Capítulo 70

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- Buenos días Emma -saludó la entrenadora a la niña cuando salió a recogerla en la recepción de la hípica- ¿Vienes sola hoy? -le preguntó.

- Sí -asintió la morena- Es que mi madre tenía prisa porque tenía que llevar a mi hermana pequeña a un ensayo -le explicó.

- Pues espero que no llevases mucho tiempo esperando, hoy se me ha hecho un poquito tarde, pero no te preocupes que ya lo recuperaremos -se disculpó- ¿Entramos? -la invitó a pasar.

- ¡Emma! -exclamó una niña que estaba dentro del vestuario y que dejó todo lo que estaba haciendo para acercarse a ella.

- ¡Hola! -respondió la morena igual de feliz por verla, pero con algo menos de intensidad.

Se habían conocido ese mismo verano y en ese mismo lugar, así que no era mucho de extrañar que se encontrasen allí de nuevo, pero ninguna de las dos se lo esperaba. Ambas habían asumido que su amistad no iba a ir más allá de la escuela de verano, y que probablemente no se volverían a ver, puesto que sus horarios de entrenamiento no coincidían.

- Anda, ¿vosotras dos de que os conocéis? -preguntó sorprendida Adriana, que por mucho que intentase atar cabos no entendía tanta intensidad en aquel encuentro.

- Celine y yo estábamos en el mismo grupo en el campus de verano -le refrescó la memoria Emma- ¿No te acuerdas? -preguntó extrañada, pues ella misma les había dado clase algunos días.

- Sí -asintió la otra- Nos dejaste subirnos juntas en el mismo caballo, ¿te acuerdas? -le recordó a la entrenadora.

- Claro, es verdad -asintió la chica, aunque realmente no recordaba mucho, por no decir nada, de lo que le estaban contando sus alumnas- ¿Así que seguís siendo amigas? -les preguntó intrigada por aquello.

- Sí -asintieron ambas a la vez tras mirarse unos segundos la una a la otra.

- No nos vemos desde hace mucho tiempo, pero seguimos siendo amigas, ¿por qué no? -comentó Celine sin tener ninguna duda de aquello.

Habían congeniado muy bien en aquellos pocos días que coincidieron, y a pesar de que ya habían pasado unos cuantos meses, durante aquellos minutos fue como si el tiempo no hubiese pasado y siguiesen en verano.

- Pues tienes razón -respondió Adriana- Y me parece muy bien que seáis amigas -añadió realmente feliz por aquello, pues sabía que esa podría ser una gran amistad- ¿Se lo decimos a Emma? -le preguntó a la niña antes de soltarlo- Celine ahora entrena los sábados a las nueve, una hora antes que tu. Así que os podréis ver todas las semanas -le explicó sabiendo que aquello le iba a alegrar.

- ¿De verdad? -preguntó la morena casi con los ojos fuera de órbita- ¡Qué guay!

- Sí, pero no podemos estar de charla todas las semanas, ¿eh? -comentó la chica al darse cuenta de que, si ya iban tarde, acababan de perder aún más minutos de clase- Venga, tu ponte las botas y coge tus cosas -le dijo a Emma metiéndole algo de prisa- Celine, ¿qué haces aún con el casco puesto? -rió al percatarse de aquello.

- Es que no puedo sacármelo -se quejó mientras intentaba tirar de él- ¿Me ayudas? -le pidió.

- Si es que estas trenzas que te hace tu madre son muy bonitas, pero siempre se te enredan con el casco -comentó Adriana mientras la ayudaba a quitárselo- ¡Mira que pelos te han quedado! -dejó escapar una ligera risa al verla toda despeinada.

La niña se giró para verse en el espejo y se contagió de la risa de las otras dos mientras trataba de arreglar su peinado sin demasiado éxito. Todas las semanas le pasaba lo mismo, pero aún no había querido renunciar a sus trenzas de amazonas que le hacía su madre con todo el cariño.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora