Capítulo 6

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- Cloe, no te vayas -le pidió la rubia a su hija cuando se levantó de la mesa y recogió sus platos y cubiertos que había usado durante la cena.

- ¿Qué pasa? -se preguntó la chica mientras volvía a coger asiento en la mesa de la cocina, bajo la atenta mirada de sus madres, la primera pretendiendo que con aquello se acordase de que le debía una explicación y la segunda confundida sin saber de que iba todo aquello.

- Tienes que contarme eso, ¿te acuerdas? -le recordó Mimi al ver que Cloe no estaba entendiendo para nada sus señales.

- Ah ya, eso -respondió la chica resoplando y rodando los ojos, pues era obvio que muchas ganas no tenía de aquello, pero debía resignarse a ello, por ella misma y por su hermano.

- ¿El qué? -cotilleó Ana en la conversación de esas dos mientras seguía ordenando la cocina.

- Cloe nos va a contar cómo le fue en Valencia con los padres de Lucía -le adelantó su mujer ya dejándole claro a su hija que de allí no se levantaba sin explicarles aquello.

- Pues no sé que quieres que te cuente -respondió la hija mostrándose poco contenta con aquella idea- Su madre fue muy simpática conmigo y su padre es un señor normal, aunque lo vi poco porque ellos están divorciados como ya os dijo un día -les explicó siendo más bien escueta.

Obviamente Ana y Mimi comprendían que su hija no les iba a contar todos los detalles de su viaje, y también suponían que no habría pasado demasiado tiempo con la familia de Lucía, pero igualmente sentían curiosidad e interés para que les contara algo más. Aunque ciertamente tampoco les sorprendió su secretismo, puesto que Cloe nunca había sido de dar muchas explicaciones.

Y quizás también era que ya no era el momento para aquello, y es que esas vacaciones ya habían terminado hacía más de un mes, y lo cierto era que su hija apenas recordaba lo que habían estado haciendo por allí, y mucho menos con detalle.

- Mujer, cuéntanos algo más de ellos o de la casa, yo que sé, o enséñanos alguna foto del viaje -le pidió Mimi sonsacándole un poco más de información.

- Pues no sé, ellos son bastante mayores, mucho más que vosotras -les explicó- Y la casa de su madre es un piso normal, con tres habitaciones, ¿te imaginas vivir allí con todos tus hijos? -bromeó la chica en un claro intento de desviar la atención y cambiar de conversación.

- ¿Muy mayores? ¿Cuántos años tienen? -quiso saber Ana, que aunque no dejaba su tarea de fregar los platos de lado, tampoco se distraía de la conversación que había en la cocina.

- Ay, pues yo que sé, no se lo pregunté -respondió en señal de obviedad, pues esa pregunta era por todos sabido que no se debía hacer- Pero unos sesenta o así -se aventuró a adivinar para la sorpresa de la rubia, quién abrió los ojos como platos al escuchar tal cifra- Lo sé, vosotras sois más jóvenes, pero piensa que cuando Mimi tenga mi edad tu también tendrás más de sesenta, así que tampoco es algo raro -comentó la chica.

- Gracias por los ánimos hija -le agradeció irónicamente Mimi, porque ciertamente aquello le sentó como un jarro de agua fría. Y no quería pensar en aquello, pero ya hacía unos pocos años que tenía más cerca los sesenta que los veinte, y eso la asustaba cuanto menos.

- Mirad -les dijo Cloe a ambas enseñándoles su móvil- Esta es una foto que nos hicimos con la madre -les explicó mostrándoles un selfie de las tres con la Ciudad de las Artes y las Ciencias de fondo- con el padre no tengo ninguna -añadió mientras ambas la observaban.

- ¿Quieres decir sesenta? -preguntó Ana sin poderse creer que esa mujer, que tan buen ver tenía, pudiera tener tal edad- Quizás te has pasado un poco, ya me gustaría a mi estar así con sesenta años -comentó algo envidiosa, y es que realmente la madre de Lucía no tenía apenas arrugas y su aspecto era bastante juvenil.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora