Capítulo 23

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- ¡Hola! -saludó la madre de Paula nada más entrar por la puerta de casa pegando un grito sonoro.

No tenía ni idea de si las chicas estarían en el piso de arriba o en el salón, aunque mucho se temía que pudiesen estar ya en la cocina cenando sin haberla esperado, lo cuál hubiese supuesto un completo fracaso en su intento de ser una madre enrollada que les traía una cena sorpresa para su noche de chicas.

- ¡Hola! -respondieron ambas al unísono sin levantarse ni hacerle demasiado caso, pues la película que estaban viendo en el salón estaba en su momento más álgido, a punto de terminar, y ninguna de las dos quería perderse el final.

- ¿Pizzas? -preguntó Paula casi segura de lo que estaba pudiendo oler desde allí, y ahora sí, abandonó por completo el visionado de la película para ir corriendo hacía su madre y descubrir qué era lo que se traía entre manos.

Imitando a su chica, Sofía apagó el televisor y fue hasta la cocina, donde la morena emocionada ya estaba abriendo las tres cajas para ver de que eran cada una de las pizzas y decidir cuál se iba a querer comer, aunque las tres presentes sabían de sobras que ella era más de probarlas todas.

- Hola Sofía -la saludó la madre al verla entrar, algo más cortada que su propia hija, como era lógico- No me digas que no te gustan las pizzas -comentó algo preocupada al ver la poca emoción que estaba poniendo la rubia ante aquel planazo.

- ¿Cómo no le van a gustar? -negó Paula con la cabeza- Lo que pasa es que estábamos mirando una peli en el salón y esta estaba ya a punto de dormirse -comentó con una ligera risa, pues la verdad es que había sido graciosa verla luchar contra si misma y su sueño para no quedarse frita en el sofá.

- Me he quedado un poco embobada -admitió Sofía mientras se frotaba los ojos y trataba de aterrizar de una vez por todas- pero que me gustan las pizzas, de hecho esa es mi favorita -añadió mientras señalaba la pizza de atún y beicon.

- ¿Me vas a dar un trozo, no? -le pidió la morena- Yo quiero probarlas todas -les avanzó, para nada sorprendiéndolas- pero, una cosa mamá, ¿por qué has traído pizzas? -se preguntó sin entender muy bien que estaban celebrando- Hacía muchísimo que no comíamos pizza en casa -le recordó.

- Yo creo que os las merecéis, ¿no? -les dijo la madre orgullosa de ambas- Venga, contadme, ¿qué es eso de que habéis sacado tan buenas notas? -les preguntó dejándoles claro que eso era un pequeño regalo que les hacía por haberse esforzado en los estudios.

Aunque no había pasado por casa en todo el día, Paula ya le había informado de sus calificaciones. Ella misma, sin que nadie le pidiera nada, le había mandado una foto de su boletín con las notas, y es que la chica estaba muy orgullosa de sí misma y no podía esperar a verla para contárselo en persona.

A pesar de que la madre tardó un buen rato en poder ver el mensaje, cuando lo hizo no dudó ni un par de segundos en responderle con la máxima emoción que un mensaje de texto le permitía, aunque realmente ya estaba acostumbrada a la excelencia de su hija.

Y mientras la mujer ya maquinaba cómo podía compensar a Paula por aquello, recibió otro mensaje, donde su hija le informaba de que Sofía estaba en casa y que se iba a quedar a dormir allí esa noche, así que finalmente la sorpresa fue para las dos.

- Ay, claro, es por eso -cayó Paula, tenía todo el sentido del mundo, pues siempre la sorprendía de alguna forma cuando se acababa un trimestre- ¿Has visto? Tengo 6 excelentes, ¿eh? -presumió la chica orgullosa.

Aunque pareciese lo contrario, la verdad era que la morena no era mucho de celebrar sus buenas notas, y mucho menos lo hacía en clase, delante de sus compañeros, pues era consciente que eso era algo bastante feo, pero cuando  terminaba el trimestre y veía sus notas finales, no podía contenerse de la emoción.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora