Capítulo 123

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- ¿Están buenas? -le preguntó Ana a su hija al verla comer con tanta afición sus galletas.

- Mucho -asintió Inés, que ya repetía por tercera vez su merienda, de hecho, estaba tan hambrienta aquella tarde que se había quedado a solas con su hermana mayor en la mesa de la cocina- ¿Quieres una mami? -le ofreció a la morena alargando su brazo, con el paquete de galletas en mano.

- No, gracias, ya he merendado antes -le agradeció la madre dedicándole una sonrisa- Sofi -se dirigió entonces a la rubia- ¿Qué pasó? -le preguntó sabiendo que esta ya entendería de que le hablaba.

A madre e hija se les daba fatal aquello de disimular cuando algo no andaba bien, así que Ana había podido calar a las dos rubias nada más entrar a casa. Era obvio que había pasado algo entre ambas, y aunque no sabía si era lo correcto, quiso intentar mediar la situación.

- Mamá y Sofi están enfadadas, cuando han venido al cole ya no se hablaban -respondió Inés al ver que la rubia no respondía- Yo tampoco sé que ha pasado mami -le aseguró algo apenada, pues a ella también le hubiese gustado ayudar.

- Ya me imagino, cariño -asintió Ana pensando que no había sido buena idea preguntarle a la mayor delante de ella, pero lo cierto era que a veces se hacía imposible encontrar un rincón en silencio en aquella casa- ¿Es eso Sofi? ¿Te has peleado con mamá? -insistió a la chica, quién seguía sentada en su silla con la mirada fijada en la mesa de la cocina.

- No te va a responder mami -intervino de nuevo la pequeña. Sabía de sobras que aquello no iba con ella, pero la cara de pena con la que miraba su madre a su hermana le rompió el corazón, así que no pudo dejarla sin respuesta- Está mudita, como el enanito de Blancanieves -añadió pensando que aquella comparación podría sacarle una sonrisa a Ana.

La morena no pudo evitar mirar con una sonrisa enternecedora a su hija. Sabía perfectamente que aquello no era casualidad, y eso precisamente fue lo que más le gustó de la reacción de la pequeña, pues la gran inteligencia emocional de Inés, algo que no sabía muy bien de dónde había salido, era algo que nunca dejaba de sorprenderle.

- Hija, si no me lo cuentas tu ni ella tampoco, yo tampoco sabré que hacer para ayudaros -insistió nuevamente con la rubia, en el que sabía que debía ser el último intento, pues si seguía forzando la situación todo aquello se le volvería en su contra.

- No te lo quiero contar -respondió por fin Sofía, aunque con una clara negativa- Es que me arrepiento mucho de lo que he dicho, no quiero que tengas que escucharlo tu también -se justificó tratando de que su madre entendiese el porque hacía aquello.

- Venga, dímelo, te prometo que no te lo echaré en cara y trataré de olvidarlo -probó Ana tanteando el terreno- Inés cariño, ¿nos dejas solas un momento? -se dirigió entonces a la pequeña, pues sabía que si era algo mínimamente grave, no lo iba a repetir delante de su hermana pequeña, como era lógico.

- Solo para mayores, ¿no? -dijo la pequeña cuando ya se levantaba de su silla algo resignada, pues ciertamente quería enterarse de aquello, pero sabía de sobras que no pintaba nada en esa conversación madre e hija- Pues ya casi tengo siete años, ¿eh? -les recordó mientras dejaba el paquete de galletas en el armario- Y un día seré tan mayor como Sofi. No, tan mayor como Cloe -se corrigió a sí misma- Ya veréis -añadió con una sonrisa traviesa.

- No te preocupes mami, seguro que no la lía tanto como yo -comentó Sofía medio bromeando cuando la pequeña ya se había ido.

- Venga rubia -respondió Ana negando pidiéndole que fuese ya al grano y le contase lo ocurrido.

Y así fue. Realmente la chica se moría de ganas de desahogarse, así que una vez arrancó no le costó nada contarle a su madre con todo lujo de detalles todo lo que había ocurrido. No solo contó lo primordial, la discusión con Mimi, sino todo lo que había sucedido con su compañera de clase aquel día, pues era obvio que contado así era mucho más fácil de entender.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora