Capítulo 105

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- Eso no ha sido una bronca -comentó Mimi al ver a su mujer salir de la habitación de su hijo.

Había estado escuchando toda la conversación, con permiso previo de Ana, y lo cierto era que le sorprendía que no le hubiese echado más en cara lo de la noche anterior. Su mujer tenía bastante más mala leche y mucho menos aguante que ella, y realmente Bruno le había jodido la noche, algo sagrado para ella. Aún así, también sabía que con su hijo era más blanda de lo habitual, al igual que ella. El chico jamás daba problemas, así que tampoco era justo echarle la bronca del siglo por un despiste como aquel.

- Suficiente castigo tendrá como suspenda el trimestre -respondió la madre rodando los ojos algo preocupada por aquel asunto, pues no iba a tenerlas todas hasta que no viese el boletín con las notas- y no lo digo por nosotras -añadió mientras empezaba a andar por el pasillo, dirección hacía las escaleras, y dejando claro que no se iba a enfadar si suspendía.

- Pues sí, es un curso muy difícil, pero es lo que toca -opinó la rubia sin quererle dar más vueltas al asunto.

A aquellas alturas era estúpido enfadarse porque su hijo no se estuviese esforzando lo suficiente, pues se suponía que estaba allí porque quería. Y como ya había avanzado Ana, si no alcanzaba la nota que necesitaba para estudiar lo que quería ya iba a tener un castigo más que ejemplar.

- Y más si lo dejas todo para la noche anterior -añadió la morena algo rencorosa por aquello, pues era obvio que a pesar de no haber martirizado mucho a Bruno estaba realmente molesta por ello.

- Definitivamente quitarte horas de sueño era lo peor que podía hacer -comentó Mimi al escucharla, aunque solo hacía falta ver su cara para darse cuenta que aquella noche le habían faltado unas cuantas horas de sueño.

- No lo sabes tu bien -se rió Ana de sí misma- Llevo todo el día dando cabezazos, no puedo más -le explicó cuando ya llegaban a la cocina.

- Te diría que te eches una siesta -le sugirió- pero me temo que en esta casa esto no es una opción -añadió con los gritos de sus hijas pequeñas, que estaban jugando en el salón, de fondo.

- Un café sí lo es -respondió la otra yendo directa hacía la cafetera, pues llevaba ya un buen rato que llegase su momento del café de media tarde- ¿Has llamado a naira? -le preguntó cambiando de tema mientras encendía la máquina para no perder más tiempo.

- Que va -negó la rubia- Está en clase aún y esta tarde tiene entreno intensivo -le explicó lo poco que le había contado su hija mediante mensajes- No creo que vayamos a poder hablar con ella hoy, pero no te preocupes, ya sabes que ella estará bien -añadió convenciéndose a si misma de aquello mientras se sentaba en una de las sillas de la cocina.

Realmente Naira era el menor de sus problemas en aquellos momentos, pero cada día la echaban más de menos. Las llamadas diarias hacía semanas que habían dejado de existir, pues la chica estaba tan inmersa en sus largas rutinas que les era imposible encontrar un hueco entre semana para llamarse. Y a eso había que sumarle que su hija solo respondía a sus mensajes con monosílabos y aunque les mandaba bastantes fotos, en casi ninguna aparecía ella, solo su comida o sus amigos. Pero a pesar de todo, sabían que eso era una buena señal, ya que las echase poco de menos solo podía significar que lo estaba pasando muy bien.

- No sabes la bronca que le voy a echar cuándo vuelva por no haber cumplido con las llamadas -bromeó Ana con aquello, aunque obviamente ella tampoco lo estaba pasando bien con la situación.

- Venga, cuéntame -trató Mimi de cambiar de tema, pues a ella no le apetecía para nada seguir hablando de aquello- Dime que vas a preparártelo -le pidió mientras hojeaba los papeles que había dejado encima de la mesa hacia una media hora.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora