Capítulo 62

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- Emma cariño, baja a abrir a ver quién es -le pidió Inma a su nieta al escuchar el timbre de la puerta de casa.

Hacía apenas una hora que se habían despertado, pero ya habían desayunado, se habían vestido y en esos momentos se encontraban en el piso de arriba haciendo sus cama. Era el primer día que Emma amanecía sola junto su abuela, pues Mimi y Lola habían marchado la tarde anterior después de un par de días las cuatro juntas en el pueblo. La morena se había despertado con muchísima energía, y cómo no, obedeció a su abuela y bajó corriendo a abrir la puerta.

- ¡Hola! -saludó la niña con una sonrisa al descubrir quién había detrás de esa puerta.

- Pero bueno -se sorprendió la mujer al verla- ¡qué mayor estás Emma! -comentó mientras le daba un abrazo, pues hacía años que no veía a la pequeña.

- ¡¿Quién es?! -preguntó Inma desde el piso superior.

- ¡Es la tía! -respondió Emma pegando un grito para que la escuchara- Te he echado mucho de menos, no te veía desde hace dos veranos -comentó mientras le daba otro abrazo a la hermana de su abuela.

Mimi siempre había tenido una relación muy estrecha con su tía, y siempre procuró que sus hijas la tuvieran con ella también. Y así era, a pesar de la distancia y de que no se veían muy a menudo, todas la tenían muy presente y siempre que hablaban con su abuela preguntaban por ella.

- Ya pensaba que os habíais olvidado de mi -comentó la mujer bromeando, aunque sabía de sobras que sus hermanas más pequeñas no se acordarían de ella- ¿Qué tal estás? -le preguntó- Me he enterado que habías venido a pasar unos días con la abuela y he venido corriendo a verte -comentó.

- No hacía falta que vinieses tan temprano, me voy a quedar una semana -respondió la niña.

- Eso -asintió Inma cuándo ya bajaba por las escaleras para ir a saludar a su hermana- Son solo las nueve de la mañana, ¿a que hora te has levantado? -le preguntó.

- A las siete, ya sabes que en verano nunca he dormido bien. Hace un calor insoportable estos días -comentó.

- Pues sí -asintió Emma- ¿Y si vamos al salón? La abuela ha puesto el aire -les sugirió a ambas.

Lo que más le gustaba a la morena de estar con Inma, por encima de todo, era cuidar de ella. La mujer no estaba para nada impedida, ni mucho menos, pero a Emma le gustaba mucho mimarla y preocuparse por ella. Como siempre había dicho desde bien pequeña, la trataba como una reina, porque eso era lo que era. Aún así, Inma se resistía a muchas de aquellas cosas que le ofrecía su nieta, pues no le gustaba sentirse mayor ni mucho menos un estorbo, pero esta vez obedeció y se sentaron en el salón para seguir hablando.

- Que lujo, ¿eh Emma? La abuela sola para ti, te quejarás -comentó la mujer cuando vio que la conversación con su hermana se estaba yendo por las ramas y la niña empezaba a aburrirse un poco.

- Uy, no lo sé yo, esta echará de menos a sus madres, ¿o no? -le preguntó Inma no muy convencida de cómo llevaría aquello su nieta, aunque por el momento parecía muy ilusionada.

- No, porque a mamá la vi a ayer y a mami hace una semana que no la veo, así que puedo aguantar otra -respondió Emma convencida, quien obviamente si las echaba de menos, pero como lo estaba pasando bien lo podía aguantar- Además, que a mi me gusta el pueblo y estar aquí contigo -añadió.

- Pues venga, si tanto te gusta el pueblo salgamos fuera, que mira la hora que es -comentó Inma al percatarse que llevaban más de una hora de cháchara- Arreando, que tenemos que ir a hacer la compra o nos quedamos sin comer -le dijo a su nieta- Ve a buscar las bolsas -le pidió- ¿No querías ayudar? -le preguntó cuando esta ya se levantaba del sofá.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora