Estrellas | Natanael Cano

XLI

Camila Hastings

- Natanael - susurré, fue apenas audible, porque en realidad no quería ni decirlo - yo ya no quiero esto.

Lo sentí tensarse, apretándome contra el y guardó silencio por un momento.

- ¿Qué... qué quieres decir?

Tomé aire, armándome de valor para decirlo y para apartarme de el. Vi su rostro, buscaba entender, pero algo en sus ojos me decía que ya intuía lo que venía.

- No quiero seguir así, Nat - dije finalmente, mi voz más firme ahora - ya no puedo y ya no quiero.

Sus ojos se oscurecieron y respiró profundamente, como si intentara procesar lo que acababa de escuchar.

- Cami, no hagas esto - su voz sonaba tensa, mientras parecía buscar algo en mi rostro - por favor, no digas eso.

Sentí un enorme nudo en la garganta, pero sabía que tenía que mantenerme firme. Ya pasé dos semanas sin el y no me morí.

- No, Nat, en serio ya no quiero.

Me alejé un poco más, dándome cuenta de que cada palabra me costaba más de lo que había imaginado. La expresión en su rostro volviéndose más apagada.

- Amor, no...

- Tengo casi un año esperando que esto cambie, Natanael - lo interrumpí, sin poder evitar que mi voz temblara - y ya entendí que no va a pasar... ya entendí que no me quieres, que no quieres estar conmigo.

Negó con la cabeza, estirando su mano para tocarme, pero me encogí en mi lugar.

- Cami, no digas eso, yo...

- Es la verdad, Nat - lo interrumpí de nuevo, tenía que decir lo que pensaba antes de arrepentirme - si realmente me quisieras, me darías una relación de solo nosotros dos, me respetarías, no habría más personas de por medio. Pero lo que tu quieres es no tener compromisos, seguir con tu vida de cantante famoso con chingo de morras siguiéndolo - solté un poco de aire, mientras limpiaba las lágrimas que empezaron a salir sin darme cuenta - y está bien, sigue con ese estilo de vida, pero yo ya quiero seguir aguantando eso. Ya... ya me cansé de querer competir con ellas... de compararme, de atormentarme pensando que no soy suficiente para ti y por eso no me eliges.

El se quedó en silencio, y me miraba como si no pudiera creer lo que estaba escuchando.

- Millie, no es así... no es porque no seas suficiente, no digas eso, por favor - dijo con voz suave, casi suplicante.

- Ya no importa, Nata - respondí, mi voz quebrándome aunque traté de mantenerme firme - ya entendí que lo que yo quiero y lo que tú quieres no es lo mismo, y no puedo seguir esperando a que algún día cambies de opinión.

El apretó la mandíbula, desviando la mirada.

- ¿Ya no me quieres? - preguntó al fin, regresando su mirada a la mía.

Sentí cómo mi corazón se rompía aún más con esa pregunta. Las lágrimas seguían cayendo, y todo en mí quería gritar que lo amaba más de lo que podía explicar. Pero también sabía que amarlo no era suficiente.

- Si te quiero... te quiero mucho - contesté sintiendo el vacío en mi pecho crecer - por eso estuve tanto tiempo esperando, pero ya es momento de quererme a mi... lo que haces me lastima, y tú lo sabes... y aún así, lo sigues haciendo.

Sus hombros se hundieron, y por un momento pensé que iba a decir algo más, que iba a intentar convencerme de quedarme. Pero no lo hizo. Cerró los ojos, como si estuviera aceptando lo inevitable, y asintió levemente.

- Está bien - murmuró finalmente, su voz rota - si eso es lo que quieres, Cami... está bien.

No pude decir nada más. Lo único que hice fue mirarlo por un momento antes de abrir la puerta del auto y bajar.

Escuché cómo Natanael soltaba un suspiro pesado dentro del carro, pero no me atreví a mirarlo de nuevo. Sabía que si lo hacía, podría flaquear, y esta vez no podía permitírmelo.

Caminé con pasos rápidos hasta la puerta de mi casa, sin voltear atrás. No quería verlo irse, no quería grabar en mi mente la imagen de él alejándose.

Cuando cerré la puerta detrás de mí, me apoyé contra ella y respiré hondo, sintiendo cómo mis piernas comenzaban a temblar. La realidad me golpeó con fuerza: lo había dejado ir.

Y aunque dolía más de lo que podía soportar, sabía que era lo correcto.

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War is over