Capitulo 124: Conflictos internos

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La sala del Consejo en la Tierra estaba en silencio, pero no era un silencio cómodo, sino tenso, casi asfixiante. Las paredes de mármol blanco y las columnas imponentes reflejaban la luz artificial, proyectando una frialdad que coincidía con el ánimo de los presentes. El aire estaba cargado de expectación. Tadeus, sentado en la cabecera de la mesa circular, mantenía la mirada fija en la pantalla de su datapad, donde los informes más recientes del frente le confirmaban lo que ya temía: los mundos fronterizos estaban cayendo, uno tras otro, bajo el peso de la guerra. Las evacuaciones civiles se habían intensificado, y muchos de esos planetas ahora no eran más que fortalezas militares vacías de vida, excepto por las tropas que las defendían.

Los gobernadores de los mundos fronterizos y otros altos mandatarios habían sido convocados de urgencia a esta reunión en la Tierra. Algunos de ellos conectados de forma remota desde sus respectivos sistemas, pero todos compartían una misma preocupación: la guerra se estaba tornando interminable. Llevaban nueve meses en un conflicto brutal con la Confederación, y las pérdidas humanas ya se contaban por millones. Las batallas eran interminables y el costo tanto en recursos como en vidas era insostenible.

El Gobernador Kael, representante del mundo de Haland, fue el primero en romper el silencio. Se puso de pie y miró directamente a Tadeus, su rostro demacrado y cansado por la tensión constante del conflicto.

—"Señor Tadeus, la situación en los mundos fronterizos es insostenible. Las evacuaciones civiles continúan, pero la gente está huyendo, no solo de las bombas y los ataques, sino de la desesperanza. Mis ciudadanos ya no creen que esta guerra pueda ganarse, y francamente, yo tampoco", dijo, su voz quebrándose al final de la frase.

Un murmullo recorrió la sala. Era evidente que Kael no estaba solo en sus preocupaciones. Otros gobernadores asintieron, algunos incluso murmurando palabras de acuerdo. Tadeus, sin embargo, permaneció en silencio, observando con atención cada reacción.

El Gobernador Calen Drex del planeta Thalmos IV se adelantó en la conversación. Era un hombre de carácter fuerte, con una reputación de ser un estratega firme y directo, pero incluso él parecía estar al borde de la desesperación.

—"No podemos seguir así", continuó Drex. "Nuestras tropas están agotadas, nuestros recursos se están agotando, y el sector sur es un cementerio. El enemigo parece inagotable. Llevamos meses luchando y perdiendo hombres en un conflicto que parece no tener fin. Mis soldados ya no tienen fuerzas, y nuestra economía está tambaleándose. No podemos seguir perdiendo millones de vidas y planetas en un conflicto sin salida".

El tono de la reunión se volvió más sombrío con cada palabra. Los informes de bajas y de mundos convertidos en fortalezas militares vacías de población civil creaban una atmósfera de pesimismo. Algunos gobernadores comenzaron a murmurar entre ellos, discutiendo la posibilidad de un tratado de paz con la Confederación. Aeryn Vos, gobernador de Lumenara, se atrevió a proponerlo en voz alta:

—"Quizá sea hora de considerar una negociación con la Confederación. Sabemos que no estamos en posición de ganar fácilmente. La población está harta, las pérdidas humanas son insostenibles, y si seguimos así, arriesgamos la supervivencia de nuestras colonias. Necesitamos un alto al fuego, una tregua. Al menos, algo que nos dé tiempo para reagruparnos y recuperar fuerzas. Tal vez incluso podamos negociar un tratado de paz razonable".

La propuesta de Voss resonó en la sala. Era una idea que muchos habían pensado pero pocos se habían atrevido a decir en voz alta. Durante unos segundos, el silencio volvió a reinar en la sala del consejo, mientras los presentes evaluaban las palabras de Voss. Tadeus sabía que algo así estaba en la mente de varios de los gobernadores, pero escucharlo en voz alta lo hacía más real.

Sin embargo, antes de que alguien más pudiera intervenir, Tadeus se levantó de su asiento. Su figura, alta y delgada, proyectaba una sombra larga en la sala, y su rostro, aunque sereno, estaba marcado por la gravedad de la situación. Él sabía que esta guerra no era simplemente un enfrentamiento territorial; era una lucha por la supervivencia y el futuro de la Federación Humana.

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