Capítulo 51

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- Naira, ¿me dejas una de tus pelotas? -le preguntó Inés a su hermana nada más entrar a su habitación tras llamar a la puerta.

La pequeña, parecía ser la única en aquella casa que entendía aquello de la intimidad, pues sabía de sobras lo que les molestaba a sus hermanos que no se llamara a la puerta, así que ella siempre lo hacía.

- ¿Quieres jugar al fútbol? -le preguntó la chica ilusionada al escuchar su petición.

- Sí -asintió la niña con una gran sonrisa- ¿Me dejas una pelota? Porfa -le pidió de nuevo.

- Claro que sí -le respondió la hermana, que no podía estar más orgullosa al ver que Inés mostrara a interés por el que era su deporte favorito- Vamos a buscarla, pero espera ¿vas a jugar así? -le preguntó tras percatarse de su atuendo, una falda y una blusa, para nada deportivo.

- Yo no tengo ropa chula como la tuya -le dijo la pequeña, aunque obviamente, ropa deportiva si que tenía, pero esta se refería a un conjunto para jugar específicamente al fútbol.

Naira no dudó ni un segundo en abrir su armario y rebuscar dentro de una caja que tenía guardada al fondo. Era algo así como una caja de los recuerdos, y allí dentro guardaba cosas que ya no usaba, pero que por un motivo u otro eran especiales para ella. Entre tantas cosas, guardaba cada una de sus equipaciones desde que había empezado a jugar, y eso era precisamente lo que sacó de allí dentro.

- Pues toma, ahora ya tienes ropa para jugar al fútbol -le dijo a la pequeña mientras le daba el conjunto.

- ¿Es tuya? ¿De cuándo eras pequeña? -le preguntó Inés muy ilusionada con aquel regalo, pues la verdad es que significaba mucho para ella.

- Sí, ¿te gusta? A ti te gustaba el azul, ¿no? -comentó la chica viendo que la equipación coincidía con el color favorito de su hermana.

- Sí, pero me gusta porque era tuyo -le dejó claro la niña- Gracias, me lo voy a poner -dijo sin dudarlo ni un segundo.

- ¿Cómo quieres la pelota? -le preguntó a su hermana mientras se vestía.

- Pequeñita -respondió Inés sin tener muy claro que responder a aquello, pues ni siquiera sabía que había distintos tipos de pelota.

- Pues sí, mejor que sea pequeñita -rió la chica al escuchar la respuesta- Toma, tenemos que salir fuera, ¿lo sabes, no? -le comentó tras pasarle la pelota y darse cuenta que no estaba dando muy buen ejemplo al jugar al fútbol dentro de casa.

- Sí, voy con mamá y Lola, están tomando el sol fuera -asintió la niña cogiendo la pelota con las manos.

- ¿Qué? -se preguntó Naira confundida.

- Mira -la invitó Inés a bajar con ella para que lo viese con sus propios ojos.

Sin duda alguna, lo que vieron los ojos de la chica en la entrada de casa la dejó perpleja. Hacía años que nadie daba uso al pequeño jardín que tenían en la parte delantera de la casa, si es que se podía considerar jardín a aquel matojo de hierbas mal cuidadas que se encontraban entre la casa y la acera. Aún así, y a pesar del mal estado de este, parecía que había llegado el día de recuperar lo que un día fue una costumbre. Y efectivamente, Mimi estaba estirada en el suelo, junto a Lola, tomando el sol en bikini, quizás algo exagerado, pues solo era mediados de abril, pero esas dos eran de echar a comer a parte, así que a Inés, que estaba más que acostumbrada a sus locuras, le pareció de lo más normal.

- Mamá, ¿juegas conmigo? -le preguntó la pequeña nada más salir afuera con su pelota y su nueva equipación.

- ¿No quieres jugar conmigo? -comentó Naira, inevitablemente decepcionada.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora