XVII

1.1K 128 13
                                    


Camila Hastings

- Hola, Camilita - saludó Nata adentrándose a mi oficina, cerrando la puerta detrás de el.

- Hola, Nata - respondí mirándolo acercarse.

- ¿Qué haces? - preguntó, pero antes de que pudiera responder, tomó mi rostro con una mano y me plantó un beso, uno de esos que parecían borrar cualquier pensamiento coherente de mi cabeza.

Cuando se separó, solo un poco, me miró con sus ojos llenos de diversión y satisfacción.

- Ahora si, ¿decías?

Lo miré fijamente, tratando de recomponerme mientras mi mente luchaba por regresar al tema en cuestión.

- Estoy trabajando, y deja de entrar a mi oficina como si fuera tuya - respondí con un tono serio que no logró sonar convincente gracias a la sonrisa que comenzaba a formarse en mis labios.

Natanael se apoyó en el borde de mi escritorio, cruzando los brazos mientras me miraba con su habitual expresión confiada.

- Pues si es tuya, también es mía, ¿no? - replicó, alzando una ceja con descaro.

Rodé los ojos y me giré hacia mi computadora, intentando ignorarlo.

- No lo es y ya deja de molestar, tengo trabajo.

- ¿Molestarte? - preguntó con fingida sorpresa - yo diría que te estoy alegrando el día.

Lo miré de reojo, intentando no dejarme llevar por su tono juguetón.

- Pudiste alegrarme el día con un café - murmuré tecleando.

El soltó una risa baja y se enderezó.

- Está bien, mi amor - dijo dejando un corto beso en mis labios - pero solo porque me lo pediste tan bonito.

Se alejó para salir de mi oficina, hasta que reaccioné.

- ¿Cómo me dijiste? - hablé frenando sus pasos

Se giró hacia mi con una sonrisa que destilaba seguridad.

- Lo que escuchaste - respondió con un tono despreocupado, regresando a mi escritorio como si no acabara de soltar algo que me dejó pensando más de la cuenta.

Lo miré alzando una ceja, sin saber si tomarlo en serio o era una más de sus bromas.

- ¿Qué? ¿No te gusta? - preguntó burlón.

- Es solo que... no sé - murmuré desviando la mirada para no delatarme.

El soltó una leve risa.

- Cami, tenemos como dos semanas saliendo - comenzó recargándose en mi escritorio - yo creo que ya me gané decirte "mi amor", ¿tú no?

Intenté ignorar el salto que dio mi corazón al escucharlo y me crucé de brazos.

- ¿Y tú crees que dos semanas son suficientes para eso? - pregunté, tratando de mantenerme seria, pero sin poder evitar que mis labios se curvaran.

- Yo creo que si, considerado lo mucho que me gustas - dijo ampliando su sonrisa.

Se inclinó hacia mi, acercando su rostro al mío.

- Pero si quieres te lo pregunto - comenzó fingiendo ponerse serio - Camila, ¿me das permiso de llamarte "mi amor"?

Rodé los ojos, pero terminé soltando una risa.

Estrellas | Natanael Cano  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora