Estrellas | Natanael Cano

XXXIII

Camila Hastings

- Cami - me llamó desde la cama.

- Mande, amor - respondí mirándolo por un segundo a través del espejo del tocador antes de seguir maquillándome.

- ¿No crees que deberías venir a vivirte para acá?

Me detuve en seco al escucharlo, pensando que tal vez, eso significaría formalizar lo nuestro.

- ¿De verdad lo quieres?

Él se acomodó mejor en la cama, apoyando su cabeza en una de las almohadas mientras me observaba fijamente.

- Si, chula - respondió con seriedad, pero manteniendo su tono tranquilo - muchas de tus cosas ya están aquí y yo creo que ya duermes más aquí que en tu casa.

Reí levemente asintiendo con la cabeza.

- Pero... - comencé, girándome a el, sintiendo los nervios aumentar - ¿eso qué significa?

- ¿Qué cosa?

- Vivir juntos... ¿cambiaría algo entre nosotros?

Se quedó un momento en silencio y pude sentir la frustración y la tristeza invadirme. Sin esperar una respuesta, me giré hacia el espejo y continué maquillándome tragándome el nudo que comenzaba a formarse en mi garganta.

- Cami... - murmuró incorporándose - no quiero pelear... solo era una idea.

Decidí no responder, yo tampoco quería pelear.

Por un instante, ni él ni yo dijimos nada. La habitación se llenó de un silencio incómodo, y mientras trataba de enfocarme en el reflejo, las dudas empezaron a pesar más. ¿Cómo es que, después de todo, quiere que las cosas sigan igual? Han pasado meses, OCHO MESES. 

Quiere que vivamos juntos pero no quiere formalizar?
QUÉ CHINGADOS TIENE EN LA CABEZA ESTE HOMBRE?

De repente, sentí su presencia a mi lado y antes de que pudiera reaccionar, Natanael pasó sus manos suavemente por mi espalda, deteniendo mis movimientos.

- Cami... - susurró, su tono preocupado - no quería que te sintieras así.

- Estoy bien - murmuré sosteniendo con fuerza la brocha antes de pasarla por mi rostro - tengo que terminar, se me va a hacer tarde.

- Amor... - susurró de nuevo, esta vez más cerca.

Me tensé aún más, pero él no se apartó. Se quedó allí, apoyando una mano en mi hombro, como si esperara que yo lo mirara.

- En serio, Natanael - dije comenzando a guardar el maquillaje - se me va a hacer tarde.

Lo escuché suspirar y se apartó lentamente. Aún sin mirarlo, caminé hacia el closet para terminar de vestirme. Ambos terminamos nuestra rutina en silencio, aunque podía sentir su mirada fija en mi.

- ¿No te irás conmigo? - preguntó al verme sacar las llaves de mi auto.

Negué agachándome para despedirme de Papito.

- Quiero ir al gimnasio saliendo de la oficia, hace mucho no voy. 

Natanael se quedó en silencio por un momento, apoyándose contra el marco de la puerta mientras me observaba.

- ¿Todo bien?

- Si, todo bien - respondí tratando de mantener la calma mientras caminaba hacia el.