Capítulo 28

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- ¿Así o te pongo más? -le preguntó Mimi a su madre mientras le servía la leche en una taza antes de prepararle su café de media tarde.

- Así está bien -le respondió Inma, quien esos días se estaba dejando cuidar por su hija y su nuera y permitía que se lo hicieran todo, hasta un simple café.

- Mami y mamá, mamá y mami -le dijo Emma a su hermana menor mientras trataba de enseñarle a hablar sin mucho éxito, aunque realmente esa era su mayor distracción esas Navidades.

- Emma hija, que nos vas a gastar el nombre -comentó Mimi algo cansada de escucharla repetir los nombres de todos los miembros de la familia constantemente y sin ningún tipo de contexto o sentido.

- Estoy intentando a que aprenda nuestros nombres -respondió la niña que no tenía pensado parar de hacer aquello.

- ¿No crees que es un poco pronto? -le preguntó su abuela tratando de hacerle entender nuevamente que por mucho que lo intentase su hermana no iba a hacer nada más que reírle las gracias y balbucear un par de sílabas sin sentido.

- Es para que se acostumbre a escuchar nuestros nombres -le explicó la morena cuando se disponía de nuevo a disparar todos los nombres de sus hermanos- Inés, Lola, Emma, Sofía, Naira, Bruno y Cloe -dijo exagerando cada una de las letras y hablando lentamente, pensando que así su hermana la iba a entender mejor. Pero la pequeña Mimi solo hizo que reír a carcajadas, porque la verdad era que Emma se veía muy divertida haciendo aquello, aunque no tanto a los ojos de su madre.

- Madre mía, pero ¿tu crees que se entera de algo con tanto nombre? -le preguntó Mimi poniéndose algo más seria para que su hija se la tomase enserio.

- No es mi culpa que tengas tantos hijos -respondió Emma subiendo y bajando los hombros en señal de indiferencia, y a continuación volvió a su hermana.

La morena dejaba a su madre literalmente sin palabras, y aunque a veces sus contestaciones podían parecer muy graciosas, sobretodo para su abuela, quien en aquellos momentos luchaba por no soltar una gran carcajada, también llevaban al límite a su madre, quien desesperaba al ver como se las ingeniaba para terminar haciendo lo que ella quería.

- Paciencia hija, paciencia -rió Inma al ver a su hija rodando los ojos y negando con la cabeza ya un poco desesperada.

- ¿Sabes abu? Nos reconoce de verdad, porque cuando le enseño una foto de Lola se ríe -le explicó cuando justo hacía eso- ¿Lo ves? -asintió sonriendo al ver que la pequeña no le había fallado- Pero cuando le enseño una foto de Corchea no dice nada -le explicó mientras deslizaba en su tablet enseñándole la foto de su querida yegua.

- Hombre, ¿qué va a decir la pobre de un caballo? -comentó Inma entre carcajadas.

- ¡No es un caballo, es una yegua! -saltó la niña algo molesta por aquello, lo cual le pareció una ofensa para Corchea, pero es que su pobre abuela suficiente tenía con acordarse y no confundirse con los nombres de cada uno de sus nietos.

- ¿Y esto qué es? -intervino Mimi que justo había avistado la bolsa de golosinas que Emma escondía debajo de la trona de su hermana y la acababa de coger para enseñársela a su hija.

- Ups -dijo la morena mientras trataba de poner cara de pena para conseguir que su madre no la riñese por aquello.

- Emma... -entonó Mimi tratando de qué le respondiera a la pregunta, pues estaba claro que la niña sabía perfectamente que no podía comer aquello sin permiso y le debía una explicación.

- Solo he comido un par, te lo juro -le prometió.

- Sabes que no me gusta tener que ponerme seria -arrancó Mimi su bronca precisamente dejando cualquier broma aparte, pues creía necesario aquello para que su hija se la tomase en serio- pero creo que te lo he dicho suficientes veces en la última semana como para que lo sepas de sobras, ¿o no? -la interpeló para que se diese cuenta que no hacerle caso también tenía sus consecuencias.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora