- Oye Ana, ¿tú has estado en casa de Lucía? -le preguntó Mimi a su mujer aprovechando que las chicas habían subido arriba.
- La he acercado alguna vez, pero haber subido... -pensó unos instantes- Si he estado no lo recuerdo -respondió la canaria mientras removía su café, aún demasiado caliente para empezar a bebérselo- ¿Por qué lo dices? -se preguntó.
- Si no lo recuerdas es que no has estado allí, te lo aseguro -le dijo la rubia- Vive en un piso que parece... No sé lo que parece -añadió sin atreverse a calificar aquello- Pobre chica, si es que eso de los alquileres es algo que nunca se va a arreglar -comentó mientras seguía dándole vueltas al tema, pues llevaba haciéndolo desde que había entrado a su casa.
- Bueno Mimi, eso es algo pasajero -respondió Ana sin tomárselo muy enserio, pues estaba segura de que era un piso de estudiantes normal y corriente, de los de toda la vida- Ya lo sabes, nosotras también nos encontramos con esto. ¿Te acuerdas de nuestro primer piso? -le recordó- Suerte tienen nuestros hijos de que van a poder estudiar viviendo en casa -añadió reconociendo la ventaja que suponía aquello.
En aquel momento a la rubia se le encendió una bombilla. Jamás se había preocupado por aquello, pues tenía asumido que ninguno de sus hijos iba a tener que irse de casa a temprana edad, como ella y Ana tuvieron que hacer en su momento. Y precisamente por eso le preocupaba tanto la situación de Lucía, porque jamás hubiera aceptado que alguno de sus hijos viviera con aquel grupo de cerdos que parecía convivir la chica. Entonces, ¿por qué con ella sí?
- Se viene a vivir aquí -le comunicó Mimi sin pensárselo dos veces. Aparentemente, para ella la decisión estaba tomada, y sabía de sobras que Ana no se iba a oponer a ello.
- ¿Lucía? -preguntó esta sin entender nada.
- Sí, claro que sí Ana, ¿cómo no lo habíamos pensado antes? -se preguntó- Que duerma con Cloe, en su cuarto, hay espacio de sobras para las dos -le propuso.
- ¿Tu te encuentras bien? -le preguntó su mujer mientras la tomaba por loca. Que precisamente fuese ella quién invitaba a Lucía a vivir a casa era de lo más inesperado, porque obviamente, todo aquello pilló por sorpresa a la morena.
- Venga, por dios Ana, ¿ahora me vas a decir que no? -la retó la rubia- No va a estar la chica gastándose todo su sueldo teniendo aquí espacio de sobras para ella, ¿no crees? Además, ¿no le dijiste que ella sería como una hija para ti? -le recordó.
🖤🖤🖤
- Que tranquilidad -comentó Ana mientras removía su café con una cuchara. Llevaban un buen rato con Mimi en un bar desayunando, y aunque tenían planes para esa mañana, se lo estaban queriendo tomar con calma, pues los últimos días habían sido una completa locura y apenas habían tenido tiempo para descansar.
- Tampoco te emociones mucho, que lo bueno todavía está por llegar -le advirtió la rubia recordándole la que se les venía encima los dos siguientes meses, con las niñas de vacaciones y en casa todo el día.
- Y bueno, ¿no crees que estaríamos un poco menos agobiadas si hacemos lo que nos dijo tu madre? -sugirió la canaria, aunque sabía que la decisión de su mujer era inamovible.
- Pues mira, no te voy a decir que no -respondió Mimi sorprendiendo a Ana por completo- pero eso tampoco significa que vaya a ser que sí -añadió.
- Bueno, algo es algo -respondió la morena sin poner ninguna pega a aquello. Nadie sabía cómo ella lo difícil que era hacer cambiar de opinión a su mujer, así que escucharla simplemente que se lo estaba pensando, le supuso una gran alegría- ¿Y eso? -le preguntó por el cambio de actitud.
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Once | WARMI
FanfictionSEGUNDA PARTE DE NUEVE Y MEDIO Tras superar el peor bache que se habían encontrado a lo largo de su relación, Mimi y Ana empiezan a vivir de nuevo sus vidas, junto a sus ochos hijos. Pero nada será tan fácil como esperaban, y es que a pesar de que l...