𝘿𝙚𝙖𝙙 𝙄𝙣𝙨𝙞𝙙𝙚 ᯽ ꜱᴇʙᴀꜱᴛɪᴀɴ ꜱᴛᴀɴ

𝘏𝘢𝘱𝘱𝘪𝘯𝘦𝘴𝘴

｡.｡:+* ﾟ ゜ﾟ *ᴏᴍɴɪꜱᴄɪᴇɴᴛᴇ * ﾟ ゜ﾟ *+:｡.｡

Olivia hablaba y hablaba sobre la maravillosa cita que tuvo con Patrick Jensen. Hablaba con emoción sin notar que Sebastián no le prestaba atención realmente. El rumano estaba sumergido en sus pensamientos.

Otra vez había tenido una pelea con su novia. Esta vez fue una más intensa. Blair lo conocía y lo notaba tan extraño últimamente, la mayor parte de las veces estaba callado, no solía besarla con gusto como siempre hacía. Más bien, actuaba como si no quisiera su presencia, y por supuesto que eso le preocupó. Se lo cuestionó, más obviamente, Sebastián lo negó todo.

—Tierra llamando a Sebastian...— la voz de la chica lo sacó de sus pensamientos.

El rumano frunció el ceño y parpadeó un par de veces.

—¿Ah?—

—¿Estas bien? Estas algo ido.— la chica sonrió con confusión y se removió para sentarse frente a él en la cama, subiendo sus piernas a esta cómodamente.

—Mhm.— Sebastián asintió con una ligera sonrisa.

Olivia solamente elevó una ceja, dejándole en claro que no le creía nada.

—Estoy bien. No dormí muy bien y me levanté temprano.— Stan insistió, tratando de sonreír para evitar evidenciarse a sí mismo.

Olivia suspiró pesadamente. Repentinamente tomó su rostro entre sus manos y se acercó a él, Sebastian sintió como su respiración se detenía al tener sus grandes y hermosos ojos grises tan cerca de él.

—¿Que tienes?— insistió.

Sebastian tragó duramente, su dulce aroma era sumamente embriagante y ni hablar de sus ojos grises que esperaban pacientes su respuesta.

—Yo...— su mente se nubló por unos segundos, sentía el cálido toque en sus mejillas y eso solo lo atarantaba más.

Olivia esperó pacientemente, no quería presionarlo.

—Yo...— Sebastián carraspeó. —Peleé con Blair, es todo...— confesó cabizbajo ya que no se sentía capaz de seguir mirándola a los ojos.

—Oh, Seb...— la chica lo miró con pena y soltó su rostro, para después tomar sus manos entre las suyas. —¿Por que no me habías dicho?—

—No fue nada, peleamos por una tontería...— el rumano negó con el ceño fruncido, disgustado con su propio sentir.

—No creo que no haya sido nada... te noto triste. Cuéntame.— Olivia insistió y estrujó sus manos entre las suyas.

Sebastián inevitablemente miró sus manos juntas que hacían un contraste. Sus delicadas y delgadas manos tomando las suyas que lucían más grandes y masculinas al estar junto con las de la chica.
Elevó la mirada pero se arrepintió al instante. Aunque adoraba ver sus hermosos ojos grises, no le resultaba conveniente sentirse nervioso ante su mirada impaciente que solo le quería transmitir tranquilidad.