Capítulo 22

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A Ana no le terminaba de desagradar su nueva rutina, nueva por decirlo de alguna forma, porque llevaba desde septiembre metida en ella, y ya habían pasado casi cuatro meses desde aquello, y lo cierto era que su "nueva" rutina tenía los días contados.

Era la segunda vez que la morena ampliaba tanto su permiso por maternidad, y realmente no era nada comparado con lo a que solían acogerse el resto de familias, pero la suya era una familia especial, y no se podía permitir prescindir de parte de su sueldo por mucho más tiempo.

Con Mimi les había tocado la lotería, era una niña tranquila, de las que dormía todas sus horas sin interrupciones ni llamadas de atención innecesarias, pues parecía que desde el primer momento había tomado consciencia de en que familia había llegado y se había adaptado a ella.

Tras terminar su jornada laboral, Ana la iba a buscar cada mediodía a la escuela infantil, donde ya se tenía ganada a todas las educadoras, ese era su momento, no había prisa, y podían disfrutar de un pequeño paseo hasta casa.

- ¡Buenos días Ana! -la saludó una de las educadoras- Voy a por Mimi, que se está echando una siesta -le comentó mientras dejaba a la morena en la recepción e iba a por la pequeña, quien descansaba plácidamente en una de las cunas.

- ¿Qué tal fue el festival de Navidad? -le preguntó la madre a una de las chicas de apoyo que en ese momento estaba en la recepción y parecía no estar demasiada ocupada.

- ¡Genial! Es una lástima que no hayáis podido venir -comentó algo apenada, pues Ana y Mimi jamás lograban cuadrar horarios para ir a ese tipo de eventos- Ya os pasaremos las fotos por correo -añadió- La verdad es que tu niña estaba monísima vestida de estrella, ha sido la protagonista -bromeó con algo de ternura.

Era evidente que, con sus cinco meses largos, la pobre niña poco más que aguantarse sentada podía hacer, pero aún así, era la favorita de la escuela infantil, pues por allí habían pasado todos sus hermanos, y eso algún privilegio debía de tener.

- ¡Oy, oy, oy! -exclamó Ana al ver a su pequeña- pero si aún va con el disfraz puesto -rió mientras la cogía en brazos, porque le producía mucha ternura verla vestida de esa forma tan graciosa- ¡Pero que niña más guapa! -exclamó mientras le hacía unas muecas a la niña para que ser riera con ella.

La escena fue de lo más enternecedora, era sorprendente ver a Ana interactuar con su hija, porque por lo general, en público solía ser una persona bastante fría y seria, algo que chocaba completamente con lo que estaban viendo en ese momento, con su hija entregada a ella y a sus mimos por completo.

- ¿Qué tal va con los dientes? -se interesó la morena una vez hubo saludado a su hija en condiciones.

- Pues parece que por fin le han dado un poco de tregua, no se ha quejado en toda la mañana -le explicó la educadora aliviando a la madre.

Cualquiera que tratase con niños de esa edad, sabía de sobras lo duro que se hacía para ellos ese proceso en que sus dientecitos empezaban a asomar y no había manera de calmarles ese dolor. Y precisamente eso era lo que llevaba sufriendo Mimi, acompañada de sus dos madres, desde hacía un par de semanas.

- Hoy ha estado todo el día jugando -continuó dandole el parte de todos los días, pues como era evidente, Ana quería saber cómo le había ido el día a su hija en la escuela infantil- No veas que destreza tiene para coger los juguetes. Esta niña está muy espabilada, ¡cuando vuelva en enero no la reconoceremos! -exageró, pero sin querer quitar verdad a sus palabras.

- Es una suerte que se haya podido adaptar tan bien -comentó la madre al escuchar aquello que le decían sobre su hija- En enero ya me va a tocar dejarla todo el día, así que como más bien lleve esto, mejor. Ya sabes que se nos parte el alma al tenerlos que dejar aquí, pero con gente como ustedes y viéndola tan feliz, me quedo un poco tan tranquila -añadió sin querer desmerecer el trabajo de todos ellos.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora