Capítulo 161

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- ¡Muy bien chicas! -felicitó Naira a sus alumnas tras hacer sonar el silbato que indicaba el final del entrenamiento- ¿Lo habéis pasado bien? -les preguntó mientras se acercaba al centro del campo de fútbol, dónde se encontraban las niñas.

- Sí, pero no hemos metido ningún gol -respondió una de ellas algo decepcionada por aquello.

- Bueno -sonrió la chica algo nerviosa, sin saber muy bien que responder a aquello- Eso es porque todas sois muy buenas y las defensas lo han hecho muy bien. No os lo han puesto nada fácil, ¿eh? -comentó tratando de convertir aquello en algo positivo para no desanimarlas- Y también porque hoy es el primer día. Aún nos queda mucho por aprender -les recordó.

Para la mayoría de esas niñas, aquella tarde era la primera vez que jugaban al fútbol de forma más o menos seria, así que era más que lógico que no fueran unas profesionales. Aun así, lo más importante era que todas tenían ganas de jugar y pasarlo bien, y Naira sabía que con aquello sería suficiente para que empezasen a mejorar su técnica.

- Es verdad, Naira tiene razón -asintió una de las niñas aceptando que no iban a salir del primer entrenamiento siendo las mejores.

- Pues yo voy a practicar en el recreo para hacerlo mejor el próximo día -comentó otra- Es que no puedo esperarme al jueves, falta mucho -añadió mientras movía su mano exagerando.

- Sí, falta mucho, solo estamos a martes -rió la chica ante la ocurrencia de la niña- Venga, id a los vestuarios a por vuestras cosas que ya deben estar esperándoos fuera -añadió sin querer alargar más aquella conversación.

Aunque se le hubiera pasado volando, ya era la hora de terminar y Naira no quería que las niñas saliesen tarde en su primer día. La chica llevaba toda la tarde en tensión, quería que saliese todo bien, y lo cierto era que le había ido de lujo, así que no quería que se estropease justo al final.

- Inés, tú también -le dijo a su hermana al ver que esta se quedaba parada y no seguía a sus compañeras, quienes habían marchado corriendo hacía los vestuarios.

La mayor miró enternecida a su hermana mientras veía que corría hacía allí. Sabía perfectamente por qué se había quedado allí, y es que la pequeña estaba muy ilusionada con que Naira fuese su entrenadora, tanto, que no quería separarse de ella ni un momento. Obviamente, la mayor moría de amor con aquello, aun así, sabía que debía resistirse a Inés y tratarla como una más, pues tenía que ser profesional.

- ¡Naira! -interrumpió la voz de Cayetana sus pensamientos- ¿Qué tal? ¿Cómo ha ido? -le preguntó mientras se acercaba a ella- Parece que bien, ¿no? Por lo menos las niñas lo estaban pasando en grande -comentó con una gran sonrisa- Os he estado viendo desde allí -dijo mientras señalaba un banco del patio del colegio.

- Pues sí, eso parece -asintió la chica algo tímida- Aunque supongo que eso tampoco era lo más difícil de conseguir -añadió siendo modesta.

- Créeme que no es fácil controlar a un grupo de niños, y mucho menos a tu edad -negó Cayetana insistiendo en lo bien que había estado la hija de su amiga- Lo has hecho muy bien, de verdad -la felicitó.

- Gracias -respondió esta.

- Si es que se nota que eres hija de una familia numerosa, has tenido muy buena práctica en tu casa. Ya me lo decía el otro día tu madre que eras tan buena hermana -comentó la mujer sin poder evitar sacarle una sonrisa a la chica.

Ana se lo había dicho muchas veces, y ciertamente aquello tampoco le venía de nuevo, pero saber que su madre se enorgullecía de ella con sus amigas le hacía especial ilusión. Estaba bien ser buena en el fútbol, sacar buenas notas e incluso ser buena hija, pero para ella, el de ser una buena hermana era el mejor título que podía recibir.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora