XXIX

900 122 35
                                    


Camila Hastings

El sonido de su respiración se hizo más intenso y unos segundos de silencio pasaron, pero luego su voz llegó más suave, casi suplicante.

- No quiero que estemos así, Cami.

Cerré los ojos y suspiré, tomando una decisión sin pensarlo más.

- Unos minutos, Natanael. Solo unos minutos.

Colgué y apreté el celular con fuerza mientras me dirigía hacia la puerta sintiendo mi corazón latir cada vez más rápido.

Abrí la puerta principal, encontrándomelo recargado en su auto. Natanael levantó la cabeza en cuanto escuchó el sonido de la puerta abriéndose. Sus ojos, aún cargados de preocupación, se encontraron con los míos, y por un instante, ambos nos quedamos en silencio.

Él dio un paso hacia mí, sin dejar de mirarme con ese aire de vulnerabilidad que no le solía mostrar.

- Gracias por dejarme verte, Cami - dijo en voz baja, como si esas palabras pudieran calmar todo lo que estaba pasando entre nosotros.

Mi cuerpo, a pesar de mi intento de ser firme, se sintió atraído hacia él.

- No quiero estar sin ti, mi amor - murmuró tomando mi mano por bajo.

Miré su mano sobre la mía, sintiendo el calor de su toque, y por un momento me quedé allí, sin saber qué hacer ni qué decir.

- No quiero estar sin ti - repitió con más firmeza - de verdad no quiero.

- Natanael... - comencé, tomando aire, pero las palabras se atoraron en mi garganta - no es tan fácil.

- Lo sé, Cami - respondió inclinándose un poco hacia mi - pero no quiero perderlo. No quiero perderte.

- Yo tampoco - admití en un susurro, sintiéndome completamente vulnerable.

Apretó ligeramente mi mano, como si esas palabras fueran la respuesta que había estado esperando.

- Tú siempre eres y serás mi prioridad - habló mirándome a los ojos - quien realmente me importa, no dudes de eso, por favor.

Mis ojos se encontraron con los suyos, y por un momento, sentí como si el tiempo se detuviera. La sinceridad en su voz, en su mirada, me hizo cuestionar todas las dudas que había tenido.

- No sé que decirte, Nat - murmuré bajando la mirada a nuestras manos.

- Dime que estamos bien, chula - dijo con suavidad, buscando mis ojos - que podemos regresar a lo que teníamos.

Me sentí atrapada entre lo que quería y lo que sabía que era mejor. Pero, al mirarlo a los ojos, sentí que las palabras salieron sin permiso.

- Estamos bien - respondí apenas audible, sintiendo que me estaba fallando a mi misma.

El sonrió, una sonrisa que no era del todo completa, pero era sincera, y me atrajo hacia el envolviéndome en sus brazos.

- Gracias, mi amor - susurró en mi oído apretándome con fuerza.

Me aferré a el, sintiendo el calor de su abrazo, un refugio temporal de la confusión y la tristeza que aún pesaban en mi corazón. A pesar de lo que había sucedido, su cercanía, su respiración, me daban una sensación de consuelo, como si tal vez, por un momento, estar con el de esta manera pudiera ser suficiente para mí.

- Ven a dormir conmigo - habló con suavidad, separándose un poco - no quiero estar lejos de ti, Cami. Te extrañé mucho estos días.

- Ya es tarde, Nat - contesté tratando de sonar tranquila, pero la idea me aterraba - tengo que ir por ropa y...

Estrellas | Natanael Cano  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora