Once | ‪WARMI

Capítulo 98

- Hola -interrumpió Emma en la sala de profesores.

Estaba segura de que encontraría a su madre allí dentro, pues ella misma le había insistido desde semanas antes de empezar el curso que si la necesitaba para cualquier cosa estaría allí dentro, aunque la chica imaginaba que cuando se lo había dicho no se referiría a aquello. La rubia levantó la mirada algo confundida al escuchar su voz, pues con el barullo que había allí dentro ni siquiera se había percatado de que alguien que no debía había entrado allí.

- Emma, es la hora del almuerzo, no deberías estar aquí -la increpó de inmediato bastante molesta por aquello.

No le habría importado recibir una visita de su hija en cualquier otra ocasión, de hecho, hubiese estado encantada de presumir de ella delante de sus compañeras, pero ese no era el día indicado. Aún no habían cruzado palabra desde lo ocurrido la noche anterior, y aunque creía que debían hablar sobre aquello, obviamente ese no era el momento ni el lugar.

- Es que quería hablar contigo -se excusó la morena mientras le ponía cara de pena para que le perdonara por aquello- Ayer cuando bajé a la cocina para terminar de cenar ya no estabas -añadió.

- Cuando terminé de lavar los platos me fui a dormir -respondió la rubia sin darle más explicaciones sobre aquello, pues tampoco creía que eso fuese excusa suficiente ya que si tanta prisa tenía podrían haberlo hablado esa misma mañana, o por el contrario, esperarse a que terminasen las clases.

Emma no era consciente de ello, pero su madre sabía perfectamente que solo quería solucionar aquello para que la dejasen ir aquella tarde a casa de Lucía y Cloe. Por eso mismo esta se mostraba tan poco receptiva, incluso enfadada, aunque lo que realmente estaba era dolida. Pero a pesar de aquella evidencia, a su hija le importó poco y no dudó en seguir incordiando, a pesar de que era evidente que no era un buen momento.

- ¿Qué haces? -le preguntó mientras miraba su almuerzo, como si no fuera obvio que lo único que hacía era comer.

- Nada, ¿que voy a hacer? -se preguntó la rubia rodando los ojos y hartándose de paciencia- Comerme el tupper hija -le respondió finalmente.

La rubia ya no sabía ni que pensar de todo aquello. Por un lado, quería pensar que realmente su hija no era consciente de lo que había hecho la noche anterior y no se estaba dando cuenta de lo que le pasaba a ella. Aún así, sabía que también cabía la posibilidad de que a Emma le diese completamente igual todo lo sucedido y que estuviese actuando de la forma más frívola, fingiendo que no había pasado nada.

- ¿Nada? -se preguntó la chica- Entonces supongo que podremos hablar, ¿no? Quiero hablar contigo -insistió, aún sin soltar nada.

- Pues creo que lo mejor para esto será que salgamos fuera -desistió levantándose de la silla con la intención de abandonar la sala. Había tenido claro desde el primer momento que aquel no era lugar para resolver sus problemas familiares, pues estaban sus compañeras de trabajo delante y evidentemente no era una situación agradable- ¿Tienes algo que decirme? -se preguntó nada más salieron fuera, esperando que se disculpase por fin.

- Estás muy guapa con esta camiseta, ¿es nueva? -comentó tratando de contentar a su madre, aunque consiguió exactamente lo contrario.

- Emma, de verdad, no hace falta -le pidió algo molesta por las vueltas que le estaba dando al tema, pues al final le estaba dando más importancia de la que realmente tenía- Esta camiseta es más vieja que tu -añadió algo ofendida.

- Jo, pues es que no te la pones mucho porque no te la había visto... -respondió la chica algo sorprendida por la respuesta de la rubia.

Debía admitir que Mimi tenía muchísima más paciencia que Ana, tanto con ella como con el resto de sus hermanas, y precisamente por aquello le dolió que le respondiese así, aunque asumió que se lo merecía por todo lo que llevaba días haciendo. Quería disculparse con ella, pero era evidente que no sabía como hacerlo, quizás porque no sabía por dónde empezar ya que no era muy dada a pedir perdón cuando hacía las cosas mal.