Capítulo 10

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- Estarás contenta -comentó Ana al ver cómo su hija disfrutaba de su desayuno con una cara de placer y felicidad impagable.

- Claro -asintió Emma sin dejar de comer- Gracias por comprarme el cruasán de chocolate -le agradeció de nuevo, pues ella sabía de sobras que aquel era un desayuno especial que no se repetía muy a menudo.

- No hay de que -sonrió Ana sin girarse para mirarla, ya que estaba conduciendo y no podía quitar la vista de la carretera- pero que conste que solo te lo he comprado porque ayer se nos olvidó ir a por los cereales en el super -le recordó a su hija recalcando que aquello era excepcional.

- Sí, es que no sé quién se los come, pero se terminan demasiado rápido -se quejó la niña que no entendía la forma en que la comida desaparecía de la despensa de casa.

- Pues ya te lo digo yo, o tus hermanos o tu madre -respondió Ana riendo que sabía de sobra quién se llevaba la comida de su cocina- Venga, ayúdame con esto del GPS y dime hacía donde tengo que ir -le pidió a su hija.

- Mmmm -balbuceó Emma mientras trataba de entender el mapa que aparecía en la pantalla del móvil de su madre- Pone que tienes que girar a la derecha en trescientos metros -le explicó.

- Pues eso debe ser por allí -concluyó la morena que en cuanto pudo se metió por allí con el coche.

Ninguna de las dos tenían ni la más remota idea de dónde estaban yendo. Y es que a pesar de que estaban a tan solo unos minutos de casa, jamás habían pasado por aquella zona, ni mucho menos se habían metido por tal camino.

- Mamá seguro que no sabría ir por aquí -comentó la niña pensando en los pocos dotes de la rubia conduciendo.

- ¡Oye! -rió Ana por el comentario, porque realmente tenía razón- Que tampoco conduce tan mal tu madre, no seas así de dura con ella -le pidió sin quererse meter en el tema.

- Bueno, pero tu conduces mejor, y ella siempre se pierde cuando vamos a un sitio nuevo -respondió Emma sin querer cambiar de opinión sobre aquello.

- Ya verás que seguro que se aprende este camino por ti -le dijo la morena tratando de dejar bien a su mujer.

Y es que aunque la torpe de la relación siempre había sido la morena, la conducción siempre había sido la asignatura pendiente de la rubia. Tardó muchísimo en convencerse para sacar el carnet de conducir, y le costó lo suyo conseguirlo, y una vez lo tuvo evitó a toda costa conducir a no ser que fuera estrictamente necesario.

- ¿Eso es que me vais a apuntar? -preguntó ilusionada pillando de lleno a su madre quién no le había querido hacer demasiadas ilusiones con aquello, por si algo no salía como esperaban.

- Ahora lo veremos Emma, ya te lo he dicho, primero tenemos que ver como es todo -le recordó Ana pidiéndole un poco más de paciencia.

- Mira mami, es allí, donde está el cartel -dijo señalando ilusionada un letrero enorme que daba la bienvenida a la hípica.

- Anda, pero que sitio tan guay, ¿no? -comentó la madre bastante impresionada por la inmensidad del lugar y lo bien cuidado que parecía todo- ¿Te gusta? -le preguntó a su hija.

- Pues es mejor de lo que me imaginaba -respondió mientras observaba con detalle cada uno de los rincones de la hípica desde la ventanilla del copiloto- Es muy grande, pero ¿me van a dejar un caballo? -se preguntó.

- Ya veremos, ahora vamos a hablar con la chica y a ver qué nos cuenta -le dijo Ana sin querer ilusionar a Emma, porque solo habían ido a tener un primer contacto con el lugar y a conocerlo, y veía a su hija con las expectativas demasiado altas.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora