Capítulo 7

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- Mamá quiero estos rotus -pidió Lola que a cada cosa que veía en esa enorme papelería sentía la necesidad de querer comprárselo, pero obviamente no iba a ser tan fácil como eso.

- Lola, ya hemos cogido todas tus cosas, ¿sí? Tenemos rotuladores para parar un camión en casa, y en la lista de material escolar no te piden nada de eso -trató de hacerle ver a la pequeña antes de soltar un no rotundo.

- Jo -se quejó la niña que siguió andando por el pasillo observando cada uno de los estantes sin decir mucho más.

- Emma, aquí están las carpetas -le dijo la madre a la mayor de todas- Necesitas una con separadores -le recordó- ¿Cuál es la que te gusta más? -le preguntó.

Emma, muy observadora, como siempre, empezó a mirar todas las carpetas una a una. Había demasiadas como para poder tomar una decisión fácilmente. Todos los colores posibles y todos los diseños imaginables solo dificultaban la decisión de la niña, aunque poco a poco iba descartando opciones.

- A mí la rosa -respondió la rubia que no se podía estar callada sin dar su opinión de absolutamente toda.

- Lola, ya hemos cogido tus cosas, por favor deja a tus hermanas escoger con tranquilidad -le repitió de nuevo su madre, ahora ya menos amablemente y dejándole claro que su paciencia se empezaba a agotar- Vamos Emma -siguió la madre poniendo algo de prisa a su otra hija- ¿Entre cuáles estás? -le preguntó de nuevo tratando de que tomara una decisión.

- Me gusta esta -dijo señalando una carpeta azul celeste con una frase motivacional, de esas que tanto le gustaban a ella y a Ana- y también esta -continuó enseñándole una de color verde con unos leones naranjas y amarillos dibujados.

- ¿Esta es más divertida, no? -trató la rubia de ayudarla para que se decidiese por una rápidamente- La otra ya es mas de mayores -añadió a su comentario.

- Las dos son feas -comentó de nuevo Lola, que obviamente se había levantado con ganas de molestar a su hermana, y se estaba saliendo con la suya.

- Jo Lola, déjame -se quejó la niña agachando la cabeza y poniéndose algo triste y molesta. Y aunque Emma sabía de sobras que lo decía única y exclusivamente para molestarla, realmente la niña conseguía hacerlo a la perfección.

- Bueno, ya vale, ¿no? -dijo Mimi tratando de poner un poco de orden entre sus hijas- Venga, coge las dos y te lo vas pensando mientras vamos a por el resto de cosas, que no tenemos todo el día -continuó poniéndole prisas a la morena, cosa que solo agobió más a la niña.

- No, no quiero ninguna de las dos -se negó Emma.

Estaba claro que tras el comentario de su hermana la niña había cambiado de idea, en apenas unos segundos habían pasado de gustarle a odiarlas, y lo cierto era que en ese momento ya estaba fastidiada para el resto de la tarde. Mimi rodó los ojos al escuchar aquello, pero a pesar de aquello, trató de respirar hondo y no caer en las provocaciones de sus hijas.

- ¿Por qué no? -le preguntó- Si son las que más te gustaban hace un momento -le recordó.

- Es que Lola ha dicho que son feas -se justificó la niña mientras miraba un poco mal y con disgusto a su hermana.

- Lo son -añadió la niña sin ningún tipo de reparo y haciendo una sonrisa picara, le encantaba darse cuenta que se había salido con la suya.

- Déjala Emma, no le hagas caso -respondió Mimi- y tu cállate -le dijo a la mediana- Cogemos las dos carpetas, ¿vale? -continuó metiéndolas en el carro- Y ahora vamos a por los bolis.

Mimi estaba ya claramente de mal humor, con Lola por ser tan bocazas y con Emma por ser tan extremadamente sensible. No sabía qué era lo que le ponía más de los nervios, y realmente no era consciente de lo injusta que estaba siendo con la mayor, que estaba recibiendo por todos lados sin haber hecho nada malo.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora