los ojos clavados en las pantallas tácticas y los ventanales panorámicos que ofrecían una vista perfecta de la carnicería cósmica. A su alrededor, los oficiales y soldados de la tripulación intercambiaban miradas de alivio y satisfacción mientras los restos de la flota Covenant caían ante ellos.

—"Lo hemos logrado", murmuró uno de los oficiales de comunicaciones. "Estamos ganando".

Elrick asintió, sabiendo que la victoria estaba cerca, pero aún sin querer bajar la guardia. El espacio, frío e insondable, rara vez era tan sencillo. Se giró hacia su oficial táctico.

—"Mantengan la formación. No permitamos que la confianza se convierta en nuestra perdición", ordenó.

De repente, una alarma ensordecedora rompió la tranquilidad del puente. Las pantallas tácticas, que hasta ese momento habían mostrado el retroceso de las fuerzas enemigas, comenzaron a parpadear con nuevos contactos. Docenas de señales comenzaron a aparecer en la retaguardia de la flota lunar.

—"¡Capitán, una segunda flota del Covenant ha salido del vórtice subespacial!", gritó el oficial táctico. "¡Nos han flanqueado!"

Elrick sintió cómo su estómago se encogía. Habían caído en una trampa Mientras la flota lunar había estado concentrada en destruir la retaguardia enemigo, el Covenant había aprovechado el momento para enviar una segunda oleada a sus espaldas. Era una jugada tan mortal como inesperada. El pánico comenzó a propagarse por la nave, mientras los tripulantes entendían la gravedad de la situación.

—"¡Capitán, nos están rodeando!" —dijo uno de los operadores de radar—. "¡Están abriendo fuego!"

Una lluvia de proyectiles de plasma y misiles gravitacionales impactó la formación lunar, desgarrando las naves que hasta hace poco habían estado celebrando la victoria. Elrick vio, impotente, cómo los cruceros y fragatas cercanas a su nave explotaban una tras otra, iluminando el espacio oscuro con destellos apocalípticos.

—"¡Todos a sus puestos de combate!", rugió Elrick. "¡Prepárense para devolver el fuego!"

Los cañones de riel del Aquila Nova comenzaron a disparar de inmediato, enviando proyectiles hipersónicos contra las naves Covenant que se acercaban con una velocidad y fuerza demoledora. A pesar del caos y la destrucción a su alrededor, la tripulación de la nave mantuvo la calma, cada uno cumpliendo con su deber. Los artilleros se aferraban a los controles de sus armas, lanzando salvas contra los cruceros enemigos, golpeando algunos de ellos con precisión, pero el número de enemigos parecía inagotable.

Elrick Thorne se mantuvo de pie en el centro del puente, sus ojos fijos en las pantallas. Sabía que las posibilidades de sobrevivir a este ataque eran mínimas, pero también sabía que no cederían sin dar pelea.

—"Capitán, los escudos están cayendo. No resistiremos mucho más", informó el oficial de ingeniería, su voz temblando mientras las consolas chisporroteaban y los sistemas comenzaban a fallar.

—"Sigan disparando", respondió Elrick, su voz firme como el acero. "No detengan el fuego hasta el último segundo. Si este es nuestro final, que el enemigo lo pague caro".

La nave temblaba violentamente bajo los constantes impactos del plasma Covenant. El puente se llenó de humo y chispas mientras las consolas explotaban y los sistemas comenzaban a fallar en cascada. La luz de las alarmas rojas bañaba a la tripulación en un resplandor ominoso.

A pesar del caos, los cañones de riel del Aquila Nova seguían disparando, y cada impacto que lograban infligir en las naves enemigas era una pequeña victoria, un recordatorio de que no se rendirían fácilmente. Elrick podía ver cómo una de las naves Covenant comenzaba a tambalearse tras recibir una salva directa de su artillería pesada, explotando en una nube de fuego y escombros.

Pero la situación era insostenible. Las naves enemigas los superaban en número y poder de fuego, y las defensas de la nave estaban colapsando rápidamente. En el puente, algunos miembros de la tripulación ya comenzaban a perder la compostura, gritos de pánico resonaban entre los controles, mientras otros seguían aferrándose a sus tareas, decididos a luchar hasta el final.

Finalmente, un golpe devastador alcanzó los motores principales del Aquila Nova, sacudiendo la nave de proa a popa. Las luces parpadearon, y el sonido ensordecedor de la fractura de los cascos se hizo evidente. Elrick miró por última vez a su tripulación, consciente de que su fin estaba cerca.

—"Ha sido un honor, sirviéndoles a todos", dijo, su voz calmada ante lo inevitable. "Disparen hasta el último segundo".

El fuego cruzado continuó mientras los cañones de riel rugían por última vez, disparando con furia hacia las naves Covenant. Pero no había más esperanza. En un último y aterrador destello de luz, el Aquila Nova fue impactado por un rayo de plasma directo a su reactor, y en un instante, la nave estalló en una explosión brillante, desapareciendo en el vacío del espacio.

A pesar de su sacrificio, los ecos de su resistencia resonarían por siempre en la memoria de la flota lunar. El Aquila Nova había caído, pero su valentía y lucha hasta el último aliento fueron un símbolo de la determinación inquebrantable que caracterizaba a la humanidad en su lucha por la supervivencia.

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