Capítulo 116

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- Dieciocho, diecinueve y viente -terminó Bruno de contar el dinero que le estaba dando a su amiga- Eso es todo, ¿no? -se aseguró de no haberse equivocado con aquello.

- En realidad son diecinueve con noventa, te debo diez céntimos -respondió Sara bromeando, pues realmente entre ellos no había ese tipo de deudas, a veces uno pagaba de más y otras de menos, pero nunca habrían pensado en reclamarse algo así- Pues nada, esta tarde pillo las entradas sí o sí, no nos vayamos a quedar sin ellas -añadió mientras se guardaba el dinero en el bolsillo de sus chaquetas.

- Que no se te olvide -le insistió el chico algo preocupado por ello.

Todos los chicos de la ciudad querrían celebrar el fin de exámenes la próxima semana, así que era obvio que las entradas de las discotecas iban a agotarse rápidamente. A Sara no le preocupaba demasiado aquello puesto que casi todas las semanas salía de noche, pero Bruno era más de estarse en casa, y por una vez que iba a salir no quería que se le fastidiaran los planes por algo así.

- ¿Se las vas a comprar al resto también? -se preguntó pensando en el resto del grupo y sin querer dejar a nadie colgado.

- Sí, pero ya luego les pido el dinero -respondió la chica ya con ganas de quitarse a su amigo de encima- Es que después del recreo tengo el examen de historia y quiero repasar un poco antes -se excusó mientras levantaba un poco el brazo para enseñarle los apuntes que estaba sujetando con este.

- Bueno, pero aprovecha para descansar también -le pidió el chico creyendo que aquello no era la mejor idea, pues podría ser contraproducente- Recuerda que lo sabes y no necesitas repasar más -le aseguró antes de despedirse de ella.

- Vale, lo que digas -negó Sara sin intención de hacerle el más mínimo caso a su amiga- Me voy al muro -se despidió mientras empezaba a andar hacía allí.

En su instituto, era una norma no escrita que los que querían aprovechar los descansos para hacer deberes o estudiar se sentaban a un pequeño muro que había al fondo del patio, una zona que quedaba aislada del resto y por tanto, bastante silenciosa. Y Sara no era la única que necesitaba un repaso antes del examen, aquella mañana se habían reunido unos veinte chavales en pequeños grupos para terminar de revisar los apuntes, pero ella solo conocía una persona allí.

- Laura -saludó la chica a su compañera de clase con una ligera subida de cejas- ¿Cómo lo llevas? -le preguntó intuyendo que debía estar estudiando lo mismo que ella.

- Bien -respondió la chica levantando la mirada- o eso creo... -añadió dubitativa. Siempre se había considerado una persona segura de sí misma, pero aquel último curso estaba haciendo mella en ella y tras tantos batacazos ya no podía confiar ni en su propia sombra.

- ¿Puedo ver? -le preguntó Sara tras sentarse a su lado, pues a pesar de que nadie la hubiese invitado a hacerlo, creía que sería bienvenida.

- Sí -respondió Laura cediéndolos sin darle la menor importancia, pues realmente no la tenía y sabía que lo mejor era descansar un poco de darle tantas vueltas a sus esquemas.

La chica inspeccionó los apuntes sin gran detenimiento, pues lógicamente no eran muy diferentes a los suyos, iban a la misma clase. Pero cuando ya se los iba a devolver, hubo algo que llamó extrañamente la atención.

- Uy, esta letra me suena -comentó extrañada al ver una pequeña nota, hecha con otro bolígrafo y claramente por otra persona.

- Pues no sé de que -respondió la otra sabiendo perfectamente el por qué su compañera decía eso- No es la mía, es que estuvimos el otro día en la biblioteca con una amiga estudiando -improvisó rápidamente mientras recogía sus apuntes, con la intención de que aquella conversación no fuese más allá.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora