Capítulo 18

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¡Paula! -llamó Mimi a la chica para que se acercase hasta donde estaba ella.

La morena alzó la cabeza y enseguida identificó esa voz que tan familiar le resultaba, no sé la esperaba allí, pero tampoco le sorprendió mucho encontrársela en el campo de fútbol. Sin dudarlo ni un instante, dio media vuelta y subió las escaleras de las gradas para llegar hasta la mujer, que estaba sentada en el centro acompañada de su hija pequeña, quien descansaba en su carrito.

- Hola Mimi -la saludó con una gran sonrisa- ¿Qué haces aquí? -le preguntó para saciar su curiosidad.

- Vengo a ver el entrenamiento -respondió la mujer fingiendo total naturalidad, aunque era obvio para los dos que aquello no era nada habitual.

- ¿A Naira? -preguntó Paula, pues eso era lo más lógico.

- No creas que me ha invitado -negó la rubia con una ligera risa- pero tampoco necesito que me invite para venir hasta aquí -añadió queriéndose imponer ante su hija, quien ni siquiera estaba presente para escucharla.

- No, claro que no -le dio la razón la chica- Y... ¿te quedarás aquí todo el entrenamiento? -preguntó sin saber muy bien que estaba haciendo allí con Mimi.

- No, que va -negó de nuevo- Tengo que volver a casa, no creas que pueden sobrevivir mucho tiempo sin mi -bromeó, aunque ciertamente tenía razón, ni Ana ni ella podían resistir una tarde a solas con todas sus hijas- pero hoy quiero estar un rato mirando como entrenan -le comentó- ¿Quieres quedarte? -la invito a sentarse a la par que levantaba su bolso del asiento contiguo al suyo para que se pudiese sentar.

- Eh... -balbuceó unos instantes mientras se lo pensaba- Vale -aceptó finalmente por puro compromiso, y a continuación se sentó en el asiento que Mimi había dejado libre para ella.

Quizás no era el mejor plan para un jueves por la tarde, de hecho era lo último que se habría imaginado para aquella tarde aburrida de otoño, pero aunque estaba cansada, realmente no tenía mucho más que hacer al llegar a casa, así que pronto pensó que tal vez no había sido una mala idea aceptar.

- Avisa a tus padres de que estás aquí conmigo -le pidió la rubia a la chica ejerciendo de madre- y diles que te llevo yo de vuelta, no te vayan a echar de menos -añadió.

- Yo creo que aún siguen trabajando -comentó Paula dando a entender que si llegaba más tarde tampoco se iban a dar cuenta de ello- pero ya les digo -añadió mientras sacaba su móvil del bolsillo para mandarles un mensaje.

- ¿Sí? ¿Tan tarde? -se preguntó Mimi algo sorprendida, ya que eran las ocho pasadas- ¿Vuelves sola normalmente?

Había hablado mucho con la chica, de hecho se había encargado de conocer bien a fondo como era la novia de su hija, pero aunque se llevaban muy bien, siempre la había notado muy reservada en algunos temas, y había cosas de las que no tenía ni la más menor idea.

- Siempre -respondió la morena siendo contundente, y es que era así, todos los días, sin excepción.

- Ay, pero ¿por qué no me habías dicho nada? -le preguntó algo confundida con aquello- ¿No sabes que yo traigo siempre a Naira a esta hora?

- Pues no, no había pensado en eso -respondió cayendo ahora en cuenta, aunque sabía perfectamente que de haberlo sabido tampoco le hubiese pedido que la llevase de vuelta a casa- nunca te había visto por aquí.

- No, si yo tampoco hija, ya ves que tengo la cabeza en todos lados -comentó Mimi algo molesta consigo misma por no haberse preocupado por ella, aunque realmente esa no fuese su obligación- Puedo esperarte a partir de ahora si quieres y te acerco a casa, el viaje lo tengo que hacer de todas formas -le ofreció esperando que aceptase.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora