𝘿𝙚𝙖𝙙 𝙄𝙣𝙨𝙞𝙙𝙚 ᯽ ꜱᴇʙᴀꜱᴛɪᴀɴ ꜱᴛᴀɴ

𝘚𝘬𝘪𝘯, 𝘮𝘦𝘮𝘰𝘳𝘪𝘦𝘴

｡.｡:+* ﾟ ゜ﾟ *ᴏᴍɴɪꜱᴄɪᴇɴᴛᴇ * ﾟ ゜ﾟ *+:｡.｡

Sebastian caminaba con rapidez por el pasillo que lo dirigía a la habitación de su mejor amiga. Podría decirse que no tuvo un día muy bueno y lo único que necesitaba era verla y escuchar su voz que sin duda lograba tranquilizarlo cuando las cosas no estaban bien.

Suspiró con pesadez solamente deseando encontrarla y siguió su camino hacia su habitación.

—Liv, te necesito, tuve un día de mierda...— murmuró abriendo la puerta de repente

Pero abrió los ojos al ver como Olivia intentaba abrochar un vestido detrás de su espalda mientras se miraba al espejo.

—Mierda, ¡Perdóname!— cerró la puerta de inmediato y le fue imposible no cerrar los ojos sintiendo su rostro calentarse a más no poder por la vergüenza.

—Está bien, Seb.— escuchó la risa de la chica a través de la puerta. —Entra.—

El rumano tragó con dificultad y tomó un profundo respiro antes de abrir la puerta de nuevo. Maldijo para si mismo cuando volvió a encontrarla en la misma posición, de nuevo su rostro se calentaba a más no poder y solo deseaba que ella no notara su sonrojo.

—Ven, ayúdame...— Olivia insistió mordisqueando su labio inferior.

El rumano trastabilló un poco pero finalmente se acercó, colocándose detrás de ella frente al espejo.

—Aquí... llevo minutos tratando de abrocharlo...— la menor rió levemente y le señaló el cierre que empezaba un poco más arriba que su espalda baja.

Stan relamió sus labios y cuidadosamente tomó el cierre del vestido, este era complicado de abrochar ya que al final de cierre había un par de lazos que lo adornaban.

Mientras subía el cierre con cuidado de no estropear el vestido, su mirada azulada no resistió y analizó sus espaldas. Tragó con dificultad al no ver ningún broche de algún sostén, no sabía mucho de sostenes pero sabía que la mayoría tenía algún broche o lazo que se encontraba en la espalda.

Miró su reflejo en el espejo, la chica estaba muy ocupada acomodando el escote de su vestido. Nuevamente tragó.

¿Estará usando sostén? Se preguntó a sí mismo pero rápidamente frunció el ceño ante aquel extraño cuestionamiento.

¿Que mierda, Sebastián? se cuestionó nuevamente.

Conforme terminaba de subir el cierre y comenzaba a unir los lazos, le era imposible no notar la piel de su espalda y cómo está lucía tan suave y tersa, como si fuera un completo deleite pasar sus dedos por esta para trazarla y grabar la sensación de esta en su memoria.

Disfrutó el aroma que sus cabellos castaños oscuros desprendían ya que los había quitado de su nuca para evitar que le estorbaran. Pero no tardo en sentir los nervios de nuevo ya que ahora tenía una vista clara de su cuello y nuca. Ganas no le faltaban de aclarar su duda sobre cómo se sentiría esconder su nariz en aquella zona y trazar su piel perfumada con sus labios.