- Oye Cloe, ya te podrías sacar el carnet, ¿no? -comentó Sofía- Si lo tuvieses ahora no tendríamos que andar hasta la estación para volver a casa -se quejó mientras se cambiaba de mano las tres bolsas que llevaba, ya cansada de cargar con ellas.
Y es que era imposible ir de compras y llevarse únicamente una cosa, por lo menos para ella, quien se enamoraba de algo a cada escaparate, y hasta que no se probaba media tienda, no quedaba tranquila. Pero Cloe ya estaba acostumbrada a ello, porque no, aquello no era cosa de la adolescencia, ni mucho menos, pues llevaba toda su vida haciéndolo.
- Pues me da a mi que te lo vas a sacar tú antes que yo -bromeó la mayor, porque con el nulo esfuerzo que le estaba poniendo, iba a tardar toda una vida a sacárselo.
- Joder Cloe -la riñó la rubia- ¿Cuántos días has ido a la autoescuela? -le preguntó ejerciendo un poco de madre.
- Tres días -respondió la chica riendo.
- ¿En el último mes? -preguntó Sofía negando con la cabeza, porque eso era demasiado poco.
- Ya te gustaría, desde que me matriculé -rió Cloe, aunque lo que decía iba totalmente en serio.
- ¡No te creo! -exclamó la menor- Tienes que ponerle más ganas o si no no te lo vas a sacar nunca -le echó en cara- Es que yo quiero que me lleves a sitios -le confesó la chica- pero ya veo que tu vas a tardar tanto como mamá, ¿no? -bromeó finalmente.
Realmente ninguna de las dos se acordaba de ello, pero Mimi se había sacado el carnet de conducir cuando ellas ya habían nacido, y lo hizo por pura necesidad, y a pesar de que desde que se lo sacó todas las mañanas las había llevado al colegio en coche, en esa casa ya había quedado etiquetada para la posteridad como la madre que no sabía conducir.
- Eso si me lo sacó -añadió la mayor a la broma- Venga tira -le pidió para que aligerase el paso al verla embobada mirando un gran árbol de Navidad que estaba plantado en medio del centro comercial.
- ¿Te acuerdas? -le preguntó ilusionada y con los ojos brillando señalando un pequeño tren que daba vueltas siguiendo unas vías alrededor del árbol, sin duda alguna aquello la acababa de transportar hasta su más tierna infancia.
- Sigue siendo el mismo -comentó Cloe al percatarse de ello.
- Mamá, ¿a qué tenemos que dejarle turrón a los Reyes Magos para que nos traigan regalos? -preguntó Cloe a su madre con ese tono de listilla que tanto le gustaba usar delante de sus hermanos.
A sus madres les parecía adorable, para que mentir, les gustaba mucho tener una hija lista y que destacase por su ingenio y conocimientos, ¿y a quién no le hubiese gustado? Pero de lo que no se daban cuenta Ana y Mimi era de que su hija a menudo podía sonar un tanto impertinente, algo que algunos de sus compañeros de clase detestaban.
- Claro, y también hay que dejar agua para los camellos -le respondió la rubia.
- ¿Y vamos a comprar hoy el turrón? -se interesó la niña, que aunque se hacía la tonta, su madre ya la había calado perfectamente, estaba claro que su único interés esa tarde era hacerse con un par de turrones de chocolate con arroz inflado, su postre favorito en esa época del año.
- Mmm, no sé -respondió la madre creando un poco de expectación por aquello- Aún quedan días para Navidad, si nos da tiempo cuando terminemos con las compras, ¿vale? -le prometió a la niña.
- Sí, seguro que nos da tiempo mamá -asintió la mayor mientras seguía andando de la mano de su hermana Sofía, prácticamente arrastrando de ella, porque ya estaba bastante cansada de dar tantas vueltas- Lo compramos de chocolate, ¿sí? -le pidió a Mimi- Ese es el favorito de Gaspar.
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Once | WARMI
FanfictionSEGUNDA PARTE DE NUEVE Y MEDIO Tras superar el peor bache que se habían encontrado a lo largo de su relación, Mimi y Ana empiezan a vivir de nuevo sus vidas, junto a sus ochos hijos. Pero nada será tan fácil como esperaban, y es que a pesar de que l...