XIII

1K 144 15
                                    


Natanael Cano

- Dame un beso - solté inclinándome un poco hacia ella.

Ella me miró sorprendida, pero rápidamente recobró la compostura, cruzando los brazos con una sonrisa juguetona.

- Ya andas borracho, ¿no?

- Tal vez - dije encogiéndome de hombros.

Soltó una risa suave, pero pareció no molestarse.

- ¿No me vas a besar? - insistí con una sonrisa de lado.

- Yo no ando tan borracha, Rubén - respondió burlona.

- ¿Entonces me estás rechazando? - pregunté, alzando la ceja con una sonrisa desafiante.

- Eso parece - dijo igual de desafiante que yo.

- ¿Ni pa' reforzar la amistad?

Ella me miró por un momento, como evaluando la situación, y luego dejó escapar una risa burlona.

- Yo no me llevo así con mis amigos.

- Pues está bien, seré el primero.

- No más alcohol para ti - dijo tomando mi vaso - ya andas alucinando.

Le sonreí de lado, sin dejar de disfrutar de la situación.

Pronto cae 😎

- ¿Estoy alucinando o tú te estás resistiendo demasiado?

- Tal vez ambos - replicó con una sonrisa divertida.

Antes de que pudiera seguir insistiendo, llegó su primo queriendo darle un shot, pero ella comenzó a negarse.

- ¿Por qué no? - preguntó Erick - es mi cumpleaños, tienes que tomar.

- Traigo el carro, Erick.

- Pues quédense - dijo obvio - a mi primo no creo que le importe, ¿o si?

- Yo no tengo problema - respondí recostándome en la silla, mirando a Camila con una sonrisa cómplice.

Su primo gritó celebrando y sin esperar una respuesta de Camila, tomó su cabeza y llevó la botella hacia sus labios.

Ella rió alejándose al ver que su primo no quitaba la botella.

- Nata, te toca empedarla - habló su primo extendiéndome la botella.

- Yo me encargo - dije tomándola y mirando a Camila burlón.

El rió alejándose de nuevo.

- ¿Seguro que te quieres quedar? - me preguntó Camila.

- Claro, Cami - respondí antes de empinarme la botella - tal vez así consiga mi beso.

Ella me miró con una mezcla de diversión y desafío.

- ¿Sigues con eso?

Me encogí de hombros, disfrutando de la provocación.

- ¿Quién sabe? Tal vez logre convencerte - dije con una sonrisa confiada.

Camila me observó por un momento, como si evaluara si valía la pena seguir la broma o si mejor dejarlo pasar. Finalmente, soltó una risa suave y levantó su vaso para tomar otro trago, sin decir nada, pero con esa sonrisa que solo ella sabía dar.

- Ya te dije, no va a pasar.

- Ya veremos, mija - respondí tranquilo.

Me miró con una mezcla de diversión y una leve incomodidad, como si le gustara que insistiera, pero no tanto como para ceder.

Estrellas | Natanael Cano  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora