Capítulo 113

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- Emma -llamó Mimi a su hija mientras apoyaba su mano en su espalda.

La chica estaba tan concentrada que ni siquiera se había dado cuenta de que su madre acababa de entrar en la habitación, ni tampoco de que había llamado un par de veces antes de decidirse por hacerlo. Y sí, aunque la rubia había hecho lo posible por no sorprenderla, la morena hasta se asustó al notar que alguien la estaba tocando.

- ¡Ay, mamá! -exclamó más sorprendida que molesta por aquello mientras se quitaba los auriculares- No has llamado -le echó en cara,

- He llamado, y has pasado de mí -respondió Mimi tras un leve suspiro y dándole a su hija la oportunidad para corregir lo que acababa de decir.

- Uy, perdón -se disculpó de inmediato al darse cuenta de que si alguien tenía la culpa de aquello era ella- Es que estaba con la música y no te he escuchado -se justificó mientras señalaba sus auriculares, ya encima de su escritorio.

- No pasa nada -negó la rubia sin darle más importancia- ¿Qué haces tan concentrada? ¿Deberes? -le preguntó olvidando por completo el por qué había ido hasta allí.

- No, ya los he terminado. Estoy haciendo un dibujo -le explicó sin enseñárselo, aunque tampoco hizo nada para ocultarlo. Casi nunca los mostraba durante el proceso, pues le gustaba más que fuesen sorpresa y los viesen ya terminados.

- ¿En serio? -se preguntó Mimi sorprendida.

Hacía tan solo un par de años atrás la rubia no se hubiese podido creer que diría aquello de su hija Emma, pero lo cierto era que por algún motivo la chica había dejado un poco de lado aquella afición. Ni ella ni Ana le echaron mucha importancia, al fin y al cabo estaba creciendo, y como el resto de sus hijos, sus gustos cambiaban, aunque debía admitir que echaba de menos todo aquello, pues sus dibujos eran realmente preciosos.

- Me gusta mucho que dibujas, hacía tiempo que no lo hacías -añadió tratando de motivarla con aquello, por si eso era lo que necesitaba en aquellos momentos.

- Ya, es que se me había olvidado lo mucho que me gustaba -respondió Emma, quien ni siquiera sabía el porque lo había dejado de hacer.

- Anda que... -rió Mimi por la estupidez de la respuesta, aunque realmente tenía bastante lógica lo que acababa de decir su hija- Y ¿se puede saber que es lo que vas a hacer? -probó suerte, aunque sabía que muy probablemente no se lo iba a enseñar.

- Sí -asintió dejando claro que estaba deseando que le preguntase sobre su dibujo- Mira -acercó la hoja de papel para que su madre la pudiese ver- Son Cloe y Lucía, he pensado que voy a hacer primero uno de prueba aquí, para ver como me queda -le explicó- y luego lo haré en un folio grande y lo pintaré con esos colores que me comprasteis y solo usé una vez -confesó- Será para dárselo el día de la boda -añadió.

- Uy, tienes tiempo entonces -bromó la rubia, quién aún dudaba de que aquello fuese a suceder en algún momento.

Cierto era que siempre había tratado de tomarse en serio la relación de Cloe y Lucía, y el tiempo le había demostrado que no se había equivocado, pero aquello de la boda eran palabras mayores. Era un paso muy importante, y aunque ella también lo hubiese dado siendo bastante joven, le costaba hacerse a la idea de que su niña fuese a casarse.

- Mamá, ¿tu crees que se van a casar de verdad? -le preguntó Emma un poco confundida tras ese comentario. Era cierto que ella también tenía sus dudas sobre aquello, pero creía ser la única y por tanto no lo había compartido con nadie.

- Claro que sí, ¿qué quieres? ¿Qué se casen de mentira? Lo que he dicho son tonterías de tu madre -rió Mimi algo nerviosa y arrepintiéndose de haber soltado aquel desafortunado comentario, pues estaba claro que su hija la había calado de lleno- ¿Por qué no lo iban a hacer? -la retó.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora