Capítulo 159

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- ¿Cloe? -Mimi abrió confundida la puerta de casa, dejando pasar a su hija- ¿Cómo no nos has avisado de que venías? -se preguntó sin entender a que se debía aquella visita inesperada, pues siempre decía algo antes de ir a verlas.

- Es que solo será un momento, me tengo que ir enseguida -le explicó la chica acelerada, dejando en evidencia que, efectivamente, no tenía mucho tiempo para saludarla- ¿Está Naira? -se preguntó deseando que la respuesta fuese afirmativa.

- Sí, claro -asintió la rubia- Sube, sube -añadió sin querer entretenerla mucho más.

La madre no tenía ni la menor idea de lo que estaba sucediendo entre sus dos hijas mayores, pero tampoco quiso meterse entre ellas. Sabía que, fuera lo que fuera, estas ya eran suficientemente grandes como para poder solucionar sus problemas solas.

- Rubia, fuera -saludó Cloe saltándose cualquier formalidad al entrar en la habitación de las mellizas.

- Esta también es mi habitación -respondió Sofía negándose a aquello. Al contrario que su madre, ella sabía perfectamente lo sucedido entre sus hermanas la tarde anterior. Y ella quería dar su opinión sobre aquello, a pesar de que nadie se la hubiera pedido.

- Por favor, quiero hablar con Naira -probó de nuevo tratando de ser algo más amable- A solas -precisó evitando que la chica la desafiase de nuevo.

- Luego te lo cuento -asintió Naira mirando a la rubia, provocando que esta se decidiese por levantarse de su silla y marcharse de la habitación.

- Pues vaya -rodó los ojos Cloe al darse cuenta de que la tarde anterior no solo había quedado mal con una de sus hermanas, algo que le fastidió, pues evidentemente no era plato de buen gusto para ella.

- ¿Qué quieres? -le preguntó la morena sin mucha esperanza de que trajera buenas noticias, pues después de lo sucedido ya se esperaba cualquier cosa.

- ¿Puedo? -preguntó mirando la cama, deseando sentarse allí, a lo que la menor asintió.

Cloe llevaba todo el día trabajando, de reunión en reunión, y a pesar de que aquello no requería un esfuerzo físico elevado, se sentía exhausta. Aquella tarde, al salir de la oficina, lo único que deseaba era ir a casa y tumbarse en el sofá, pero sabía que le quedaba algo pendiente, quizás lo más importante de toda la jornada.

- Perdón por lo de ayer -se disculpó sin rodeos, no valía la pena tratar de escurrir el bulto, la había cagado y Naira merecía unas disculpas en condiciones- No es excusa, pero todo esto de la boda me tiene desbordada -admitió con algo de dificultad, pues aquello ciertamente hería su orgullo. No estaba pudiendo con todo, y aceptar aquello era difícil para alguien como ella- Y sí, fue una estupidez ponerme como me puse, por sola una persona -aceptó- Así que por favor, perdóname -insistió.

- Da igual, no pasa nada -asintió la morena aceptando sus disculpas, pues aunque le habían dolido sus palabras, sabía que ella también había sido un poco responsable de llevar a su hermana al límite- Supongo que no es fácil organizar la boda, aunque no deberías estresarte tanto. Sé que es algo muy importante y que quieres que salga todo bien, pero deberías disfrutarlo más -se atrevió a aconsejarle.

Ambas sabían que aquello era muy fácil de decir, pero ciertamente difícil de cumplir. No había nada más humano que preocuparse cuando las cosas no salen del todo bien, incluso perder un poco los nervios. Aun así, Cloe decidió coger aquel consejo.

- Me di cuenta ayer cuando me quedé sola -admitió- Intentaré no perder los papeles de nuevo, aunque tampoco puedo prometerte nada -añadió siendo prudente, pues sabia que no sería nada fácil.

- Está bien, intentarlo es importante -aceptó Naira.

- Entonces, ¿en qué mesa dices que tengo que poner a Sara? -le preguntó Cloe dibujando una sonrisa, dejándole claro que su chica estaría invitada a la boda, tal y como le había pedido la tarde anterior.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora