Capítulo 33

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- Diez suspensos, todos directos a recuperación -se quejó Ana en voz alta, para que quedase más claro su inconformidad con aquello, al ver los resultados de uno de los exámenes que había hecho aquella semana a sus alumnos- ¿Te lo puedes creer? -preguntó algo molesta a su compañera de despacho esperando que le diese la razón.

La verdad era que aquello le enfadaba, y mucho. Nunca le había gustado suspender, y trataba de ayudar lo máximo posible a sus alumnos para que alcanzaran los mejores resultados, eso sí, sin ningún tipo de trampas. Fue por eso mismo que le frustró tanto ver cómo aquella vez había fracasado estrepitosamente, diez alumnos suspendidos era muchísimo más de lo que ella misma se permitía.

- Pocos, ¿no? -respondió la mujer sin prestarle mucha atención, pues lo cierto era que no le sorprendía demasiado aquella cifra, ni para mal ni para bien, en sus clases era algo totalmente habitual.

- ¿Pocos? -le preguntó la morena sin poderse creer la respuesta que le estaba dando, porque desde luego su punto de vista distaba muchísimo de aquello- Son demasiados -la corrigió- Por dios Núria, que jamás, en mis casi veinte años de docencia, he llevado a tantos a recuperación -le explicó alucinada con aquello que estaba viendo, porque realmente no se lo podía creer- No sé que he podido hacer mal, pero desde luego que algo he tenido que hacer mal para que me suspendan tantos -admitió su parte de culpa, porque ella siempre había creído firmemente en eso.

Los resultados jamás eran responsabilidad única de los alumnos, el profesor debía hacerse responsable de aquello también, esa era su premisa, siempre lo había sido, y a esas alturas era difícil convencerla de lo contrario.

- Si es que no sé que ha pasado, no lo entiendo -se lamentó, porque eso era lo peor, no conocer el causante de aquel desastre, y por ende, no poder remediarlo- Fíjate, después de tantos años dando clase y ahora resulta que esto no se me da tan bien como pensaba -exageró, porque realmente se estaba ahogando con un vaso de agua y por el momento, aquello no era nada más que un hecho aislado.

- Por dios mujer, no seas tan dura contigo misma -le pidió su compañera, que comprendía su frustración, pero no podía aceptar que se diera tales latigazos por aquello- Será solo una mala generación, ya sabes que cada vez suben peor, nada más -opinó queriéndole quitar hierro al asunto, porque realmente no era algo preocupante- Diez suspensos está más que bien, y sé que normalmente no tienes tantos, pero chica ya me gustaría a mi tener estos resultados -admitió- Además, que seguro que hay alguna explicación para todo esto, habla con ellos y trata de que te aprueben la recuperación -le aconsejó sin darle más vueltas.

- No, si yo ya les he enviado un mail para que se pasen por aquí el lunes -le explicó Ana, que ya se había avanzado con aquello- En fin, me tocará descansar este fin de semana, porque vaya dos semanitas nos esperan, ¿eh? -comentó rodando los ojos.

Y es que los finales de cuatrimestre eran horrorosos para todos, tanto alumnos como docentes. Preparar y corregir exámenes, leerse trabajos de cien páginas y además, por si fuera poco, preparar las recuperaciones para los que no hubiesen superado algunas de las tareas a lo largo del cuatrimestre. Y quizás algunos profesores no se lucían demasiado en aquello, pues ponían año sí y año también las mismas pruebas, pero para una profesional como Ana, quién hacía las cosas correctamente y se leía de principio a fin las largas redacciones de sus alumnos en los exámenes y trabajos, esas semanas se quitaba muchísimas horas de sueño.

- ¿No tienes planes? -le preguntó su compañera extrañada, pues ella siempre los tenía.

- ¿Con el frío qué hace? -se preguntó la canaria- Que va, creo que nos quedaremos en casa todo el fin de semana -comentó.

- Pues nada, entonces descansa, que eso también está bien de vez en cuando -respondió Núria.

- ¿Tú harás algo? -se interesó Ana mientras guardaba los exámenes en cuestión que había ya terminado de corregir.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora