Capítulo 59

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- Muy buen entreno Emma, ¿estás cansada? -le preguntó Adriana a su alumna, aunque con solo ver su cara ya se hacía una buena idea de aquello

- Mucho -exageró la niña, quien andaba arrastrando los pies por el suelo de arena siguiendo a su entrenadora.

- Entonces ha sido un muy buen final de temporada, ¿no? Hoy te puedes ir a casa muy contenta, y ya tendrás tiempo para descansar todo el verano -comentó la profesora.

- No -negó Emma rotundamente- Yo me he apuntado a la escuela de verano, ¿no nos vamos a ver? -se preguntó preocupada. Si bien se había apuntado con la intención de conocer otros niños y seguir practicando hípica, tenía la ilusión de poder seguir estando con su entrenadora.

- Pero bueno, yo no sabía esto, ¿por qué no me lo habías dicho antes? -se preguntó Adriana- Claro que nos vamos a ver entonces, todos los días -le aseguró.

- Es que mis madres no se aclaraban. Me voy a ir una semana de vacaciones con mi abuela y como hasta esta semana no se han decidido cuando me voy, aún no me habían apuntado -les explicó- Ya pensaba que me quedaría sin sitio, la verdad es que me enfadé un poco con ellas -confesó- pero que al final si que vengo, las dos primeras semanas de julio -le confirmó.

Adriana escuchaba atentamente a su alumna a la par que se daba cuenta todo lo que había crecido y cambio ese último año. Emma era un encanto, y seguía siendo su debilidad allí dentro, pero cada vez era menos niña y más adolescente, algo que le daba un poco de pena. Aún así, le dio una alegría al saber que estaba apuntada a las clases de verano, porque de no ser así, habría dudado en poder reconocerla cuando regresase al final del verano.

- No te preocupes Emma, que aquí siempre habrá sitio para ti -le respondió la chica- Y sobretodo, no te enfades con tus madres -le pidió ejerciendo un poco de puente entre ambas, pues sabía que a ella le iba a hacer caso.

- Pfff es que no sabes cómo son, ¿eh? -se quejó la morena resoplando- Yo las quiero mucho, pero es que a veces son un poco desastre.

- Venga, tira -le dijo Adriana entre risas justo cuando llegaban a los vestuarios- Te espero fuera, ¿vale? No tardes -le pidió la chica.

- ¡No! -gritó Emma como si le fuese la vida en aquello.

- ¿Pasa algo? -se giró la chica alertada por el grito.

- Espera, no te vayas, es que te tengo que dar una cosa -le dijo la niña ya con un tono de voz normal y dejando claro que no se trataba de nada grave.

- ¿Qué cosa? -se preguntó la entrenadora sin entender muy bien de lo que le estaba hablando.

- Toma -dijo dándole un regalo perfectamente envuelto.

- ¿Para mí? -preguntó sorprendida mientras lo cogía- ¿Por qué?

- Hoy es el último día, es un regalo -le respondió Emma, quien había preparado todo aquello con mucha ilusión.

- Ay, cariño, pero no hacía falta nada de esto -dijo Adriana mientras le daba un abrazo en agradecimiento.

Aunque aquello de dar un regalo de fin de curso a la profesora era algo más que habitual, lo cierto era que Adriana pocas veces había recibido un regalo de alguno de sus niños, mucho menos fuera de su cumpleaños. Aquello era algo que dentro de la hípica no se estilaba, así que la chica jamás esperaba algo más que su sueldo a cambio de sus clases, pero Emma estaba allí para sorprenderla. Para la morena, no cabía duda de que su entrenadora se merecía un regalo por todos esos meses de tan buenos entrenamientos, así que no dudo en hacer lo que mejor sabía.

- Ábrelo -le pidió Emma inquieta, pues no podía esperar más.

- ¡No puede ser! -exclamó la chica al desenvolver aquel rollo de papel, que se convirtió en un dibujo precioso de ella y un caballo- ¿Esto lo has hecho tú? -se preguntó.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora