XI

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Natanael Cano

Veía a lo lejos cómo Camila platicaba con Gabito y Tapia en la entrada del edificio. Su postura era relajada, su sonrisa fácil y la forma en la que se reía con tanta naturalidad. Parecía otra persona, alguien completamente diferente a la mujer que me miraba con frialdad y hablaba conmigo en monosílabos cada vez que teníamos alguna interacción.

Era frustrante. Con cualquier otra persona todo fluía. Sus expresiones eran abiertas, naturales, sus risas, genuinas. Y entonces yo aparecía en la ecuación, y toda esa calidez desaparecía en un instante.

Desde que me di cuenta que la había juzgado mal, me he dedicado a prestarle más atención, intentando descifrarla aunque sea un poco más. Me he dado cuenta de que ella no es tan impenetrable como aparenta conmigo. Tiene una facilidad natural para conectar con los demás, para hacer que las conversaciones fluyan.

Pero conmigo
Pura verga
👍

Cuando volví a enfocarme, los vi avanzar, pero ya era muy tarde para disimular, ya me habían visto. Camila levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los míos y sucedió lo mismo de siempre: la incomodidad y tensión se vieron reflejadas en ella.

Mis amigos también me vieron, pero sus reacciones fueron las mismas de siempre, hicieron un gesto con la cabeza a modo de saludo mientras caminaban hacia mi. Camila, en cambio, apartó la mirada rápidamente y la vi despedirse de ellos, para después avanzar hacia su oficina.

Resignado, comencé a avanzar con mis amigos hacia la sala de producción.

Tiempo después, salí en dirección a la oficina de Camila. Me sentía mal por haberla juzgado, por cómo me comporté. No quería que se quedara con esa impresión de mí.

- Hola, Cami - saludé intentando parecer amistoso.

Ella levantó la vista de los papeles que tenía frente a ella, pero no dijo nada de inmediato. Su mirada era neutral, pero claro que su postura se tensó ligeramente.

- Hola - respondió al fin con tono frío.

- ¿Qué haces? - pregunté adentrándome.

Me miró arqueando una ceja mientras me sentaba.

- Trabajando - respondió con simpleza, volviendo la vista a sus papeles.

Me acomodé mejor en la silla frente, ignorando por completo su evidente incomodidad.

- Siempre estás trabajando.

- Por algo estoy aquí, ¿no? - dijo obvia, sin siquiera levantar la vista de los papeles frente a ella.

Me incliné ligeramente hacia adelante, apoyando mis codos en las rodillas mientras la miraba trabajar.

- ¿Y en qué trabajas?

- Natanael, no quiero ser grosera, pero, ¿qué haces aquí? - preguntó, mirándome con una mezcla de fastidio e incomodidad.

Sonreí de lado, apoyándome un poco más en la silla como si estuviera completamente cómodo en su oficina.

- Vine a platicar un rato - hablé despreocupado.

- Estoy trabajando - murmuró regresando la vista a los papeles.

- ¿Ya comiste? - dije ignorando sus pocas ganas de hablar conmigo.

- No.

- ¿No me vas a preguntar si ya comí?

Suspiró, comenzando a teclear en la computadora.

Estrellas | Natanael Cano  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora