Capítulo 4

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- Mami, ¿puedo pasar? -preguntó Emma tras golpear un par de veces y sin hacer mucho ruido la puerta del dormitorio de sus madres.

- Claro que sí mi niña -respondió Ana, que desde la cama ni siquiera alcanzaba a verla, y la invitó a pasar- Buenos días -la saludó.

Aquello no era nada extraño, la niña solía visitar todas las mañanas la habitación de sus madres, concretamente a quién buscaba era a la pequeña Mimi, de quién estaba perdidamente enamorada. Todas sus hermanas estaban encantadas con ella, porque se hacía mucho de querer, pero Emma le tenía un cariño especial.

- Buenos días -respondió la morena, que pasando de Ana, fue directa a ver a Mimi, quien ya estaba despierta, quizás incluso esperándola a ella.

- ¿Qué tal? ¿Está dormida? -le preguntó su madre para que le informase sobre su hija.

- No, ya se ha despertado y me está mirando -le explicó Emma mientras la acariciaba cuidadosamente y le tendía su mano- Ay, mira mami, se ríe cuando le doy la mano -dijo emocionada al verlo.

- Claro que sí, le encanta que estén con ella -comentó Ana- Y tu puedes tocarla y abrazarla sin miedo Emma, ya lo sabes -le recordó al ver lo cuidadosa que seguía siendo con su hermana, incluso algo miedica.

- Es que me da un poco de miedo cogerla, es muy pequeña -le confesó con algo de pena, porque realmente se moría de ganas de hacerlo, pero sabía que era muy torpe y lo último que quería era hacerle daño a Mimi.

- Anda -dijo Ana levantándose para ayudarla con aquello- Si a ella le gusta mucho que la cojas en brazos, y tu lo haces muy bien -continuó tratando de animarla a no tener miedo a aquello, aunque tampoco le disgustaba que fuese cuidadosa con ella- Mira, ayúdame un momentito -le pidió mientras cogía a ella a la niña de la cuna y se la pasaba- Ves que bien -comentó.

Emma cogía muy fuerte a la bebé y se podría decir que incluso contenía su respiración intentando no moverse ni un centímetro para no molestar a su hermana, y tanto era así que ni siquiera contestó a su madre.

- ¿Emma? -rió Ana al ver su concentración.

- No quiero decir nada por sí se pone a llorar -susurró la pequeña.

- Anda que -dijo la madre sin poder contener la risa- Venga, ya la cojo yo que estás sufriendo un poco, ¿no? -le preguntó a su hija, quién asintió de inmediato- Mira, siéntate conmigo -le pidió mientras regresaba a la cama- Puedes darle la manita mientras come -le propuso- así no me tira del pelo.

- A mi también me tira del pelo -coincidió Emma mientras le daba la mano a la pequeña y la acariciaba con cuidado- pero tu te lo podrías cortar -le propuso.

- ¿Y tu no? -le preguntó Ana sorprendida de que hiciera esa distinción.

- No, a mi me gusta así para mi, pero a ti te quedaría muy bien el pelo corto -opinó la niña, quién realmente habría visto a su madre guapa de todas formas.

- ¿Eso crees? -se preguntó sorprendida.

Y es que Ana siempre había llevado el pelo largo, de hecho podría asegurar que llevaba el pelo exactamente igual desde antes de tener a su primera hija, y de aquello ya habían pasado más de dieciocho años. En cambio, Mimi había sido mucho más atrevida con su pelo, y aunque su estilo siempre había sido el de llevar el pelo largo, cada vez que iba a la peluquería la sorprendía con algo nuevo.

- Bueno, lo que llevas ahora también te queda bien, pero es lo de siempre -respondió Emma- Y yo nunca te he visto con el pelo corto, pero estoy segura que estarías muy guapa -dijo convencida.

- Pero que pelota que eres hija mía -rió Ana ante los piropos de su hija, que le gustaban, pero sabía de sobras que lo decía porque la quería y era su madre.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora