XXVII

938 135 17
                                    


Camila Hastings

Sentía su respiración tranquila en mi cuello y su brazo rodeando con firmeza mi cintura, pero a pesar de la calidez que sentía de estar así con el, no podía dormir. Mi cabeza no dejaba de buscar una respuesta al por qué Natanael no quiere estar solamente conmigo.

Mi mente comenzaba a divagar, imaginando todas las posibilidades, mientras su abrazo me mantenía anclada a esa sensación reconfortante que también me confundía. Tal vez estaba sobreanalizando todo, pero no podía evitarlo. Los momentos que compartíamos me hacían cuestionar si todo esto, todo lo que estaba sintiendo, iba a llevar a algún lugar o si era solo algo pasajero.

Me removí en la cama, para poder ver su rostro. Estaba dormido con una expresión tranquila, tan serena que me hizo sentir una mezcla de calma y frustración. ¿Cómo podía dormir tan plácidamente cuando yo estaba echa un lío? Tratando de encontrar una razón que no fuera que no soy suficiente para el.

Dejé un beso suave en su mejilla antes de soltarme con cuidado de su agarre y levantarme. Me cambié intentando no hacer ruido y salí de su casa en dirección a la mía, tratando de ocupar mi mente en otra cosa que no fuera todas las preguntas para las que no tenía respuesta.

Lo único que tenía seguro era que Natanael había logrado que lo quisiera lo suficiente cómo para estar dispuesta a seguir con esto, aunque fuera de una manera en la que yo no quería.

Con ese pensamiento me dormí, deseando que mañana, todo esto se sintiera más ligero.

- ¿Bueno? - dije irritada al teléfono, era como la quinta vez que sonaba y no me dejaba dormir.

- Camila, ¿qué pedo? - abrí los ojos de golpe al escuchar su voz - tengo un chingo marcándote y mandándote mensajes. 

Me quedé en silencio, sin saber qué decir.

- ¿Dónde estás, Camila? - insistió, y la molestia no pasó desapercibida en su voz.

- Estoy en... en mi casa - respondí en voz baja.

Hubo un silencio tenso del otro lado de la línea antes de que su voz volviera.

- ¿Y qué chingados haces ahí? Si anoche estabas conmigo.

Solté una risa nerviosa, sintiéndome un poco culpable por no haberle avisado antes.

- Me desperté temprano y no te quise molestar, así que me vine - mentí, tratando de sonar calmada.

- No mames, morra, me dijeron que te fuiste en la madrugada.

- Ya había amanecido - susurré, sin tener nada para defenderme.

Lo escuché suspirar, logrando aumentar mis nervios.

- ¿Te llevó el chofer? - preguntó con la voz un poco más tranquila.

- Me vine en uber.

Escuché un fuerte respiro del otro lado de la línea.

- ¿Cómo en Uber, mija?

- Pues no es mi chofer, Natanael - respondí sintiéndome un poco frustrada y puedo jurar que rodó los ojos.

Hubo una pausa antes de que hablara, su voz más suave pero aún con un poco de molestia.

- ¿Por qué no me avistaste que te ibas? Estaba preocupado, Camila.

Sentí un nudo en el estómago al escuchar su tono, pero me esforcé por mantener la calma.

Estrellas | Natanael Cano  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora