Capítulo 2

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La interrupción inesperada de Sofía hizo que el silencio se impusiera en la cocina. La rubia miraba a las tres algo confundida tratando de entender que estaba pasando allí, cierto era que había oído sus voces, más altas de lo normal, mientras bajaba por las escaleras, pero iba tan dormida que ni siquiera pensó en que aquello era algo relevante, al fin y al cabo en esa casa siempre había gritos, por un motivo o otro.

Las madres y Cloe miraban a la chica, y parecía que ninguna de las tres se iba a atrever ni a responderle. Mimi seguía pensando que lo mejor era no decir nada, porque dijera lo que dijera tenía claro que se iba a equivocar, y Ana dudaba en si debía mandarla de nuevo para arriba para que ellas tres pudieran seguir discutiendo, pero finalmente fue Cloe quién decidió hablar.

- Buenos días -respondió la chica con la mejor de sus sonrisas, aunque realmente era totalmente fingida. Sofía no se atrevió ni a moverse un pelo, era una situación de lo más extraña y sentía que no debía decir nada más- Ven aquí -le dijo su hermana mientras abría los brazos indicando que quería abrazarla- ¿No me vas a dar un abrazo después de tantos días sin verme? -le preguntó.

Sofía, quién realmente si habría hecho eso por si misma de no haberse encontrado con tal panorama, se acercó a su hermana y le dio un abrazo bien fuerte, todo esto baja la atenta mirada de sus madres, que intuyeron que su hija mayor ya no estaba tan enfadada como unos minutos atrás. Esta vez, la interrupción de una de sus hijas en un momento complicado las había salvado más que molestado, y eso también era de agradecer.

Cloe, sin soltar a su hermana de su brazos, les pidió a Ana y Mimi que se acercaran para darles un abrazo a ellas también. Un abrazo donde la hija más pequeña quedó atrapada, sin entender nada ni tener nada que ver con aquello, entre las tres.

- Ay, mis niñas -suspiró la morena cuando se separaron- ¿Qué haría yo sin ustedes? -se preguntó mientras volvía a abrazar, ahora ella sola, a su hija mayor- Perdón -se disculpó de ella susurrándole al oído.

- Yo tengo hambre -comentó Sofía que lejos de enterarse de algo de lo que estaba pasando allí, solo pensaba en desayunar, y es que con el estómago vacío le era imposible funcionar.

- Anda tira -se quejó Mimi al oír ese comentario que no pudo evitar sacarle una pequeña sonrisa- Tienes las sobras que han dejado tus hermanas -le comentó- si te hubieses levantado más pronto podrías haber escogido -le echó en cara algo molesta por sus horarios.

- Esto me gusta, pero ¿no hay zumo? -le preguntó la rubia a su madre mientras se servía un bol de cereales de chocolate.

- Se lo ha terminado Emma -le respondió Mimi mientras, ya olvidando a su hija mayor y a su mujer, se disponía a limpiar la cocina y a seguir con el resto de tareas del hogar.

- Desayuna, ¿vale? -le pidió Ana a Cloe, quién se había puesto a discutir con su madre con el estómago vacío, cosa que para nada había sido una buena idea- ya luego sabes lo que tienes que hacer -le recordó- y nosotras ya hablaremos en otro momento -añadió dando a entender que quería disculparse por lo sucedido.

No es que Ana se arrepintiese de algo de lo que había dicho, porque todo lo que había dicho era lo que pensaba, pero sabía que las formas no habían sido las más adecuadas, y también era consciente de que su hija había malinterpretado sus palabras, y aunque ya no se mostrase enfadada con ella, quería dejarle claro lo mucho que la quería y la apreciaba.

- Sofi -la llamó Ana que ya estaba a punto de subir a su habitación a cambiarse- Vamos a bajar a la playa en veinte minutos, si quieres venir espabila -le pidió ya yéndose de la cocina y sin ni siquiera esperar respuesta, pues ya iba suficientemente apurada de tiempo como para perder más.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora