XXXVI

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Camila Hastings

Abrí los ojos de golpe sintiendo mi respiración agitada. Me repetía que había sido solo una pesadilla, pero por mi mente no dejaban de pasar pequeños fragmentos de la misma.

Con las manos temblorosas, tomé mi celular y marqué su número. Al poco tiempo respondió, pero escuché música de fondo y el nudo en mi estómago se intensificó al saber lo que estaría haciendo y los muchos videos que lo confirmarían.

- ¿Cami? ¿Estás bien? - habló del otro lado de la línea mientras escuchaba la música alejarse cada vez más.

Mordí mi labio sintiéndome tonta por haberlo buscado.

- ¿Amor? ¿Qué pasa?

- Nada - murmuré - perdón por molestarte, pensé que ya estarías en el hotel.

- No me molestas, Cami - respondió suavizando su voz - ¿qué pasa?

- Nada, Nat, en serio... volveré a dormirme, diviértete.

Sin dejarlo decir algo más, colgué la llamada para después apagar mi celular. Me recosté soltando un suspiro pesado y mi mente viajó a la primera vez que tuve una pesadilla durmiendo con Natanael:

"- Cami - escuché a lo lejos - mi amor, despierta.

Me removí, sintiendo una presión en el pecho y la respiración agitada.

- Millie, despierta, amor.

Abrí los ojos bruscamente, y no tardé en darme cuenta de que estaba llorando.

Natanael estaba inclinado sobre mí, su rostro lleno de preocupación. La luz de la habitación era tenue, y la suavidad en su mirada hizo que soltara un solos, aunque también me dio cierta calma.

- Shh... tranquila, mi amor - susurró, tomándome entre sus brazos.

Me aferré a el con fuerza, escondiendo el rostro en su pecho mientras mis lágrimas seguían cayendo.

- No te preocupes, mi amor, estoy aquí... todo está bien.

La sensación de su abrazo me ayudó a calmarme, aunque la pesadilla seguía acechando mi mente.

- Es solo una pesadilla, Cami - dijo, como si leyera mis pensamientos - no tienes nada que temer. Estoy aquí, y siempre lo estaré.

Suspiré profundamente, cerrando los ojos mientras intentaba concentrarme en sus caricias en mi cabello.

- Cántame - pedí en un hilo de voz.

Natanael me acomodó contra su pecho y comenzó a cantar Mi bello ángel con voz baja y tranquila.

Su voz, siempre tan reconfortante, me hizo sentir más segura. Cerré los ojos, dejándome llevar por la canción mientras su abrazo me envolvía. Poco a poco, el temor y la ansiedad comenzaron a desvanecerse, y me sentí más en paz.

- Gracias, Nat - murmuré, cuando terminó la canción.

Él sonrió suavemente, acariciando mi cabello con ternura.

- Siempre que lo necesites, Millie - respondió dejando un beso en mi cabeza - esa canción es toda tuya.

Me aferré un poco más a él, sintiendo cómo el calor de su abrazo me envolvía y me daba la calma que tanto necesitaba.

- Te quiero, Cami."

Desperté al sentir al Ollie removerse en la cama y reí al darme cuenta que su cabeza descansaba en mi almohada y a mi me había dejado solo un pedacito. Acariciaba su cabeza mientras encendía mi celular y murmuré una maldición al ver la hora, era muy tarde. Después de la pesadilla, mi mente no me dejó dormir hasta que el amanecer comenzó.

Estrellas | Natanael Cano  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora