Capítulo 79

563 60 23
                                    

- Mamá -repitió la niña de nuevo acercándose a la rubia con algo de prudencia.

- Cariño -balbuceó Mimi cogiendo a su hija en brazos y dándole un abrazo, ganando así algo de tiempo para calmarse.

- No sabía que las mamás lloraban -comentó la niña apenada a la par que trataba de secarle las lágrimas a su madre acariciando sus mejillas con sus dedos.

- Pues sí hija, sí, a veces las mamás también lloran -admitió la rubia, que aunque le jodía que su hija la tuviese que ver así, no le quedaba otra que decirle la verdad. Inés era pequeña, pero no tonta, y sabía perfectamente que estaba pasando allí.

- ¿Lloras por culpa de Naira? -se atrevió a preguntar- ¿Es mala? -añadió mostrándose algo enfadada con su hermana.

- No Inés, Naira no tiene culpa de esto, ¿vale? -quiso dejarle claro evitando que la pequeña le hiciera cualquier comentario al respecto a la mayor, pues ya había suficiente lío como para sumar aún más problemas y discusiones- Mamá llora porque... Porque a veces se enfada un poquito y se pone algo nerviosa, como todo el mundo, ¿sí? -trató de hacerle entender.

Inés se quedó unos segundos observando los ojos de su madre. Siempre había pensado que eran muy bonitos, pero en aquel momento se veían aún más preciosos, a pesar de que le transmitían una ligera pena. Ahora, ella también estaba enfadada, sabía que ella y Naira se habían peleado, y no se veía capaz de escoger un bando.

- Venga cariño, no te preocupes -insistió la madre dándole un beso en la frente- Ahora bajo, ¿me esperas allí? -añadió bajándola de nuevo al suelo.

- No -negó en rotundo y dispuesta a quedarse al lado de su madre- Yo contigo y tu conmigo -añadió con una pequeña sonrisa mostrando sus dientecitos.

- Inés, cariño... -se rindió Mimi ante la pequeña volviendo a llenar sus ojos de lágrimas, aunque esta vez por un motivo distinto.

- ¿Qué? -se preguntó la niña acariciándole la mano a la rubia.

- Que te quiero mucho -respondió la madre volviéndola a coger en brazos para abrazarla.

- Yo también mamá, pero eso no es triste, es feliz -respondió la pequeña.


🖤🖤🖤


- ¿Alguien tiene fuego? -preguntó un chico a su grupo de amigos.

- Nosotras no fumamos -respondió Julia negando en señal de evidencia, pues su amigo lo sabía de sobras.

- ¿Y esas que están allí? -se preguntó otro chaval señalando a un grupo de chicas que estaba a escasos metros de ellos.

Como muchas tardes, se habían reunido a unas pistas de baloncesto abandonadas que había a las afueras de su ciudad. Era un lugar prácticamente de culto para los chicos de su edad, así que casi nunca estaban solos allí, como esa tarde. Evitando cualquier contacto visual, sus compañeras de curso, con las cuáles no tenían ningún tipo de relación, se habían instalado unos minutos atrás al fondo de la pista.

- A la vista está -respondió Sara viendo cómo la mayoría de ellas tenían un cigarro encendido en la mano.

- ¿En serio que ninguna de vosotras tiene? -insistió el chico que quería el mechero- Yo no voy allí ni de coña -se quejó, pues no le hacía gracia alguna ir hasta allí, y mucho menos tener que hablar con ellas.

- Que te acompañé Sara -sugirió Julia vacilando, quien bien sabía que su amiga llevaba unas semanas detrás de aquel chico.

- Sarita, ¿puedes ir tu porfa? -le pidió el chico poniéndole ojitos, consciente también de que con ella lo iba a tener fácil.

Once | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora