Capítulo 14

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- ¿Lo tienes todo? -le preguntó Mimi a su hija antes de cerrar el coche.

La morena asintió, estaba tan nerviosa que ni siquiera le salía algo tan simple como un sí, pero tampoco fue mucho de extrañar para su madre, pues la pequeña siempre había sido una niña de pocas palabras.

Emma volvía a observar todo el exterior de ese lugar con una gran expectación y mucha emoción, estaba a punto de entrar a su primera clase de hípica y aunque por fuera parecía completamente indiferente, estaba muriendo de alegría por dentro.

Esa mañana, mientras caminaba por el aparcamiento de arena junto a su madre, observó algo que no había visto la anterior vez que estuvo allí. A lo lejos pudo observar cómo alguien, probablemente una chica montaba a caballo, y este corría a gran velocidad. Cerró los ojos apenas unos segundos, por pura inercia, y se imaginó a ella haciendo eso sin poder evitar esbozar una medio sonrisa, pero nada más abrir los ojos y encontrarse ya casi delante de la puerta de entrada tocó de pies en el suelo y frenó de golpe.

- Mamá, quédate conmigo porfi, que me da vergüenza -le pidió a Mimi con la voz rota y quedándose clavada como un palo a escasos metros de esa puerta y haciéndola frenar a ella también.

- Emma, ¿qué pasa? -le preguntó la rubia acercándose a ella y evitando poner ninguna mala cara, aunque no podía comprender la situación.

- Tengo miedo -confesó la niña con los ojos llorosos queriendo soltar todas las preocupaciones que llevaba encima.

- ¿Miedo? -preguntó extrañada Mimi- ¿Tienes vergüenza o miedo?

- Es que no quiero hacerlo mal -dijo Emma preocupada.

- Pero has venido aquí a aprender, si no sabes hacer algo te van a enseñar, no pasará nada si lo haces mal, ya mejorarás con el tiempo -trató de hacerle entender a su hija, que a esas alturas ya era bastante obvio que pecaba de perfeccionista.

La rubia tenía claro que ni ella misma sabía que le pasaba con exactitud, pues todo aquello era consecuencia de un cóctel de emociones provocado por la novedad de ir a clases de hípica, y entendía a la perfección que lo estuviese pasando mal, pero lo cierto es que el reloj ya marcaba las diez de la mañana y debían entrar ya, así que no pudo invertir mucho más tiempo en ella.

- Bueno... -aceptó la pequeña no muy convencida y resignada a lo que le decía su madre.

- ¿Entramos? -le preguntó con una gran sonrisa animándola a cruzar esa puerta de madera. Emma asintió y alargó su brazo para juntar su mano con la de Mimi y así entrar totalmente juntas- ¡Buenos días! -saludó nada más entrar.

- ¡Buenos días! -respondió un hombre que trató de ser simpático, pero se notaba que estaba mosqueado por alguna razón.

- Traigo a mi hija que tiene su primera clase de hípica ahora a las diez, se llama Emma Guerra -le dijo la rubia de inmediato que tampoco sabía muy bien como funcionaba aquello, ni siquiera conocía el lugar ni cómo se iba a llamar su profesor.

- Claro, te estaba esperando -respondió el hombre a lo que cambió por completo la cara de la niña, pues estaba claro que no quería que ese señor fuese su profesor. De hecho, no quería que nadie que no fuese Adriana le diese clase de hípica- ¿Me acompañas? -dijo invitándola a entrar en una pequeña sala- Puedes dejar tus cosas aquí, acuérdate de coger todo lo que necesitas para la clase y cuando estes sal -le indicó rápidamente.

Emma entró allí dentro sin pronunciar ninguna palabra y observó aquella sala con sumo cuidado, no había mucho, tan solo un par de bancos empotrados contra la pared y unos cajones donde adivinó que debía dejar su mochila. Cogió su casco, lo único que le faltaba de su equipación y guardó su mochila en uno de esos huecos.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora