Capítulo 69

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- Mira, tienes que pensar las palabras y ponerlas en las casillas. Por ejemplo, la primera tiene cinco letras, y aquí tienes las pistas -le explicó Lucía a Lola mientras se lo indicaba en su cuaderno.

- Ah, pues es como un juego -comentó la rubia al ver que no parecía tan difícil como se había imaginado- ¡Gracias Lucía! -le agradeció su paciencia antes de marcharse a su cuarto a hacer sus deberes.

- De nada, si tienes problemas para encontrar alguna vienes y me lo dices, ¿vale? -respondió la chica con una sonrisa y para nada molesta con las visitas de la pequeña, sino todo lo contrario.

A Lucía le encantaba la alegría que transmitían todas las niñas de la casa y no se podía negar a ayudarlas en nada, de hecho, le encantaba poder echarles una mano en lo que hiciera falta. Todas eran muy agradecidas y se portaban super bien con ella, así que era todo un placer pasar un rato con ellas.

- ¡Hola! -saludó Cloe que justo entraba en la habitación y se cruzó con su hermana- ¡Uy! ¿Qué haces aquí? -le preguntó a la niña.

- Lucía me ha ayudado con los deberes -le respondió la rubia- Los explica mucho mejor que tu -añadió con una sonrisa traviesa antes de marcharse corriendo a su habitación para no tener que escuchar la reacción de su hermana.

- Mucha paciencia tienes tú -comentó Cloe cerrando la puerta y sin echarle mucha más cuenta a la pequeña- ¿Cómo va? ¿Has podido avanzar lo que me dijiste? -se interesó al verla aún sentada en el escritorio a esas horas.

- No mucho -admitió- Me he saltado las clases de hoy para nada, porque para lo que he hecho -le contó algo cabizbaja y claramente decepcionada consigo misma.

La primera entrega de su trabajo de fin de grado se aproximaba, aún así, Lucía no encontraba por ningún sitio la inspiración ni la motivación para empezar a teclear en su ordenador. Su chica sabía de sobras el bloqueo mental en el que se encontraba, aún así le había recomendado invertir ese día en tratar de avanzar, ni que fuese un poco, pero la realidad era que se había pasado medio día leyendo textos sin apenas comprender nada y la otra mitad desesperada y fustigándose por no estar haciendo nada productivo.

- ¿Tan mal ha ido? ¿Puedo leer lo que has escrito? -preguntó Cloe queriendo comprobar por sí misma la gravedad del asunto.

- No he escrito nada -reconoció la chica dejando un largo silencio tras de aquello.

- Quizás deberíamos salir a dar una vuelta y despejarnos, ¿no? -le propuso viendo que no servía de nada seguir dándole vueltas al tema y que aquello solo le haría agobiarse más.

- Paso, no necesito que me dé el aire -rechazó Lucía aquello, quien lo último que quería era salir a la calle en aquellos momentos.

- ¿Qué necesitas? -insistió la otra en sus treces por hacer algo por su novia, pues era obvio que no estaba bien y cómo era lógico quería ayudarla de alguna forma.

- No sé Cloe, ¿un milagro? -se preguntó a si misma dejando escapar una pequeña risa- La verdad es que me da apuro tener que contarte esto, porque Ana lo ha hecho todo por mí, pero es que como no se lo diga a nadie reviento -empezó a contarle, ya sin importarle nada ni siquiera las consecuencias de aquello- Es que estoy muy agobiada con el trabajo y... ¡Joder! Es que Ana no me ayuda. Es tan exigente, que sí, que sé que lo hace por mi bien, pero es que con tanta presión me bloqueo -admitió de una vez por todas.

Llevaba días pensándolo, pero le daba mucho reparo tener que explicar aquello. Sentía que se lo debía a Ana y que no le podía fallar, la había ayudado tanto en su papel de profesora como en su papel de suegra, y sabía que decirle todo aquello le iba a sentar como un jarro de agua fría, pero lo cierto era que ya estaba llegando a su límite.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora