Capítulo 118

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- Lo siento mucho Ana -se disculpó la chica distanciándose un poco de la mujer.

Aquello había sido de lo más extraño, y aunque no hubiese podido negarle el abrazo a la morena, pues realmente lo necesitaba, en esos momentos se sentía culpable por haber montado lo que ella creía que era una escena en medio de la calle. Como pudo, trató de calmar su llanto y se limpió la cara con las mangas de sudadera, mientras evitaba todo contacto visual con la que era su profesora.

- No lo sientas -le pidió Ana mientras negaba con la cabeza y trataba de retomar la conversación- En todo caso soy yo la que debe pedir perdón -la corrigió empezando a admitir sus errores delante de ella, algo que sin duda hizo cambiar la actitud de Laura, quién levantó la mirada queriendo saber que más le iba a decir- La verdad es que yo no sabía prácticamente nada de esto que me has dicho -admitió aún tratando de asimilar toda aquella información- Aunque yo ya me imaginaba algo... Escúchame, muy en el fondo, yo ya sabía que si Naira estaba contigo era porque algo bueno le aportarías, pero está claro que yo no lo supe ver en su momento -reconoció con algo de vergüenza, pues a nadie le gustaba tener que admitir que se había equivocado, y mucho menos con algo de ese calibre- Ahora lo entiendo perfectamente -añadió dibujando una ligera sonrisa.

La chica la miraba atenta, sin terminar de comprender lo que le estaba queriendo decir, pues era demasiado perfecto para ser real. Ella no estaba buscando un perdón por parte de Ana, mucho menos por parte de Naira, lo único que quería era pedir disculpas por haber aparecido en su vida y darle las gracias por esa segunda oportunidad. Estaba claro que alumna y profesora no veían las cosas desde la misma perspectiva, y es que Laura se había metido tan en la cabeza la idea de que había sido una amiga y novia horrible que se lo había terminado por creer.

- Me temo que cuando ocurrió todo eso en casa tu solo fuiste su diana donde disparar, y lo siento mucho. No fue justa -reconoció disculpándose en nombre de su hija, era obvio que ella no lo podía hacer, por lo menos en ese momento- Mi niña... Naira -se corrigió a si misma al darse cuenta que tal vez no era la mejor forma de referirse a su hija en esas circunstancias- era como un caballo desbocado en ese momento. Y lo cierto es que nadie supo cómo afrontar esa situación ni tratarla correctamente -admitió con un nudo en la garganta. Eso era realmente lo que más le dolía de todo aquello, haberse equivocado con su propia hija, hacerle daño, y es que a pesar de que ya se habían arreglado las cosas con Naira, le seguía doliendo- Y si yo que soy su madre no supe hacerlo bien, ¿qué ibas a poder hacer tu? -trató de dejarle claro a Laura que no tuvo ninguna culpa en todo aquello- Suficiente hiciste, de verdad te lo digo -añadió sincera.

- No lo sé Ana -dudó Laura, ya que creía que la mujer estaba exagerando con aquello, pues obviamente ella también había cometido errores en aquella historia- Yo sabía que no era bueno que ella estuviese a mi lado -reconoció- pero si la dejaba ir, sabía que iría a alguien peor, porque ya no tenía a nadie más -le explicó- Te juro que yo no quería hacerle daño, ¿sabes? -insistió con aquello, pues aunque hubiese podido meter la pata miles de veces, esa nunca había sido su intención- A mi manera, pero la estaba intentando proteger de algo peor -trató de justificarse.

Aunque realmente Ana no estaba buscando ningún tipo de explicación por su parte. Ya la había perdonado, hacía tiempo, y sí aún quedase algún resquicio de rencor dentro de ella, ese habría desaparecido nada más darle aquel abrazo a Laura. Aún así, a la morena le gustó escuchar esas palabras y saber que alguien se había estado preocupando por su hija.

- Pero joder -se rompió de nuevo dejando caer un par de lágrimas- Yo también soy una cría, bastante tonta y que no tiene ni idea de nada -admitió.

- ¿Sabes? -suspiró Ana- Me equivoqué contigo -admitió antes de añadir nada más. No le dolió lo más mínimo a su orgullo, de hecho, se quitó un peso de encima al decirlo. Se había equivocado, pero reconocerlo era el primer paso para arreglarlo.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora