Capítulo 80

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- No, no hace falta -negó Naira cuándo vio a Sara alargando el brazo, con la intención de llamar al timbre de casa para que les abrieran la puerta- Tengo llaves -le dijo mientras procedía a abrir la puerta.

Era estúpido pensar que iba a poder evitar a su madre estando en su propia casa, pero la morena tenía la esperanza de poder subir hasta su habitación sin que su madre le dijese nada. Obviamente, Ana, aún con el susto en el cuerpo de no encontrar a su hija en casa, estaba esperando inquieta su llegada, y nada más esta tuvo intención de abrir la puerta, la madre ya estaba detrás de ella esperándola.

- Naira -dijo la mujer agarrando a su hija por el brazo, su intención, lejos de retenerla, era darle un abrazo después de aquello, pero la chica fue mucho más veloz que ella y rápidamente se soltó y se fue corriendo escaleras arriba- ¡Naira! -le gritó, rota de dolor, y sin saber que hacer.

- No subas, por favor -se atrevió a pedirle Sara al ver sus intenciones, pues era lógico que quisiese correr tras ella, pero sabía que eso no era lo que necesitaba la chica.

- Sara, por dios, ¿tu sabes el susto que me ha pegado esta niña? -le preguntó la madre algo molesta por su intervención, aunque decidió obedecerla y dejar aquello de hablar con su hija para otro momento.

- Lo siento Ana -se disculpó la chica algo afligida por ver a la madre de su amigo en esa actitud.

Sabía de sobras que Ana y Mimi no eran malas madres, ni mucho menos, eran ese tipo de madres que todo el mundo desearía tener, de puertas para afuera y de puertas para dentro. Aún así, era de esperar que también tuviesen sus momentos malos, de enfadarse y de subir un poco la voz, todo el mundo los tenía, pero ella aún no los había descubierto.

- ¿Puedo entrar? -se preguntó con la intención de hablar con ella, pues quería contarle lo que había pasado.

- Claro que sí hija -le dijo Ana dejándola pasar y ya dándose cuenta de que debía calmarse, ni que fuese por aquella pobre chica, quien no tenía culpa de nada- Pasa, pasa -añadió mientras cerraba la puerta, y la acompañaba hasta el salón- Mimi, tenemos vista -le dijo a su hija menor, quien se encontraba en el suelo jugando con unas piezas de madera.

- Hola -le dijo Sara a la pequeña, acercándose a ella con prudencia. La había visto apenas un par de veces en toda su vida, así que no tenían ningún tipo de confianza y no quería asustarla siendo demasiada cercana.

- Juego -le respondió Mimi mientras la señalaba a ella, y después señalaba sus juguetes, queriéndola invitar a jugar con ella.

- Quiere que juegues con ella -le aclaró Ana al ver la cara de confusión de la pobre chica, que no sabía ni que responder a aquel jeroglífico que le estaba suponiendo hablar con la pequeña.

- Ah -entendió por fin Sara- Pues juego contigo si quieres -aceptó sin poder decir que no y sentándose con ella en el suelo.

A la niña, a quien le encantaba interactuar con todo el mundo, lo conociese o no, estuvo super contenta de que alguien nuevo viniese a casa a jugar con ella. Pronto empezó a pasarle piezas a la chica y a mandarle todo lo que tenía que hacer, porque eso sí, la pequeña tenía muchísimo carácter.

- Bueno chicas, las dejo entretenidas, ahora vuelvo -quiso aprovechar Ana para subir a hablar con Naira.

- Ana -la llamó Sara haciéndola recular.

- ¿Sí? -le preguntó al verla levantarse, pensando que quizás no le apetecía demasiado seguir jugando con su hija, y tampoco sabía muy bien como decirlo.

- Sé que no soy nadie para meterme en tu familia, y sé que debes castigar a Naira por lo que ha hecho, pero me gustaría poder explicártelo yo antes de que hables con ella -le pidió- Ahora estaba más tranquila, pero si subes se va a volver a alterar y las cosas solo van a empeorar -le advirtió queriéndola ayudar con todo aquello, aunque sabía que tampoco tenía ningún tipo de autoridad allí.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora