Capítulo 108

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- Lucía, Lucía -trató Cloe de despertar a su novia dándole pequeños golpecitos en el hombre y tratando de no hacer mucho ruido.

- ¿Qué? -respondió esta confundida entreabriendo los ojos y cerrándolos rápidamente de nuevo, pues había demasiada luz como para soportarlo.

- Te has dormido -le dijo su chica, como si no fuese evidente, pero es que realmente Cloe no tenía mucho más que decirle en aquellos momentos.

- Ay -se quejó Lucía, con razón, dándose la vuelta en su asiento para darle la espalda a su novia y poniéndose las manos en la cara para que ni una pizca de luz entrase en sus ojos.

Todos tenían un límite. Y el de ella estaba en que la despertara algo o alguien que no fuese su maldito despertador. Y no, el despertador tampoco era algo agradable, pero por lo menos tenía un fin. No como su novia, quién la acababa de despertar porque se aburría en ese interminable viaje en avión.

- Venga, amor -insistió Cloe apartándole las manos de la cara y dándole un par de besos en la mejilla- Llevas todo el vuelo durmiendo -le echó en cara, como si aquello fuese algo reprochable.

- Como para no -respondió la chica cediendo y abriendo los ojos- Jo, ¿para que me despiertas? ¿Ya llegamos? -le preguntó deseando que su respuesta fuese afirmativa.

- Falta poco, acaban de poner el aviso de los cinturones -le respondió Cloe, aunque ambas sabían de sobras que eso solo significaba que aún quedaba un buen rato hasta poder salir de aquel maldito avión. Porque sí, como era lógico, el viaje se les había hecho eterno.

- ¿Qué pasa? -se preguntó Lucía un par de minutos después, cuando se dio cuenta de que su novia no dejaba de mirarla esbozando una ligera sonrisa.

- Nada, es que estás muy graciosa con esta cara de dormida -vaciló esta riéndose mientras le acariciaba su melena- Se te ponen los ojos chiquititos y todo el pelo alborotado -comentó sin dejarla de mirar.

Obviamente lo de graciosa era un eufemismo para no sonar demasiado romántica. No era ninguna novedad para Cloe comprobar, una vez más, que su chica estaba preciosa recién levantada. Al igual que lo estaba cuando se enfada, o más bien cuando fingía que lo estaba, ya que en realidad eso era la mayoría de veces.

- Hasta te ha quedado la marca de las pulseras en la cara -añadió mientras acariciaba su mejilla- Como te pasa siempre con las sábanas -sonrió al recordarlo.

- Ay, jo -se quejó Lucía, de nuevo escondiéndose en sus manos. Para nada le molestaba lo que le estaba diciendo, ni mucho menos, pero nunca sabía cómo responder a aquellas cosas. Muchos menos teniendo en cuenta de que estaban dentro de un avión.

- ¿Aún me quieres, aunque te haya despertado? -le preguntó Cloe fingiendo hacer un puchero y captando de nuevo la atención de su chica.

- Sí, pero solo si me prometes que vas a seguir despertándome toda la vida -le respondió dibujando una gran sonrisa.


🖤 🖤 🖤


- Cruzar el charco para terminar comiendo aquí -comentó Cloe mientras saboreaba, sin ningún remordimiento, su hamburguesa.

Ese día llevaban demasiadas horas en pie, y unas tantas más de vuelo, como para ponerse exquisitas con la comida. Solo hacía un par de horas que habían pisado Manhattan por primera vez, y aunque tan solo eran las ocho de la tarde, ambas ya estaban pensando en cenar y meterse en la cama. Fue precisamente por aquello que decidieron entrar en el primer sitio que encontraron, un McDonald's gigantesco e iluminado por cientos de neones. Y realmente no había nada más norteamericano que aquello.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora