Capítulo 65

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- ¡Mami, mami! -se quejó la pequeña Mimi desde su carrito.

Esa tarde había salido un poco molesta de la escuela infantil, la educadora le había explicado a Ana que se había enfadado con un compañero por un juguete, nada más allá de una pelea de niños de un año y pico. Pero a raíz de esto, la pequeña estaba más cariñosa de lo habitual y necesitaba estar en brazos de su madre.

- ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? -le preguntó la morena mirándola, pero sin parar su paso, pues ya iban suficientemente tarde como para sumarle más tiempo al trayecto.

- ¡Mami! -insistió la niña con un puchero y amenazando con que iba a llorar.

- Por favor cariño, ahora no -le respondió Ana esperanzada de que la fuese a perdonar por aquello- Tenemos que ir a recoger a tus hermanas al cole y ya estamos llegando tarde. Cuando lleguemos te cojo, ¿vale? -trató de convencerla, aunque evidentemente, lo único que entendió Mimi fue que no la iban a coger en brazos.

- ¡No! -respondió enfadada.

- Por dios hija, ¿solo sabes decir que no? -se quejó la morena bromeando.

Lo cierto era que Mimi tenía una gama amplia de lenguaje, y era sorprendente verla hablar siendo tan pequeñita, quizás porque el último bebé que habían tenido en casa, Inés, esperó a ser algo más mayor para arrancarse hablar. Aún así, la palabra favorita de la niña, como la de todos sus hijos era no, la podía decir decenas de veces cada día.

- Ahora tienes que decirme que sí -trató de convencerla Ana- Sí, mami -dijo en voz infantil para que la imitase.

- ¡Mami! -sonrió la niña repitiendo únicamente la segunda palabra.

- Bueno, por lo menos me enseñas los dientecitos -comentó la morena embobada viendo la sonrisa de su pequeña- ¡Mira! -comentó cuando ya entraban al colegio y vio a sus hijas.

- ¡Lola! -exclamó la pequeña al ver a su hermana mayor correr hacía ellas.

- ¡Hola! -saludó la rubia, quien se había avanzado a sus hermanas para saludar a su madre y a Mimi- ¿Hay merienda? Tengo hambre -pidió mientras metía las manos en el bolso de su madre buscando su bocadillo.

- Tu a lo importante, ¿eh? -comentó Ana mientras le daba su comida- ¿Qué se dice? -le preguntó al ver que empezaba a abrir el envoltorio sin darle las gracias.

- Gracias mami, te quiero mucho -respondió Lola dándole un abrazo- Chicas, ¿ustedes quieren? -les preguntó a Emma e Inés, quienes estaban distraídas haciéndole caso a la más pequeña.

Todas querían a Mimi por igual, de eso no había ninguna duda. La niña se llevaba todas las miradas de la casa hiciese lo que hiciese, y es que, por muy traviesa que fuese a veces, nadie podía resistirse a la ternura que transmitía. Eso sí, la niña tenía clara sus preferencias, Inés era su hermana favorita para jugar, Lola para hacerla reír y Emma era su profesora particular, quien estaba empeñada en hacerla hablar.

- Yo sí, gracias -dijo la mayor mientras cogía su bocadillo- ¿De que es? -le preguntó a la rubia, quien ya lo tenía abierto.

- Es de chocolate -dijo con los ojos iluminados, pues le perdía aquello y pocas veces se lo ofrecían.

- ¡Toma! -celebró Emma al escucharlo.

- Yo no quiero mami -negó Inés para lo sorpresa de Ana, más sabiendo que ese día tocaba lo que más le gustaba- ¿Podemos ir al parque? -le pidió.

- Sí, claro -asintió la morena, ese era su plan, así que no lo pensó ni un segundo- Vamos allá y esperamos a mamá -les propuso a las niñas.


Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora