II

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Camila Hastings

- ¿Te parece bien? - le pregunté a Gabito.

El asintió sonriente.

- Al tiro, Cami, gracias.

Sonreí, contenta de que estuviera conforme con mis ideas.

- Me pondré a trabajar en eso, entonces - dije mirando mi libreta - ¿necesitas algo más?

Hizo el ademán de hablar pero su mirada se dirigió a la puerta, que fue abierta por Natanael, entrando a la sala con un gesto de disgusto. Nos lanzó una mirada rápida, sin demasiado interés, y luego caminó hacia el sillón.

- ¿Qué pedo, pa'? - saludó Gabito, Natanael hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo.

Hubo un breve silencio incómodo, y, sintiéndome algo fuera de lugar, intenté retomar la conversación.

- Te daré más detalles cuando me den una respuesta - hablé, intentando ignorar al tensión que se formó.

- Si, Cami, gracias - respondió con una sonrisa, como si intentara aligerar el ambiente.

De reojo, noté que Natanael seguía ahí, observándonos con los brazos cruzados y una expresión que parecía de aburrimiento, aunque era difícil saberlo con exactitud.

No me sentía especialmente bienvenida, desde el día que nos presentaron no he cruzado más palabras con el, pero no se si es así de serio con todos, en sus redes se veía muy diferente.

- Nos vemos luego - dije regresándole la sonrisa.

Nos despedimos con palabras rápidas y, al caminar hacia la puerta, sentí la mirada de Natanael clavada en mi espalda, pero decidí no mirar atrás.

Estando ya en mi oficina me puse a trabajar en mis pendientes y, tiempo después, salí en dirección a la sala de producción de nuevo.

Toqué la puerta y fue abierta por Gabito, al fondo vi a Natanael, quien rodó los ojos soltando un bufido al verme. 

- ¿Interrumpo? - pregunté enfocándome en Gabito, intentando disimular la mueca que quería asomarse.

- Para nada, Camila, ¿qué pasa? - respondió haciéndose a un lado para dejarme entrar.

Caminé hacia el sillón y coloqué unos papales sobre la mesa, ignorando la mirada poco amigable que Natanael me ofreció desde su asiento.

- La revista quiere hacerte un entrevista - comencé mientras el sentaba a mi lado - aquí están unos borradores de lo que probablemente te preguntarán y lo que puedes responder.

Gabito tomó los papeles y empezó a hojearlos con interés.

- Gracias, Cami. Esto me sirve un chingo, la neta - dijo sonriendo ampliamente.

De reojo, noté a Natanael recostado en el sillón, observándome con una mezcla de aburrimiento e irritación.

- Si quieres agregar algo a las respuestas, para que sean más personales, podemos revisarlo juntos - sugerí, tratando de ignorar la incomodad que sentía con la mirada constante de Natanael.

- Simón, lo reviso y más tarde voy contigo, ¿está bien? - preguntó mientras seguía leyendo los papeles.

- Claro, tú me dices la hora.

Natanael soltó un bufido y dejó caer la cabeza atrás, mirando al techo como si no pudiera soportar un segundo más de la conversación.

Gabito lo miró alzando una ceja y antes de que pudiera decir algo, su celular sonó, se levantó con rapidez diciendo que no tardaría.

La puerta se cerró detrás de él, y la incomodidad que quedó era casi palpable. No quería mirarlo, pero sentía su presencia como un peso.

- Natanael.

El levantó la cabeza lentamente, como si apenas tuviera energía para prestarme atención, y me miró con esa expresión de fastidio que parecía ser su estado natural.

- ¿Qué? - respondió seco, cruzado de brazos.

Respiré hondo, decidiendo mantener la calma a pesar de su actitud.

- La rueda de prensa sobre la alianza será en dos días.

Alzó una ceja, como si le costara creer que eso era lo más importante que tenía que decirle.

- ¿Y? - preguntó, ladeando la cabeza con una mezcla de desinterés y desafío.

- ¿Vas a necesitar ayuda para saber lo que dirás? - dije mirándolo directamente, tratando de mantener la compostura ante su actitud.

Soltó una risa seca, como si la pregunta le pareciera absurda.

- ¿Crees que necesito que alguien me diga qué decir? - habló sarcástico, enderezándose un poco en el sillón.

- No lo sé, por eso pregunto - respondí encogiéndome de hombros, sin dejarme intimidar - solo estoy haciendo mi trabajo.

- ¿Tú vas a estar en la rueda de prensa? - preguntó mirándome con los ojos entrecerrados, asentí con la cabeza - ¿hablando?

- Pues si - dije obvia, notando cómo rodaba los ojos con exasperación.

- ¿Por qué vas a estar tú? - replicó tallando su rostro - tú no eres el director ni nada pa' estar ahí.

Me crucé de brazos, mirándolo con paciencia forzada.

- Porque así me lo pidieron y porque soy la responsable de comunicación - respondí con tono neutral - es mi trabajo.

- ¿Es tu trabajo o le pediste a tu papi estar ahí? - habló burlón, mirándome con una ceja alzada.

- ¿Cuál es tu problema conmigo? - pregunté sin siquiera pensarlo.

- ¿Mi problema? - repitió alzando las cejas - que eres una de esas persona que solo está aquí porque alguien más la metió. Crees que todo es fácil, que todo te lo van a dar.

El tono de su voz me irritó, pero me mantuve firme, sin dejar que sus palabras me hicieran perder la calma.

- Y no porque seas hija de papi significa que todos te vayan a tratar bien - continuó - no es mi problema que nunca hayas batallado ni por un pinche vaso de agua y quieras que todo el mundo te trate como princesita.

Mi respiración se volvió más profunda mientras escuchaba cada palabra, su tono agresivo comenzaba a calarme, pero me negaba a reaccionar de la manera que él esperaba.

- Para ser alguien que aguantó muchas críticas - comencé, sintiendo mi enojo crecer - juzgas a las personas sin conocerlas.

Rió con amargura mientras asentía con la cabeza.

- Pues si - respondió seco - y por quien soy ahora no tengo que andar aguantando niñas como tú.

- Yo tampoco tengo que andar aguantando cantantes que ya se les subió.

Sin esperar respuesta, me levanté en dirección a la puerta.

- Si, mija, si - escuché a mis espaldas.

Cerré los ojos aguantándome las ganas de responder algo.

Lo que me caga que me digan mija

Salí de la sala, intentando detener el temblor de mis manos. Aunque no quisiera admitirlo, sus palabras me habían afectado más de lo que quería reconocer.

Estrellas | Natanael Cano  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora