Capítulo 104

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- Teacher, hoy no hemos puesto una canción al final de la clase, ¿por qué? -se acercó un alumno de Mimi, ya con la mochila colgando de su espalda, para preguntarle aquello.

Siempre que tenía clase con los más pequeños a última hora de la tarde les ponía algo de música durante los últimos minutos de clase. A aquellas horas estaban ya insoportables, pues como era entendible estaban cansados de todo el día, así que siempre y cuando se portasen bien y le dejasen dar la clase en condiciones, que era siempre, les ponía una canción de su elección, pero ese día no lo hizo.

- ¡Ahí va! -exclamó la rubia exagerando y llevándose las manos a la cabeza- Se me ha olvidado -se excusó, aunque realmente no lo había hecho porque esa tarde no le apetecía hacer nada divertido- El próximo día ponemos dos, ¿vale? -trató de arreglar aquello- Mira, me lo voy a apuntar en la agenda para que no se me vuelva a olvidar -le dijo mientras lo hacia.

- Mi abuela también tiene una agenda para apuntarse las cosas y que no se le olviden -comentó el niño encontrando cierto parecido entre su profesora y su abuela.

- Claro, y vosotros también -asintió tratando de contener la carcajada que estaba a punto de soltar ante aquel comentario- ¿Te has apuntado que tenéis que traer una cartulina para el lunes? -le recordó.

- Sí -asintió el pequeño.

- Pues venga, a la fila que tu abuela ya debe estar esperándote abajo -apuró al niño al ver que los demás ya estaban todos esperándola en la puerta del aula- ¿Estamos? -preguntó alzando la voz mientras repasaba que no hubiese quedado nadie rezagado en la clase- Pues vamos -suspiró saliendo del aula y llevándose a los niños al patio.

Como era lógico, ella también llegaba cansada a aquellas horas del día, aunque realmente aún le quedaba mucho por hacer, pero por suerte era viernes y sabía que iba a poder descansar del trabajo un par de días. Quería achacar su cansancio a sus alumnos, a la preparación del festival de Navidad o a los nervios que le suponía saber que en unos meses sería la directora del colegio, pero en el fondo sabía que no era nada de aquello lo que le quitaba el sueño. No era ya ninguna de sus hijas quién ocupaba sus preocupaciones, sino Paula. Desde que había hablado con ella la semana anterior no había podido dejar de pensar en ella y necesitaba hacer algo, a pesar de que esta le hubiese dejado claro que quería que estuviese quieta.

- Yasmin, tu siempre la primera, ¿eh? -le dijo Mimi a la pequeña que tenía justo al lado- ¿Hoy te viene a buscar tu mamá? -se atrevió a preguntarle, no porque fuese una pregunta poco habitual, sino por el verdadero motivo por el que le estaba preguntando aquello. La niña era la prima de Paula y sabía de sobras la buena relación que había entre tía y sobrina.

- No sé, a mi siempre me viene a buscar mi mamá -respondió confundida, pues no entendía porque le preguntaba aquello, pues lo extraño hubiese sido que no hubiese ido a buscarla ella.

- Claro, pero alguna vez a venido tu prima, ¿no? -comentó la profesora haciéndose la ingenua tratando de no crear una situación incómoda.

- Sí, Paula viene a buscarme como una vez al año -exageró Yasmin, pues había ido bastantes más veces- Mamá dice que está un poco tonta y que por eso el domingo no vino a comer paella -le explicó con toda confianza, pues como la mayoría de niños, no se daba cuenta que había ciertas cosas que no hacía falta comentar.

- Pues sí, mira que perderse la paella -respondió la rubia ya sin saberse dónde meter.

Por suerte, la mujer ya avistaba a los padres en la entrada del colegio, así que se pudo salvar de continuar hablando con la pequeña y procedió a hacer lo que realmente quería, hablar con su madre. Lo había estado pensando, y había llegado a la conclusión que sería mucho más fácil usar a la tía de Paula como intermediario con su madre, pues sabía de sobras que era mucho más comprensiva con la chica.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora